Dicen los del Black Lives Matter y los Antifas que los suyo de romper estatuas en los USA es para protestar contra el "racismo blanco", porque por lo visto el que practican las otras razas parece que no existe o que es buena cosa. Y lo peor es que a remolque de los estatuofobos vienen los políticos, que con sospechosa celeridad ceden ante las presiones de aquellos para retirar los monumentos "polémicos",como el de Isabel la Católica en San Francisco o el del emperador Constantino en York (UK).
Dicen los Antifas y los políticos globalistas que los aplauden que los malditos blancos trajeron la esclavitud a las Américas hace 500 años, con el permiso de aztecas, incas, mayas y de otros pueblos indígenas, que hasta entonces vivían en una Arcadia feliz y fraternal. Nada dicen de la esclavitud en los países árabes o en China, que aún continúa en nuestro días, ni de la explotación en condiciones de semiesclavitud a la que las multinacionales someten a los agricultores en muchos países.
No, a las hordas de iconoclastas financiados por György Schwartz no les interesa sacar a la luz las miserias del presente, prefieren emprenderla contra los personajes del pasado. Tal vez porque su amo György invirtió mucho en corporaciones como Monsanto, con un siniestro historial en lo que a la trata de seres humanos se refiere.
No hace tanto tiempo Matteo Salvini, en plena crisis del Open Arms, afirmó que "Soros quiere llenar Europa de inmigrantes porque le gustan los esclavos", y el político italiano acertó de pleno. Siempre podrán servir estos de quinta columna al servicio del tío György, cuando haya que sembrar el caos para debilitar y arruinar económicamente a los estados, que es de lo que vive esa garrapata inmunda. Al fin y al cabo, en Italia y en el resto de Europa hay todavía muchas estatuas que destruir...
Para quien no lo sepa, Monsanto es el nombre de una familia portuguesa de origen sefardí establecida desde finales del siglo XVIII en Nueva Orleans, donde poseía una gran plantación llamada Trianon y controlaba el transporte de esclavos negros desde el Caribe al Golfo de México. Cuando el rey Carlos III recuperó el territorio para España, fueron expulsados y pasaron a Natchez, que estaba en la zona británica, y allí siguieron con sus actividades favoritas: la usura, la trata de esclavos y una plantación todavía más grande que la de Nueva Orleans, de varios cientos de acres en Manchac, Luisiana.Fue en 1901 cuando John Francis Queeny, otro miembro de la tribu, casado con Olga Mendes Monsanto, obtuvo de su suegro el capital para fundar en St Louis la empresa que lleva el nombre de la familia. Emmanuel Mendes de Monsanto, el papá de la novia, era un rico financiero dueño de una empresa azucarera en Viequer (Puerto Rico) con sede en St. Thomas (Indias Occidentales Danesas).
Desde el primer momento la empresa se dedicó a sintetizar productos químicos de dudosa reputación como la vainillina o la sacarina, para la Coca-Cola, a la que estudios recientes relacionan con determinados tipos de cáncer. Otros artículos estrella de Monsanto han sido el ácido sulfúrico, el caucho sintético, los plásticos cancerígenos como el poliestireno o las fibras sintéticas, los PCBs y herbicidas altamente tóxicos como el DDT, prohibido en los USA desde 1972. Suministraron al ejército norteaméricano otro famoso herbicida, el Agente Naranja, utilizado en la guerra del Vietnam para destruir la selva donde se escondían los "Charlies" y las cosechas de las que se alimentaban los vietnamitas. También jugaron un importante papel en el Proyecto Manhattan, que fabricó la primera bomba atómica.
Y siguieron perpetrando más fechorías, introduciéndose en la industria alimentaria a través de sus pesticidas y poliuretanos, las hormonas de crecimiento animal como la somatotropina bovina, y liderando la producción de productos transgénicos como el maíz Bt (con tolerancia al herbicida Round Up). También fue la primera compañía que produjo de modo masivo las lámparas LEDs, tan peligrosas para la salud humana, obteniendo grandes beneficios en el mercado digital con el fosfuro de arseniuro de galio.
En los últimos años la corporación fue cada vez más cuestionada, entre otras cosas por el trato inhumano que dispensaba a los trabajadores del campo en países como la India, Chile, Brasil o Argentina, donde se les sometía en algunos casos a condiciones de semiesclavitud, exponiéndolos además al veneno de los pesticidas agrotóxicos que fabricaban. También suscitaron muchas controversias sus pretensiones de privatizar las semillas, mediante la patente de los productos trangénicos GMOs, y de monopolizar así el mercado mundial, poniendo en riesgo la soberanía alimentaria, la salud humana y el medio ambiente en todo el planeta. Las demandas por el herbicida Round Up se acumularon en los últimos años hasta alcanzar las 52.500 denuncias. Este producto a base de glisofato, que ha llegado a ser el herbicida más usado del mundo, es además de muy cancerígeno para el ser humano letal para el medio ambiente, ya que mata a todas las plantas a excepción de las semillas genéticamente modificadas por Monsanto.
La empresa había llegado a ser la dueña desde 2013 de un ejército privado, los ex-Blackwater dirigidos por Cofer Black, antiguo agente de la CIA. Se les contrató para vigilar sus modernas plantaciones de esclavos, ya que en lugares como Brasil los campesinos habían empezado a quemarlas, y para eliminar a cualquiera que se opusiera a los planes de expansión de la empresa. De esta forma se infiltraron en las organizaciones anti-transgénicos, se desembarazaron de periodistas, presionaron a los gobiernos o espiaron a otras compañías rivales.
De todas formas, no pudieron impedir que todos estos tejemanejes acabaran siendo del dominio público, y ante esta situación tan molesta la macrocorporación optó por un cambio de estrategia. En 2018 se consumó la fusión de Monsanto con su rival la farmacéutica Bayer, mediante la supuesta "compra" por parte de la multinacional alemana de la norteamericana.El nuevo dueño de Bayer-Monsanto, el jázaro Larry Fink, maneja fondos por más de ¡5 billones de dólares! De esta forma ha desaparecido el infame nombre de Monsanto de los productos que sigue fabricando. En realidad esta operación no ha sido más que un lavado de imagen, ya que ahora lo que se lleva es el Capitalismo Verde, y no casaba muy bien con este la reputación de contaminante del gigante de los transgénicos. Que obviamente sigue con lo suyo y con todas las bendiciones de la ONU, que apuesta por la "agricultura sostenible", es decir a base de semillas trangénicas (Agenda 2030).
¿Quién podía creer que la mayor empresa de biotecnología del mundo, en la que han invertido tantos millones Bill Gates o George Soros, iba a disiparse en el éter así, sin más ni más? Las multinacionales a la hora de practicar el transformismo son unos expertos. Por ejemplo, ahí está la filial de Monsanto, la cadena de cafeterías Starbucks que antes usaba la leche de vaca trangénica, hormonada con somatotropina, pero que ahora con los nuevos tiempos ha decidido pasarse a la lucha contra el Cambio Climático y a la moda "vegana", empleando sólo leches vegetales como la de soja. Baste recordar que el 80% de la soja mundial (y por supuesto el 100% de la que sirven en Starbucks) está genéticamente modificada...
Además, y como un regalo de la Providencia, esta fusión con la Bayer (inventora a su vez, no lo olvidemos, del gas mostaza, del Zyklon B, y de medicamentos con efectos secundarios muy nocivos para la salud como el Xarelto, Essure y Mirena) se ha producido poco antes de que estallara la crisis del coronavirus, que amenaza con arrastrarnos a nuevas formas de esclavitud mundial, para provecho de las grandes farmacéuticas.
Y ya está bien por hoy de hablar de Monsanto, los amigos del tío György. Otro día hablaremos de sus jefes, los banqueros Rothschild, creadores de la Reserva Federal y del Estado de Israel, y de cómo mediante la deuda han saqueado y esclavizado, y siguen saqueando y esclavizando, a naciones enteras.
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