EL EDIFICIO 5 POINTZ Y EL DEBATE SOBRE EL "ARTE URBANO"
Recientemente se ha hablado mucho de la sentencia de un juez de Brooklyn, que ha condenado al dueño de un viejo almacén abandonado a pagar una millonaria indemnización a los grafiteros que en él habían hecho sus pintadas. Parece ser que el espacio había sido "decorado" por los artistas del aerosol, a sabiendas de que tenía los días contados, y poco a poco se fue convirtiendo en un punto de encuentro para ellos y una especie de "museo al aire libre", una atracción turística al estilo de las que tanto le gustan a don Abel Caballero. Aun así, Jerry Wolkoff, ese insensible especulador inmobiliario y propietario del solar decidió que era más provechoso derribar aquella ruina y levantar en su lugar unos apartamentos de lujo. Muchos grafiteros y "críticos" expertos en arte contemporáneo (¿existen de verdad esos extravagantes ciudadanos?) protestaron como si aquello se tratara de un acto vandálico, propio de las hordas de Atila. Y entre ellos estaba el famoso y misterioso artista anónimo conocido como "Bansky". Pero el señor Wolkoff, como si oyera llover (seguro que vota a Donald Trump). En 2013 cubrió con pintura blanca la "capilla sixtina grafitera" y dos años después procedió a su derribo. Entonces empezaron las demandas...
Muy sorprendido se quedaría el señor Wolkoff cuando el juez federal Frederic Block, tras un proceso que duró tres largas semanas, le sentenció finalmente a pagar a 21 "artistas" del aerosol unos 6,7 millones de dólares en concepto de indemnización. El abogado Eric Baum, contratado por el cabecilla de los grafiteros, Jonathan "Meres One" Cohen, logró convencer con sus argucias de que entre aquellas mamarrachadas pintadas sobre una cochambre se contaban nada menos que 45 obras maestras que debían ser preservadas por la Ley de Derechos de los Artistas Visuales.
El abogado, una vez conocido el veredicto, comentó que "el arte protegido por la legislación federal debe ser cuidado y no destruido". Y también que "el espíritu de 5 Pointz seguirá así vivo durante generaciones".
Por su parte Meres One, principal promotor de la demanda (y seguro que principal beneficiario de ella) y fundador del colectivo OTM, afirmó con nostalgia que el 5 Pointz "era un templo".
Es seguro que el demandado recurrirá la sentencia, pero por el momento podemos decir que han ganado los "buenos", los progresistas, los que practican el "arte subversivo".
Primera paradoja: resulta curioso que estos grafiteros tan antisociales y antisistema tengan la piel tan fina y presenten ahora demandas, exigiendo reparaciones económicas multimillonarias. En sus orígenes, el graffiti era considerado una actividad vandálica, y todavía está prohibida en algunos estados de USA (en Los Ángeles la broma puede llegar a costar unos 8 años en el talego). Los autores o "escritores" así lo tenían a gala, iban contra las autoridades a propósito, atentaban contra los espacios privados y públicos, contra los vagones del metro, etc. para "marcar territorio", firmando con sus "tags". Su estilo solía ser bastante repetitivo, basándose más en la imitación que en la creación de imágenes nuevas.
Pero desde los 90's se fue abriendo camino lo que se conoce como el "Street Art", una corriente que tiene supuestamente una dimensión más artística y político-contestataria que el graffiti. El principal representante de este fenómeno sería el artista de Bristol (Inglaterra) que se esconde bajo el pseudónimo de "Banksy", y que trabaja con el aerosol y muy a menudo sobre stencils (patrones de cartón fino). Por su prodigalidad y por el mensaje político de sus obras, eficaz pero siempre con doble lectura, ha llegado a convertirse en un icono antisistema, la encarnación del mito del subversivo solitario.
En realidad, aunque se hayan barajado muchos nombres para identificar al tal Banksy (se ha señalado al artista Nick Walker o al líder de la banda "Massive Attack", Robert del Naja) lo cierto es que se trata de un equipo de gente, y que mueven muchísimo dinero con esa marca del que posiblemente sea el primer artista virtual (inexistente) de la historia. El "descubridor" de Banksy en los 90's fue Steve Lazarides, un cerebro del marketing, pero desde 2009 una misteriosa entidad llamada Pest Control Office es la que se encarga de vender sus obras nuevas al mercado. Lo cierto es que "Banksy" es a día de hoy el pintor, después de Damien Hirst, que más cotiza en las casas de subastas de Londres y Nueva York. Mucho se ha dicho que de las ventas de su obra el artista no se lleva un duro, pero eso es rotundamente falso. El "nuevo Andy Warhol", sea quien sea, posee una galería propia en el exclusivo barrio londinense de Fitzrovia, y su entidad trabaja como una maquinaria de publicidad y gestión semejante a la de las stars del pop-rock. Sus clientes, millonarios y estrellas de Hollywood, pagan sumas fabulosas por adquirir sus obras. Organiza mega-eventos y "apariciones" que levantan gran expectación en los media, y participa en proyectos como el Dismalan, un parque de atracciones no apto para niños, que dice promover valores ecologistas, antisistema y subversivos, donde además de 10 obras del propio Banksy se reunieron las de otros "artistas antisistema". Entre ellos, cómo no, del abominable Damien Hirst, otro multimillonario y gran defensor de la obra de este presunto grafitero.
O sea, que la cosa ha evolucionado mucho desde aquellos tiempos en que pintar grafitis era una actividad de marginados sociales y delincuentes comunes. Ahora se reviste todo de un halo "artístico", y además "político". Pero la hipocresía de sus promotores salta a la vista cuando se descubre que, lejos del desinterés, les mueven sobre todo la fama y el dinero. Son tan anticapitalistas como Ramón Espi-black o Anna Gabriel, esa que busca refugio en Suiza, mientras que prefiriría que los demás viviésemos en Venezuela.
Y segunda paradoja: este nuevo "arte callejero" se resiste a ser efímero, quiere permanecer, conservarse en los museos, convertirse en objeto de culto y mercancía de consumo elitista... Quiere, por mucho que en sus manifiestos afirme todo lo contrario, ser "preservado". Y la prueba la tenemos en este asunto del 5 Pointz. Exige para él un estatus de Arte con mayúsculas, y al mismo tiempo se reivindica de la calle, transgresor y antisistema. Es la misma vieja historia de dinero y mierda de siempre. Igualito que hicieron los artistas pop y Andy Warhol, forrándose a base de vender litografías de las sopas Campbell's o los conceptuales, que acabaron sentando cátedra y marcando la pauta en las facultades de Bellas Artes. A mí sí que no me la cuelan con el "Banksy", sea quien sea, y celebro cumplidamente que el bulldozer se haya llevado por delante la basura esa del 5 Pointz.
"Rata" de Banksy, con la gorra del Che Guevara |
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