MÁS PARTERRES Y MENOS MONUMENTOS AL TRABAJO
LOS DELIRIOS ROCOCÓ DE NUESTROS POLÍTICOS
Con gran clarividencia el Magnificiente Alcalde-Sol ha interpretado que los parterres, setos de tejo, acebo y boj, el arte de la topiaria en suma, con sus despliegues florales y demás fantasías versallescas son lo que el pueblo llano está exigiendo a sus ediles en estos tiempos de prosperity. Esos son los deseos del populacho que el espléndido don Abel XIV está dispuesto, cómo no, a satisfacer aunque para ello haya que invertir fabulosas sumas del presupuesto público. Total, como siempre, el que termina pagando los platos rotos es Juan Pueblo. Mientras permanezca en su cargo de Burgomaestre Vitalicio, seguirá despilfarrando en proyectos a lo Le Nôtre, plantando dinosetos, pezsetos y mariposetos, y llenando las calles con pantallas y paneles interactivos que no sirven absolutamente para nada, pero que harán las delicias de los horteras y marujones, que son la sal de su ciudad olívica.
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El último gran proyecto palaciego de este rey sin corona consiste en transformar la Gran Vía en un remedo de los jardines de Versalles, a mayor fama de su Egregia Persona, que ya tuvo a bien "embellecer" otros lugares de la ciudad, como la calle de Gregorio Espino por ejemplo, con espectaculares resultados.
Y si para ello hay que retirar un monumento de cuatro toneladas de peso que estorba al plan de reformas, pues se saca del medio, y aquí paz y después gloria. Al fin y al cabo quién sería capaz de replicar a Aquel que se identifica con los ciudadanos, hasta el punto de poder afirmar que "la ciudad de Vigo es Él".
Los coros de querubines te cantan en los colegios: "Abel, eres un puto crack". Y llamas "prepotente" a un artista por atreverse a contradecirte y a defender su obra. A Ramón Conde le encargó otro monstruo de soberbia, como tú, un grupo escultórico en 1991 y él, como debe hacer todo buen escultor, concibió su proyecto para amoldarlo al espacio urbano donde iba a ser emplazado.También el "compañeiro" quería dejar su huella antes de abandonar la alcaldía, y para ello patrocinó con dinero público la erección de varios colosos que mantuvieran viva para siempre su memoria entre las gentes: el Sireno, los caballos de la Plaza de España, etc.
De todos ellos, el que siempre me pareció el más simpático fue este de los "míster proper", una obra que puede considerarse como de las mejores de Ramón Conde, artista que en lo ochenta cultivó una estética entre feísta y expresionista a la hora de representar las formas anatómicas, plasmando a unos seres afectados muy a menudo de una obesidad entre mórbida y musculosa, que podía llegar a resultar a veces chocante y desagradable (algunas figuras suyas tienen un aspecto algo enucoide) pero que lograban destacar siempre con contundencia la dimensión matérica del cuerpo humano.
Arriba, el monumento de Ramón Conde. Debajo, el de Josef Thorak |
Pero este monumento a los Rederos en concreto me parece muy logrado y estudiado, porque posee unos valores plásticos innegables. Conde consiguió un conjunto barroco bastante armónico, a pesar de la variedad de ademanes individualizados que muestran los personajes, todos ellos tirando con esfuerzo de una misma red de pesca en una sola dirección, que queda enfatizada al estar situado el conjunto en una calle en pendiente. Se trata de un moderno "monumento al trabajo", simbolizando el origen trabajador y pesquero de la ciudad, como aquellos que se estilaban en los estados totalitarios, y quizás ese aspecto "fascista" y proletario a la vez haya sido decisivo al final para sentenciar su destino... De hecho, algunos lo han comparado con un grupo escultórico del nacional-socialista Josef Thorak, maestro del ciclopeísmo alemán, que podría haberlo inspirado en cierto modo, porque los parecidos entre ambas obras son realmente notables.
Ramón Conde ensambló las piezas de bronce que componen las figuras in situ, soldándolas al emplazamiento, lo que dificultará enormemente el traslado del conjunto a otro sitio: si se lleva en una sola pieza habría que mover cuatro toneladas de bronce, si se hace por piezas será todavía más complicado y costoso. En cualquier caso, la obra corre el riesgo de sufrir daños durante esa travesía, cosa de la que el artista seguro que es bastante consciente.
La decisión de trasladar el monumento, de todos modos, parece que ya está tomada, así arda Troya. En el proyecto de la nueva Gran Vía no hay sitio para los Rederos, y se baraja la posibilidad de llevarlos a un lugar del Arenal donde lucirán bastante menos, porque estarán menos accesibles al público y además en un emplazamiento llano, que nada tiene que ver con el entorno para el que fueron pensados en su origen. Vamos, que el resultado sería una gran y onerosa chapuza, pero conociendo a nuestros políticos por desgracia no va a haber quien los pare.
Parece ser que no se consultó al artista sobre esta decisión, y cuando este se enteró por los periódicos e intentó que se le informara personalmente, obtuvo la callada por respuesta por parte de la alcaldía. Proceder muy típico en estos casos, en los que la opinión del autor es lo último que cuenta para los próceres de la Patria. En materia cultural últimamaente la Alcaldía de Vigo está dando palos de ciego, ni siquiera está claro el destino que va a tener el Museo del MARCO, una especie de cajón de sastre si se tienen en cuenta las dispares actividades que se proponen realizar próximamente en él.
La nueva Gran Vía de Abel (antiguamente del Generalísimo) estará compuesta de fuentes, elementos ornamentales y ajardinados, pantallas interactivas, y lo único que me parece necesario y positivo de todo este fregado: una rampa mecánica que facilite a los peatones la subida de la pendiente. Pero pienso en la gente mayor o impedida, no en el conjunto de ciudadanos sedentarios y vaguetes, que seguro aprovecharán el dispositivo técnico para hacer aún menos ejercicio cuando suban a El Corte Inglés. Porque el interés consumista, claro está, subyace en el fondo de todo este asunto, y se trata sobre todo de facilitar el acceso a ese centro comercial por parte de propios y extraños, en perjuicio de los pequeños comerciantes que verán mermada la afluencia de clientes a sus tiendas.
La guinda del pastel será el famoso Pezseto que el Gran Abel piensa colocar en la confluencia de la calle Nicaragua con la Gran Vía, una horterada colosal que pretende competir con el Puppy de Jeff Koons del Museo Guggenheim de Bilbao, y que costará el pastizal de 40.000 euros, más lo que habrá que invertir para su mantenimiento. En total, esta obra de "humanización" saldrá por un ojo de la cara, pero seguro que a nadie le va a importar un bledo, y menos aún a la plebe agradecida, que al parecer tiene sus necesidades básicas cubiertas...
Mi humilde sugerencia, señor Alcalde de Vigo, es que no se mueva a los Rederos del sitio donde están, y así evitaríamos que Juan Pueblo tuviera que sufragar una operación costosísima e innecesaria. Pondría, eso sí, la rampa deslizante...y del resto del decorado rococó, ya veríamos más adelante. Antes sería imprescindible ocuparse de otras menudencias que sí tienen que ver con la gente que vive en su ciudad. Pongamos por caso, el albergue municipal donde en estos días tan fríos parece que no hay espacio suficiente para cobijar a las personas sin techo. De otro modo, va a quedar usted peor que Cagancho en Almagro...
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