miércoles, 4 de octubre de 2023

LA BALSA DE LA MEDUSA LLEGA A LAMPEDUSA


La invasión de Europa sigue imparable su curso, y de seguir así el Viejo Continente que vio nacer el Partenón, las catedrales góticas, la pintura de Velázquez o la música de Bach se convertirá muy pronto en un estercolero globalista, por obra y gracia de los que manejan los hilos. Lo que está sucediendo en esa pequeña isla del Mediterráneo deja patente que el nombre de Giorgia Meloni debe ser añadido sin paliativos a la larga lista de infames y farsantes que se presentan como "salvadores" de las patrias, cuando en realidad trabajan al servicio de la Agenda globalista.  Entre ellos figura cierto personaje  coronado, muy apreciado por ciertos sectores de nuestro país, y que luce muy ufano en la solapa una especie de esfínter de colorines.
Ojo con esas "nuevas derechas" europeas que engañan a sus votantes, vendiéndoles la moto de que van a cambiar radicalmente el sistema  desde dentro, para revertir nuestro triste destino. De que el ciudadano puede estar tranquilo, porque el voto en democracia lo puede  todo. Después casi siempre estos políticos nos salen ranas, como la Melona,  títeres de Washington, Henry Kissinger, Úrsula von der Mierden, George Soros o los lunáticos del Foro de Davos  No estaría de más que alguien en España, como Alvise, investigara a fondo las conexiones de los muchachos de Abascal con el Instituto Aspen, por ejemplo. Igual nos llevaríamos todos una sorpresa...


Se conoce como "efecto Lampedusa" o "gatopardismo" el maniobrar en política para que parezca que todo cambia, cuando en realidad todo permanece igual. El término procede de una confidencia de Tancredi  a su tío el Príncipe de Salina, en la famosa novela "El Gatopardo" de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
La Melona ha resultado ser otra gatopardista globalista de manual, que no va a impedir en absoluto que  el Plan Kalergi, esa cosa  de conspiranoicos que como  todo el mundo sabe en realidad no existe, siga adelante transformando Europa en un vertedero miserable, en una fábrica de esclavos sin remisión.
Los italianos que la votaron confiando en que aplicaría políticas para controlar la inmigración ilegal deben de andar hoy bastante sorprendidos por el giro que ha pegado su "lideresa", que ha pasado a defender ahora la postura contraria y a acoger a los pobrecitos "refugiados" de no se sabe qué conflictos que hay a lo largo y ancho del planeta Tierra. En Lampedusa los invasores ya son más población que los autóctonos y sólo esperan el momento de ser enviados a colonizar el resto de Italia y  otros países de Europa, a los que la Melona acusará de insolidarios si no se avienen a admitirlos.




Se confirma una vez más que tanto la izquierda como la derecha son la misma  hez, y que sólo se diferencian en el ritmo y la velocidad con la que se consagran a aplicar una idéntica hoja de ruta.
Al mismo tiempo, en el todavía nuestro archipiélago canario, se vuelve a notar la presión migratoria, que tenemos que agradecer al sultán Mohamed Sesto (el "hermano" de Felipe Sesto).
Y es preciso señalar el papel que está jugando en todo este proceso suicida, al que está encarrilada Europa, la actual Iglesia católica, con Don Jorge Bergoglio al frente, siempre tan preocupado él por los derechos de los gays o los musulmanes y tan poco pendiente de qué pasa con los cristianos en Armenia, Siria, Ucrania, China o en Nigeria. A estas alturas casi no se diferencia en nada de una oenegé cualquiera de George Soros, como la Open Arms y compañía. 
No tardará en seguir los pasos de la Iglesia anglicana y en renovar las vidrieras de sus iglesias, como han hecho hace poco con las de la catedral de Washington D.C:, para acomodarse más al gusto woke.
  


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