INDEFENSOS Y EN PELOTAS ANTE EL SISTEMA
Prisioneros del campo de Mauthausen |
Hay quien dice que las fotografías de desnudos masivos en espacios públicos de Spencer Tunick son obras de arte. A mí no me lo parecen; es más, como fotografías no me resultan particularmente bellas. Por lo general, carecen de interés, de sentido de la composición y no son nada del otro jueves. Suscitan, eso sí, mucho morbo y escándalo estas muestras de exhibicionismo colectivo. Y estoy muy de acuerdo con Avelina Lésper cuando dice que Tunick explota esa enfermedad moderna de negar la privacidad.
Resulta curioso ver el apoyo mediático y publicitario que reciben en los telediarios cada una de sus "instalaciones", que va realizando de forma itinerante por diversas ciudades del planeta. Desde luego Tunick ha dado en el clavo si lo que quería era llamar la atención sobre su persona y sobre su "proyecto".
Para los antiguos griegos el cuerpo humano ideal, en tanto que era la medida de todas las cosas, representaba la forma más bella y armoniosa que se podía concebir. El arte moderno y contemporáneo se ha encargado de denigrar al ser humano de todas las formas posibles, casi tanto como algunas ideologías y regímenes terroríficos del siglo XX.
Las fotografías de Tunick representan a los grupos humanos como masas amorfas, expuestas y vulnerables, como trozos de carne puestos al espeto, como animalillos hacinados para el matadero, indefensos y transparentes ante un sistema que los vigila y manipula a su capricho. Casi siempre se vinculan sus fotografías con alguna causa progre: la "libertad de expresión", la lucha contra la intolerancia o, por supuesto, la lucha por el feminismo y el "medio ambiente"... Precisamente esa ideología progre que es la sal de la tierra del actual sistema imperante.
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