No sé por cuánto tiempo más podrá la humanidad entera soportar una tortura semejante a la que nos están sometiendo la oligarquía globalista y los intereses de la farmaindustria. Y en particular, desconozco cuánto aguante tendremos los desgraciados que vivimos aquí en España, uno de los laboratorios favoritos de los ingenieros sociales y de los apóstoles del NOM desde hace algún tiempo. Causa lástima, indignación e incluso repugnancia física comprobar como la mayoría de la gente de nuestro país anda tan mal de la cabeza, que ha asumido sin ambages la versión oficial de que por nuestra propia culpa, nuestra gran culpa, por el "pecado" de no llevar puesto el bozal a todas horas, se producen los recontra rebrotes y nos tenemos merecido un confinamiento mucho más duro que el anterior para septiembre, si no se adelanta para el mes que viene. Siempre la culpa es del pueblo llano, ya nos lo dijeron durante la crisis financiera, que la culpa era nuestra "por vivir por encima de nuestras posibilidades".
Y eso que los borreguitos españoles más dóciles no pueden ser, y lo han demostrado sobradamente durante esta pseudocrisis sanitaria que nos han organizado las élites.La cosa empezó a mostrar su auténtico color (marrón) cuando se agotaron los rollos de papel higiénico en los supermercados. Cuando todo el mundo acató sin chistar el confinamiento de las personas sanas, una medida que no se había tomado en Europa desde los tiempos de la Peste Negra. Cuando la gente salía a hacer el ridículo al balcón a aplaudir o a cantar el "Resistiré" a horas fijas. Y ahora que llevan puesto el antihigiénico bozal a todas horas, incluso cuando van solos por el monte, sólo porque así se lo ordenan los políticos y la tele, sin pararse a pensar en las consecuencias que este hábito puede tener para su salud. Porque en este caso el viejo refrán no podría aplicarse mejor: "es peor el remedio que la enfermedad", y habría que preguntarse si es preferible la hipoxia cerebral, las neumonías y otras afecciones respiratorias o incluso el cáncer que los efectos de un incierto virus detectado por unos PCR de escasa solvencia. Y cuando les ordenen ir a la pata coja o con el culo en pompa para inyectarles la vacuna del doctor Cicuta, no hay duda de que obedecerán como el rebaño que son ¿Qué otra cosa se puede esperar de gente acostumbrada a ir a votar simplemente porque se lo ordenan y porque los demás lo hacen?
En España el ambiente se ha vuelto, nunca mejor dicho, irrespirable. La población en masa actúa como zombis, que ni sienten ni padecen, y dejan que les arruinen el verano, como antes les arruinaron la primavera sin emitir una sola queja.Todo esto del bozal está pensado para que nos dé asco salir a la calle, para que asumamos el confinamiento voluntario en espera del obligatorio que van a decretar en cualquier momento. Los poderosos saben que el sol vigoriza y fortalece el organismo, y nos quieren privar de él para tenernos a todos débiles y enfermos. Y para ello se valen de los media y de la "peer present", la presión social, una herramienta de control de esta tiranía médica posmoderna, que funciona a las mil maravillas en nuestro país. Cuanto más se acostumbre la gente a ser torturada, más sádicos se volverán los torturadores y más crueles serán en sus exigencias. Ellos sólo nos ven como unos monos goyim sumisos, asustados y sin raciocinio, y seguirán creyéndolo mientras no les demostremos que andan equivocados.
Todo esta situación, en la que se nos están negando el sol y el oxígeno, me ha recordado una vieja canción del cantante italiano, actor, dibujante de cómics y no sé cuántas cosas más Adriano Celentano. En sus inicios, allá por los lejanos años 50, fue un pionero del rock and roll en su país, donde fue apodado el "Mollegiato" (el elástico) por su manera de moverse en el escenario y que parodiaba los movimientos convulsos de Elvis Presley (así se le puede ver en la película de Fellini "La Dolce Vita"). Luego cambió de estilo musical y se hizo famoso (y polémico) por ganar el festival de San Remo de 1971 con la canción "Chi non lavora, non fa l'amore", en plena huelga general convocada por el PCI. Por ese motivo tanto los comunistas como las feministas se sintieron ofendidos y se la quisieron prohibir. Por aquel entonces grabó algunas buenas canciones como "Azzurro" (Azul) convertida más tarde en himno de la selección de fútbol italiana y la que hemos seleccionado que a mí me parece su mejor canción, "Un albero de trenta piani", que forma parte del álbum "Los males del siglo", dedicado a abordar temas sociales como las drogas, el medio ambiente, etc. En esto de ser un artista pop comprometido con las buenas causas (mucho le deben los Bono y compañía) fue un precursor para bien o para mal, como de tantas otras cosas, incluido el rap, con temas tan extraños como el "Prisencolinensinanciusol ". Lo cierto que la calidad de sus canciones fue a peor con el paso del tiempo, aunque ha seguido teniendo una gran vitalidad en los escenarios, un poco a la manera de Mick Jagger. Como showman televisivo tampoco le ha ido mal, siendo un personaje muy popular e influyente en Italia y estando en antena durante muchos años, gracias a Silvio Berlusconi, con programas como "Rockpolitik, imitado en España por el servil y mucho más sesgado Wyoming. En esta clase de espectáculos, al igual que en sus canciones, se ha despachado a gusto con un discurso que combina un ecologismo tradicionalista de base campesina, con un catolicismo ortodoxo y un cierto anticapitalismo que arremete contra las especulaciones inmobiliarias.Siempre polémico, se le ha acusado tal vez con razón de histrión y de demagogo populista, y de ser el máximo representante de esa corriente que Umberto Eco llamó despectivamente el "qualunquismo"; un difuso movimiento social aparecido en la posguerra y en el que sus partidarios, normalmente añorantes del fascismo, expresaban su desconfianza hacia las instituciones democráticas, y que ha alargado sus raíces hasta el actual Movimiento Cinco Estrellas.
Muy distinto es el caso de esa especie de "izquierda agrícola" de nuestro país, con partidos como el Bloque Nacionalista Galego, surgido de la maoísta UPG, y que como su modelo chino ha ido evolucionando poco a poco hacia el capitalismo pandémico. Las escisiones que de vez en cuando vuelven a las esencias de la "asamblea nacional popular" supongo que estarían de acuerdo en cualquier caso con deportar a los campesinos en masa a las fábricas, como hizo el Gran Timonel en su Gran Salto Adelante...Umm, empiezo con la Plandemia y acabo hablando del "modelo chino", sin venir a cuento ¿O sí viene a cuento?
Un árbol de treinta pisos, 1972:
Es por tu locura, de ir a una ciudad/ que dejándonos está tarados la metrópoli.
Como tú y yo, bronceados, no hay aquí/ Les oí decir: "esos dos de ahí vienen del pueblo".
Se rieron y divirtieron, pues supieron/ que muy pronto nosotros también estaríamos como ellos
Paliduchos como rascacielos con la cara de cera/ con la cara de cera, ya no hay limpia ni la estratosfera
Así siempre será mientras vivas en una ciudad.
En aquellos campos tomabas conmigo el sol/ Y a nosotros nos cantaban los pájaros en sus ramas
Ahora en cambio aquí, en la ciudad, los motores/ De automóviles van cantándonos la marcha fúnebre
Y las fábricas, "perfumando" están todo el aire/ Y oscurecen un cielo tan negro oliendo que apesta.
El alcalde asegura que la ciudad es moderna/ No hacen caso si dices que el cemento tapó tus narices
El infarto es la moda, quien no lo padeció lo tendrá
Ahora no respiro bien y siento como un ahogo/ El aliento se me va, no sé si no volverá
Sólo veo allá que algo está naciendo/ Es un árbol sí, es un árbol de treinta pisos.
Excelente.
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