Cartel
de Dalí, anunciando el Tenorio (1949) hoy en paradero desconocido
Afirmar
que el Halloween es una celebración satánica, como han dicho en el
obispado de Cádiz, quizás sea darle demasiada categoría a la cosa.
El Halloween no es más que una memez americana, basada muy por los
pelos en algunas costumbres exportadas a los USA por los emigrantes
irlandeses, y que hoy por hoy se retroalimenta de muchas películas
malas de terror y series televisivas para adolescentes góticos,
productos de la subcultura-basura y los espectáculos de consumo de
la actualidad.
Eso no impide que algunos nacionalistas gallegos,
empleando un acadabrante silogismo (gallego=celta=irlandés-yankee)
pretendan vendernos el "jalogüin" como una fiesta
ancestral de los galaicos, el terrorífico Samain,
que ya se celebraba por aquí desde los tiempos de Breogán, con
calacús
incluidos
(por más que las calabazas sean productos de ultramar, que no
llegaron a Galicia hasta después del descubrimiento de América).
Estos modernos druidas deberían ser más consecuentes y sacrificar
a Lug y Tutatis algunas tiernas doncellas, que es lo que se hacía en esas
festividades antiguas entre borrachera y borrachera, aunque las
feministas pusieran el grito en el cielo.
De
lo que no cabe duda es que en Galicia y en el resto de España, como
en cualquier país de raigambre católica, y sin perjuicio de que las raíces
paganas (celtas y romanas) hayan pudido influir algo en todo esto, se
han celebrado desde tiempo secular la Fiesta de Todos los Santos y el
Día de Difuntos, con sus propios ritos y ceremonias que poco tienen
que ver con esa mascarada de brujillas, esqueletos, zombis y vampiros
que nos asedian con el "truco y trato". Más bien se
acostumbraba a ir en familia a los camposantos a presentar los
respetos a los muertos, en el marco de una mentalidad que, a diferencia de
la actual, no rehuía la muerte ni trataba de ocultarla, sino que la
integraba con naturalidad en el mundo de los vivos.
También
existe la tradición teatral, mucho más moderna, de representar por
estas fechas el drama de Don Juan Tenorio de Zorrilla,
que nos podrá gustar más o menos, pero que sin duda tiene bastante
más nivel cultural que todos esos bodrios hollywoodienses a los que
aludíamos antes. Porque el personaje arquetípico español (y
gallego) del Juan Tenorio tiene bastante más miga que lo que
vulgarmente se piensa, cuando se reduce al simple ponedor de cuernos y
"burlador de mujeres" profesional, que en el fondo esconde extraños
complejos de narcisista y de bujarrilla, como decía el doctor
Gregorio Marañón.
Si sólo se tratara de eso, de un miserable playboy o latin lover cualquiera, no hubiera llegado a convertirse nunca en
mito universal, ni acaparado el interés entre otros de Molière,
Mozart o Baudelaire,
ni de tantos hombres de letras desde que un fraile del siglo XVII,
Tirso
de Molina,
lo plasmara magistralmente por escrito con todas sus contradicciones.
"Don
Juan, Sganarelle y el Mendigo" por Aubrey Beardsley | |
|
|
Ortega
y Gasset
nos advirtió ya del impulso dionisíaco y nietzscheano que tenía el
personaje cuando sobre él escribió: "Don Juan se revuelve
contra la moral, porque la moral se había sublevado contra la vida.
Sólo cuando exista una ética que cuente,como norma primera, la
plenitud vital, podrá don Juan someterse". Otros, desde
planteamientos más o menos teológicos o filosóficos, han estudiado
las motivaciones de este "libertino", cuyo principal rasgo
distintivo de su personalidad es la audacia, que llega a convertirse
en sacrílega y metafísica con el famoso convite del Comendador de
Ulloa (motivo por el que es una cita clásica del Día de Difuntos).
El
personaje de Don Juan Tenorio parece que está basado en un caballero
real , nacido en Sevilla pero oriundo de Galicia (Tenorio es el
nombre de una pequeña localidad pontevedresa) y así lo señala Said Armesto,
aunque también se hayan apuntado otros posibles orígenes del mito,
como el modenés Jacobo de Grattis (el llamado "Caballero de
Gracia").
En
su ensayo sobre "Mitología Cristiana" (1963)
Vicente Risco llega
a decir que Don Juan, más impío que ateo (y por lo tanto, en el
fondo creyente) es la prefigura del superhombre.
Del
mismo año es la novela "Don Juan" de Torrente
Ballester,
que comparte muchos de los planteamientos que aparecen en el ensayo
de Risco. En esta obra se nos ofrece un retrato mucho más complejo y
poliédrico de lo que suele ser habitual sobre el "burlador",
dando una explicación de su proceder como una rebeldía contra sus
propios antepasados y contra Dios. El propósito principal del
"libertino" sería poner en evidencia la doble moral de los
que corrigen la ley de Dios con su propia ley, como los
cristianísimos nobles hispánicos de antaño, que exigían que las
afrentas al honor (muchas veces presuntas o insignificantes) se lavaran siempre con sangre. Lo que hace Don Juan
lo hace "porque le da la gana", respuesta typical spanish y grito libertario,
muy en correspondencia con la Voluntad de Poder del superhombre
nietzscheano. Aclaremos que la doble moral es algo inevitable en el cristianismo, cuando se empeña en transformar a los lobos en corderos, pero que hoy en día existen formas mucho más sofisticadas y cobardes de
hipocresía y doble moral, entre los que profesan la religión laica de lo progre, el pensamiento correcto o los derechos humanos: políticos, banqueros, medios de
comunicación, subvencionados de toda condición, etc.; pero eso es otra historia.
Recomendamos,
cómo no, encarecidamente la lectura de este libro del gran Torrente (Ballester se entiende, no el otro), en estas
largas noches de noviembre, y siempre a la luz de un candelabro con velas, para
engordar lo menos posible la factura de la luz (ya engordan bastante las eléctricas con el cambio de horario que, en su su propio beneficio, nos
imponen).
|
| | |
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario