sábado, 4 de noviembre de 2023

LOS VIEJOS TEBEOS DE ANTAÑO (2):

"UN TORPEDISTA YANKEE" DE XAUDARÓ 


Si hablamos de Xaudaró, tenemos que hablar de uno de los pioneros de la historieta española, del "tebeo" antes de que se inventara la revista "TBO". Hoy  en día se considera a Víctor Patricio de Landaluce, militar vasco afincado en Cuba, como el padre del cómic español con su "Historia de las desgracias de un hombre afortunado" (1857). Pero el origen de los "tebeos" españoles, cuyo antecedente más antiguo se remonta a las Cantigas de Alfonso X el Sabio, habría que buscarlo en las aleluyas o auques en catalán, que ya en el siglo XV contaban historias como los "romances de ciego", mediante una secuencia de  viñetas ilustradas con un texto de apoyo. Este modo de contar historias se imitó en la prensa europea a partir de finales del siglo XVIII y a lo largo de todo el siglo XIX, contando España, y concretamente Cataluña, con muy buenos artistas que cultivaron este género: Mecáchis, Cilla, Llopart, Apeles Mestres (el Walter Crane español) y más tarde Sileno, Opisso, Urda y K-Hito. Poco a poco de los periódicos saltarían a publicaciones consagradas exclusivamente a la historieta y el humor gráfico como "Domingín", "Patufet", "Cu-cut!", "L'Esquella de la Torratxa" o el  renombrado "TBO".
Joaquín Xaudaró y Echau (1872-1933) pertenecía a esta primera ola de dibujantes y, aunque su familia era aragonesa, nació en las Filipinas cuando todavía eran estas islas una flamante posesión española. Su padre era coronel del ejército e ingeniero y el pequeño Joaquín estaba destinado a seguir sus pasos y a hacer la carrera militar, pero al final pudo más su temperamento artístico y bohemio. Ya en las Filipinas había conocido el arte oriental y las estampas japonesas, que tanto habrían de influir posteriormente en su obra gráfica. Con diez años su familia regresó a España y se instalaron en Barcelona, que era por entonces un hervidero cultural y artístico de primer orden (hay que verla ahora). Al terminar la mili empezó a publicar caricaturas en las revistas catalanas como "Barcelona cómica" o  "la ilustración Ibérica" bajo el seudónimo de O' Raduax .

"Las cuatro esquinas" (1908)


Sus primeras historietas aparecieron en "La Hormiga de Oro" (una publicación editada por Luis María  de Llauder, católica y carlista y enfrentada a la masonería) y "La lectura dominical" (de parecida línea editorial). Precisamente en una de ellas publicó, hacia 1898, "Un torpedista yankee", historieta en la que se satiriza a los americanos en un momento en el que las relaciones hispano-norteamericanas no pasaban por su mejor momento. Un ingeniero yankee, con un aspecto que recuerda al Tío Sam, inventa  un potente explosivo capaz de convertir a los peces en torpedos para emplearlos contra los barcos españoles. Ni que decir tiene  que acabará probando de su propia medicina.
Este genial antecedente del cómic español surgió en un momento en que ya se sospechaba que existía una traición por parte de los miembros del ejecutivo español de entonces (con el liberal y francmasón Sagasta a la cabeza) que entre bambalinas habían vendido Cuba y Filipinas a los yankees, mientras se escenificaba una guerra de paripé. Personajes tan encumbrados luego como el Almirante Cervera y compañía parece ser que no fueron más que cómplices necesarios para guardar las apariencias, siendo los soldados que dieron su vida por España o los que lucharon hasta el límite de sus fuerzas como los del sitio de Baler, los verdaderos héroes de aquellas jornadas. Si hubiera habido un deseo auténtico  por parte del gobierno español por conservar aquellos territorios ultramarinos, se lo hubiésemos puesto mucho más difícil a los gringos.

Final de "El torpedista yankee"


En 1901 ilustró la novela del escritor bohemio y violinista madrileño Juan Pérez Zúñiga "Viajes Morrocotudos (En busca del Trifinus Melancolicus)", una narración de aventuras y humor absurdo protagonizada por los propios autores y que gozó de gran popularidad en su tiempo. Algunas de sus páginas no pasarían la censura en la actualidad,  ya que como "Tintín en el Congo" o los Looney Tunes serían consideradas políticamente incorrectas por su tratamiento jocoso hacia las "razas de color". Por cierto que el señor Zúñiga tuvo un final bien triste, pues falleció de hambre y en la miseria en el terrible Madrid rojo de 1938, dos días después de haber escrito el guion de su propia nota necrológica.



Otra historieta de Xaudaró de 1907, "Un viaje al planeta Júpiter" se puede considerar pionera de la ciencia ficción en nuestro país. Por aquel entonces colaboraba con diversas publicaciones madrileñas como Blanco y Negro, Gedeón y Gente Menuda, suplemento del ABC. Entre 1908 y 1916 va a vivir en París, para probar fortuna en la capital del Art Nouveau como hicieron Picasso y tantos otros. Consigue que importantes editoriales francesas como Flammarion o Garnier se fijen en él y publiquen sus trabajos, e incluso colabora con la compañía Gaumont en la creación de los primeros dibujos animados. También publica en aquellos años su álbum "Las peripecias de la aviación", donde da rienda suelta a su pasión por la aeronáutica, algo que puede observarse en sus frecuentes representaciones de las multitudes "a vista de pájaro". 
Xaudaró es considerado por algunos como el creador de la primera novela gráfica española, "Las fantásticas aventuras de Tito y Tif", una obra que el artista concibió como un libro de una historieta completa, y que fue apareciendo por entregas en "La hormiga de oro" a lo largo de 1915. Algo después se llegaría a publicar en formato libro, llamándola una "novela de grabados".

"Las fantásticas aventuras de Tito y Tif" (1915)

Por motivo de la Gran Guerra regresó a España en 1916, residiendo al principio en Lérida, donde impartió clases de dibujo y pintura. Un poco más tarde se instalaría definitivamente en Madrid, donde empezó a realizar las primeras películas de dibujos animados que se realizaron en España: "La fórmula del Doctor Napo", "Aventuras de Jim Trot" y "Un discípulo de Caco". Junto a  otros pioneros de la animación como K-Hito fundó la SEDA (Sociedad Española de Dibujos Animados).
A partir de 1921 reanudó una estrecha colaboración con el periódico ABC, que duró hasta su muerte en 1933 a consecuencia de una bronquitis mal curada, encargándose de dibujar el chiste diario. En esa etapa demostró ser un humorista refinado y un gran observador de la sociedad de su tiempo y de las tipologías sociales. Tampoco escapaban a su sátira los avances tecnológicos y las locuras del arte moderno. Sus chistes se hicieron muy famosos y la gente los reconocían porque siempre incorporaba un perrito que era como la firma del autor. Este personaje canino, antepasado de los Milú e Ideafix, se lo sugirió un día un perrito que vio en Luanco (Asturias) acompañando a un hombre que llevaba una larga barba negra. Y en algunas de sus viñetas también aparecía un personaje barbudo, con sombrero y bufanda, aunque el can las más de las veces fuera por libre.
Este era Xaudaró, gran artista y precursor ibérico de la novela gráfica y los dibujos animados. Seguro que muchos de vosotros ni lo conocíais.   



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