GRANDES ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS: EL CHIMPANCÉ "CONGO" Y LA PINTURA ABSTRACTA
Ilustración de Grandville para "L' Autre Monde"(1844) |
Su colega Malévich, mucho más salado, tras iniciar sus pasos en la vanguardia de la mano de Larinov y Gontcharova, será el fundador del Suprematismo que, según sus palabras, pretendía "liberar el arte del lastre de las cosas". También influyeron en él las chifladuras de los teósofos, en concreto el zaumismo de Ouspensky y su búsqueda de la cuarta dimensión. En 1915 presenta su "Cuadrado negro sobre fondo blanco", que representa la disolución de la forma en la "nada" Absoluta. Más tarde, en 1918, decidió que era más eficaz, mejor y más sencillo dejar el lienzo en blanco, y se sacó de la manga el "Cuadrado blanco sobre fondo blanco". Vamos, que era un genio, el tío.
Y llegamos a Mondrian, otro forofo de la señora Blavastky, que además lucía un curioso bigotito hitleriano. El padre del neoplasticismo también se empeñó en una búsqueda de la estructura espiritual del universo, llegando a la conclusión de que todo había que reducirlo a unos simples contrastes de líneas y de color para simbolizar la unidad entre los opuestos. Así que terminó pintando retículas de líneas perfectamente perpendiculares, rellenando algunos de los rectángulos resultantes con los colores primarios. Gran disgusto le supuso que su discípulo, Theo Van Doesburg, se atreviera a probar con las tramas en diagonal.
"Congo" el chimpancé, en plena acción |
Pollock, haciendo lo propio |
La historia del arte abstracto continuó acabada la segunda guerra mundial, siendo el Expresionismo Abstracto el gran estilo americano por antonomasia. Básicamente estos pintores cayeron en la cuenta de que lo importante era pintar lienzos muy grandes y de la forma más fácil y en el menor tiempo posible, para cumplir con la demanda de arte contemporáneo. Los críticos de turno como Rosenberg les sirvieron una coartada estética, aludiendo a los "descubrimientos" del surrealismo en el campo de la creatividad y la desinhibición de los instintos. Así se justificaban y valoraban la intervención del azar, pintar bajo los efectos del alcohol o las drogas,etc. Jackson Pollock, por ejemplo, que estaba tajado de bourbon un día sí y otro también, fue el inventor del dripping, una técnica que consistía en suspender cubos de pintura y dejar que se derramaran sobre el lienzo, mediante un goteo apenas controlado por el "artista". Una forma genial de ensuciar metros y metros de lienzo, que luego alcanzaban sumas astronómicas en el mercado del arte. Seguirían otros muchos pintores abstractos famosos: De Kooning, Rothko, Newman, Tápies... todos ellos siguiendo, más o menos, el mismo modus operandi, aunque bautizando su "estilo" con distintos y llamativos nombres: informalismo, tachismo, pintura matérica,etc.
Resulta curioso este proceso de salvajismo y animalización creciente del pintor abstracto (en paralelo con el embrutecimiento generalizado del hombre occidental durante el siglo XX), y que culmina con el chimpancé "Congo", un maestro indiscutible en este género de pintura. Y sorprende más aún conociendo los orígenes presuntamente "espiritualistas" de la abstracción.
Recordemos también que una de las justificaciones más recurrentes (y más burdas) de la pintura abstracta consiste en afirmar que el invento de la fotografía había liberado al pintor de la "obligación" de retratar con fidelidad la naturaleza, de imitarla o copiarla (en el sentido peyorativo que tenía esta palabra para Platón). Los artistas podrían ahora elevarse hasta el mundo de las Ideas, y avanzar hacia un arte más espiritual. Pues he aquí el resultado.
En el fondo de estas afirmaciones (muy comunes entre los profesores de Bellas Artes) anida un desprecio absoluto por todo lo que el arte occidental (y no occidental) había sido hasta la invención del abstracto. Los artistas no habían sido otra cosa que "artesanos" aferrados a su oficio, unos "monos" imitadores de la realidad o de los modelos clásicos; y la máquina había conseguido reemplazarlos del todo o al menos sustituirlos en una tarea tan mecánica y servil. Lo cual es una estupidez como un piano, porque no hace falta tener muchos conocimientos de arte o una sensibilidad especial para darse cuenta que existe una enorme diferencia entre un cuadro realista y una fotografía.
Además, artistas como Velázquez o Leonardo da Vinci eran cualquier cosa menos unos lerdos, pues se sabe que consultaban con frecuencia tratados de matemáticas, astronomía, estudios de humanidades y filosofía, además de los conocimientos empíricos que se les suponen en anatomía, la naturaleza de la luz,etc.
Dejémonos ya de zarandajas. Algunas obras de arte abstracto pueden tener un valor decorativo, no lo pongo en duda. Pero de ahí a dar crédito a las elucubraciones metafísicas de los críticos para justificar la supuesta superioridad de la pintura abstracta sobre la figurativa media un abismo, que Dagga Ramba no está dispuesto a cruzar.
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