EL VAN GOGH DE JULIAN SCHNABEL
Acaba de estrenarse el film de Julian Schnabel sobre la vida de Vincent van Gogh "A las puertas de la eternidad" y, pese a las críticas negativas que he llegado a leer sobre ella, debo decir que en conjunto no me ha decepcionado demasiado (lo que ya es mucho decir en los tiempos que corren) aunque tampoco es que me haya parecido una película redonda. Conociendo la obra pictórica y cinematográfica de este artista y director judeoamericano me había hecho a la idea de que iba a tener que aguantar otro tedioso y soporífero biopic sobre la vida de un célebre pintor, que no nos aportaría nada nuevo a lo que ya sabemos sobre el "loco del pelo rojo", es decir los consabidos tópicos que han sido llevados con mejor o peor fortuna a la gran pantalla desde Vincente Minelli en adelante.
Pero en este caso estamos ante un resultado bien diferente. La interpretación de un descarnado Willem Dafoe sin duda perdurará en el tiempo como la más lograda caracterización en el celuloide hasta el momento del genio holandés, aportando más autenticidad y misticismo que la ya clásica (y también meritoria, aunque también genuinamente hollywoodiense) de Kirk Douglas. Ya tiene bastante mérito que a sus 63 años tenga el talento de encarnar de forma convincente a un atormentado y deteriorado Van Gogh, que sólo tenía 39 cuando murió en extrañas circunstancias (reflejadas en la película) y de un disparo en el estómago en 1890.
El veterano actor demuestra que sigue en plena forma y nos transmite su vitalidad en esas escenas en que recorre como un senderista, con los enseres del pintor a cuestas, los arrebatadores paisajes de la Provenza, escalando montañas y rocas bajo el ardiente sol del mediodía, buscando la inspiración para su obra.
En algunos momentos vemos cómo ataca Van Gogh sus lienzos, contagiándonos en gran medida de su entusiasmo e impulso creativo, y el director consigue que las montañas, los árboles, las raíces, las plantas, los girasoles griten y adopten la forma gesticulante que el artista recreaba en sus pinturas.
En otros se nos muestra un Van Gogh diferente al típico "artista loco", hablando sobre arte y literatura con un discurso razonable y capaz de lidiar con los sólidos argumentos que le oponía su amigo Paul Gauguin. Un entendido y asiduo a los museos, que admira la pintura de Frans Hals, Goya, Velázquez, Veronese y Delacroix. Los accesos de locura que le sobrevienen suceden de forma accidental e inexplicable para el artista, no son el fundamento de su genio sino un tributo que debe pagar por haber recibido el "don divino" de la creatividad.
El intérprete de "La última tentación de Cristo" vuelve a explorar una vez más su vena mística en esta película, reflejando a la perfección la comunión del artista con la naturaleza, transmitiéndonos esa energía que el pintor veía en los campos, en los árboles y en las nubes, y que era capaz de captar de una manera tan asombrosa en sus lienzos. Esto es sin duda lo mejor de la película, y lo que nos hace olvidar algunos minutos algo tediosos y totalmente prescindibles. De todas formas, se trata de una película de obligado visionado para los interesados por el arte en general y por la obra de Van Gogh en particular.