VIGÓPOLIS (3): LAS BARRABASADAS CONTINÚAN
El escamochado Dinoseto, todo un símbolo de la vieja política que se resiste a la extinción |
En nuestro blog nos preocupamos por la estética y el urbanismo, qué le vamos a hacer, y por eso no podemos dejar de hablar de vez en cuando de las tropelías que todavía acostumbran a perpetrar, pese a todo lo que ha caído y seguirá cayendo, nuestros próceres y gobernantes, con los dinerillos públicos, que al igual que las mujeres públicas son de todos y no son de nadie (aunque entre bambalinas casi siempre se esconda algún que otro proxeneta). De eso Vigo resulta un ejemplo paradigmático, con un largo historial de aberraciones urbanísticas que ya hemos comentado en anteriores entradas de este blog, y que han ido poco a poco desarmando a los vigueses de cualquier capacidad para el asombro.
En los últimos tiempos podemos comprobar cómo se está agrediendo a esta ciudad desde varios frentes a la vez, lo que va a redundar en la casi segura degradación de un entorno ya de por sí bastante deteriorado. Al paso que vamos la city olívica podría servir de escenario para la segunda parte de Blade Runner; para empezar, ya contamos con una numerosa población asiática, una pluvuiosidad más o menos ácida y un tráfico endiablado que seguro que hace las delicias de los maníaticos de la play station.
Desde dentro, cabe destacar los esfuerzos de la alcaldía por embellecer el aspecto de la ciudad. Las prisas electorales llevaron al actual edil Abel Caballero a practicar el macetismo más descontrolado, humanizando a prisa y corriendo varias calles, entre ellas Rosalía de Castro, donde por error fue a parar en una rotonda el monstruoso arbusto bautizado por el pueblo llano como Dinoseto (o Dinoseco, dado su actual aspecto desandrajado). Ya antes Caballero había afirmado muy eufórico que Vigo poseía las rotondas más bonitas del mundo mundial, recordando sin duda aquel episodio de la instalación del pesquero Bernardo Alfageme en el barrio de Coia, y de cuya polémica quiso aprovecharse la oposición (los restos del naufragado Bloque y los que andan mareando la perdiz, principalmente) sin mucho éxito electoral, por lo visto. A pesar de todo, y tras su accidentado periplo de barrio en barrio, el tyrannosaurus rex vegetal ha servido para atraer este verano a la Puerta del Sol a todos aquellos frikis de Parque Jurásico que han ido a hacerse un selfie con él. Incluso ha habido vigueses que se han dejado partir la cara por defender lo que pudiera convertirse, junto con el Sireno, en otro emblema de la ciudad, si no fuera porque la falta de cuidados y el calor estival se han encargado de deteriorar el dichoso ficus.
En cualquier caso, últimamente el señor Caballero está hecho todo un moderno mecenas de las bellas artes. Otra de sus geniales ideas ha consistido en ordenar la decoración de algunos enclaves de Vigo con 17 pinturas murales, interviniendo en medianeras, edificios y otros espacios públicos. No vamos a criticar la iniciativa en sí, aunque siempre habrá quien diga que hay cosas más urgentes en las que emplear el dinero de la alcaldía, y más en los tiempos que corren. Nosotros pensamos que la estética de una ciudad siempre es importante para el bienestar de los que en ella habitan, pero los problemas que tiene Vigo en este sentido son de tal envergadura que no se arreglan tan sólo con unas cuantas macetas y unas pinturas que hagan "bonito" (y sobre esto último y el criterio que se ha seguido habría mucho que discutir, ante la calidad desigual de los murales realizados). Habría que abordar el asunto del urbanismo de Vigo desde una perspectiva más global y ambiciosa, algo que le viene grande a nuestros actuales representantes políticos.
He aquí el actual buque insignia de la política cultural viguesa dirigida a la juventud |
Lo que ya no nos parece tan bien ha sido el procedimiento "a dedo" (muy fiel a su estilo) con el que el alcalde ha seleccionado a los artistas y las obras, escogiéndolos entre algunos enchufados de turno y amiguetes de partido. Lo más decente en estos casos hubiese sido convocar un concurso público no amañado, pero qué le vamos a pedir a una clase política acostumbrada a comportarse de la manera más despótica y caciquil cuando se hace con algo de poder.
De todas formas, felicitamos al actual edil por su mayoría absoluta (ya se sabe, vox populi vox dei) y esperamos que continúe su recién inaugurada carrera de mecenas de las artes, porque hasta el momento su política cultural se había limitado casi exclusivamente a promover todos los veranos esa convocatoria para macarras que es O Marisquiño, y la semana (un solo día ya no es suficiente) del Orgullo gay.
Para colmo de males y por si fuera poco, nos toca sufrir ahora la presencia de esas aberrantes megaestructuras, con las que unos pocos se llenan las alforjas, ideadas por Fomento (la estación del AVE) y la Xunta (el nuevo hospital Álvaro Cunqueiro). Sobre la primera no cabe decir mucho sobre su fealdad, porque esta habla por sí sola: una enorme explanada de cemento, sin una sola zona verde que pudiera alegrarnos la vista , y con el aparcamiento más grande de Vigo y peor aprovechado.
Sobre el segundo despropósito , constituye una nueva genialidad del ejecutivo de don Alberto Núñez, casi tan buena como la fusión de las cajas de ahorros que ha llevado a Galicia a la ruina financiera. Todo improvisado, a la vista de unas elecciones, dejando la sanidad pública cada vez más en manos privadas, sangrando a los sufridos usuarios... además de las catastróficas consecuencias que para la vida económica, el tráfico, etc. empiezan ya a vislumbrarse. Y parece que tampoco se ha pensado qué se va a hacer con el antiguo Hospital Xeral, el "Pirulí", completamente abandonado. Tal vez si los de las Mareas y el Coletas se hacen con algún poder en la Xunta, lo entreguen a los okupas para que lo convierten en la sede de alguna "asociación cultural" de las suyas. Ya veremos qué pasa.
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