lunes, 20 de agosto de 2018

ARTE CONTEMPORÁNEO: PELIGRO DE MUERTE



Esperemos que el turista italiano que se cayó en el hoyo de dos metros y medio de profundidad del Museo Serralves de Oporto, y que fue hospitalizado, se recupere pronto de sus heridas. Pudo comprobar por sí mismo que ahí no había ningún efecto óptico conseguido con el tinte Vantablack, ni nada parecido. Sólo un vulgar bujero. Pero es que las personas que todavía van a ver  las exposiciones de arte contemporáneo no tienen remedio. Esperan encontrar en ellas algo que les sorprenda, que justifique que a ese auténtico montón de basura  se le ponga el nombre de "arte", un indicio, una señal que les convierta  a ellos mismos en unos iniciados, capaces de ver aquello que está vedado al público ordinario... Y acaban por llevarse una sorpresa, pero de diferente calibre al que ellos esperaban.
No se acaban de convencer de que cabe aplicar perfectamente al arte contemporáneo aquello que escribió Oscar Wilde un día sobre el enigma de la Esfinge; que el secreto de la Esfinge es que no hay tal secreto.
Que detrás del humo contemporáneo de los pseudoartistas contemporáneos, no hay nada de nada.
Que si el tal Anis Kapoor ese de las narices (que ya debería estar en la trena por sus fechorías) tiene la ocurrencia de llamar "escultura" a un vulgar bujero hecho en el suelo y titularlo "Descenso al limbo" y decir que es un homenaje a Mantegna, no es porque esté tocado por un genio divino y sea superior al resto de los mortales... Sino porque se trata de una superchería más perpetrada por otro sinvergüenza, en comandita con otros sinvergüenzas, que se aprovechan de la bobería del público (cada vez más escaso, por fortuna) que va a visitar esas exposiciones de arte contemporáneo.

Un agujero negro, la nada, el vacío...todo un símbolo del arte contemporáneo

No es la primera vez que pasa que una obra de AC le cuesta la vida a alguien o manda al hospital a varias personas a la vez. La Tate Modern de Londres expuso en 2007 una obra similar a la de Kapoor titulada "Shibboleth", que simbolizaba según los del museo "la división cultural entre los pueblos", y que no era más que una grieta hecha en el suelo. La gracia terminó con 15 personas, que intentaron cruzar la frontera entre las culturas, hospitalizadas. El mismo museo, que parece estar especializado en esta clase de juegos lúgubres, había instalado poco antes varios toboganes de más de 100 metros de altura que formaban la obra de Carston Höller "Test Site". Cinco visitantes que interactuaron con esa obra resultaron heridos graves.  También en England una instalación de estructuras inflables, "DreamscapeV" de Maurice Algis produjo en 2006 terribles heridas a más de 30 personas. Y el récord de la peligrosidad real de una obra de arte contemporáneo hay que otorgárselo por méritos propios al tándem Christo~ Jeanne-Claude con su instalación "Los Paraguas", que en el Japón causó la muerte de un trabajador y en California la de una señora a la que se le clavó uno de los 3.100 paraguas de 4 metros de altura que formaban la obra durante una ráfaga de viento.
He aquí la prueba tangible de que, además de feo, el arte contemporáneo es dañino en todos los sentidos, y debería ser eliminado por una cuestión elemental de salud pública. Pero nada, mientras el poder político y cultural lo sigan detentando los mismos no habrá nada que hacer, así están las cosas ¿Hasta cuándo?

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