IGOR MITORAJ: EL MITO AUN PERDURA
Recuerdo con cierta nostalgia un buen día de 2006, en el que el paseo del Príncipe de Vigo amaneció habitado (y transfigurado) por las monumentales esculturas en bronce de Igor Mitoraj, grandes no sólo por su colosal tamaño sino también por su valiente reivindicación de algo que parecía irremediablemente perdido en el panorama artístico de nuestro tiempo; el sentido de la Belleza. Por una vez algún responsable público acertó (sin duda que por casualidad) al traer estas obras y exponerlas en la calle, el lugar para el que fueron creadas, para que el público pudiera disfrutarlas y sentir, aunque fuera solo por unos pocos días, el poder transmutador y maravilloso del auténtico Arte.
Luego, esta clase de revelaciones nunca más han vuelto a repetirse en el escenario de nuestras ciudades, que han vuelto a la rutina impuesta por el mundo moderno, aquel que intentó asesinar el Mito, los antiguos dioses (a los que ha sustituido por ídolos de barro y plástico) y sus sueños de Belleza. Las fragmentarias esculturas de Mitoraj evocan la pervivencia de esa otra dimensión que corresponde al Arte de verdad, que tanto amamos aquellos que por la misma razón detestamos la basura de los "artistas"-impostores contemporáneos.
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