domingo, 18 de febrero de 2024

¿LA HISTORIA RIMA O SE REPITE?


Como la mayoría de los cómics de Cascaborra Ediciones, este que nos ocupa ahora debería recomendarse como lectura obligada en todos los institutos de nuestro país. Sobre todo porque no resultará difícil al alumno despabilado establecer conexiones y hallar inquietantes similitudes con los sucesos del presente. Los sugerentes dibujos de Taco Silveira, que aúnan el rigor histórico con el simbolismo, son el complemento perfecto para este guion de Juan Alcudia, que trata de narrar uno de los episodios más enigmáticos de nuestra historia.
La narración combina dos puntos de vista opuestos, el de los visigodos invadidos y el de los sarracenos invasores. Incluso llega a utilizar simultáneamente los dos tipos de cronología, la cristiana que computa el tiempo a partir del  "Anno Domini" y la musulmana a partir de la Al-Hiyra. Asistimos a un fenómeno  complejo, ya que dentro de cada uno de esos dos grandes bloques existían bandos y facciones internas (witizanos contra rodriguistas, árabes frente a bereberes) muy enfrentadas entre sí, aparte del papel nada insignificante desempeñado por los judíos en la caída del reino de los godos. La historia se cuenta de una forma no-lineal, con varios saltos en el tiempo que requieren de una segunda lectura para entenderla del todo bien, a pesar de que el episodio histórico es (debiera ser) bastante conocido.
Los personajes principales del drama están muy bien caracterizados: el prepotente árabe Muza que quiere ampliar las conquistas del califa de Damasco, el caudillo bereber Tariq que sueña con ganar la libertad de su pueblo, el temeroso Julián que está dispuesto a colaborar con los invasores para salvaguardar la plaza de Ceuta y de paso su propio pellejo, el disoluto y arrogante Rodrigo, "Christianissimus el amator Dei,invictissimus et religiosissimus princeps Roderico, Rex", que  desprecia a los bereberes como enemigos insignificantes llamándolos "follaovejas", su joven espatario Pelayo, que empieza a olerse la tostada de la derrota, los hermanos de Witiza que conspiran en la sombra, el mercader judío que comercia con unos y con otros, mientras despierta la codicia de los árabes hablándoles de las riquezas atesoradas en Toletum...
Mis escenas favoritas son aquellas en las que la narración se vuelve más simbólica y onírica, como cuando vemos al obispo de Narbona suplicar a Dios y sermonear acerca del Apocalipsis inminente o cuando vemos a Don Rodrigo entrar en la Cueva de Hércules y desplegar sobre la Mesa de Salomón un pergamino iluminado a la manera del Beato de Liébana, con figuras de guerreros sarracenos anunciando su fin, o la muerte del propio Rodrigo en la batalla de Guadalete. Los autores sitúan el escenario de esta batalla, siguiendo la tesis de Sánchez Albornoz, en las inmediaciones de las ruinas romanas de Lacca, en un paisaje yermo y desolado. 
No creo estar haciendo ningún spoiler si cuento el desenlace de esta historia: los familiares del difunto rey Witiza, el noble Sisberto y el obispo Oppas, en combinación con un tal Akila sublevado en el noreste, se retiran en plena batalla, dejando en la estacada a las huestes de Rodrigo, lo que permite a los bereberes de Tariq salir victoriosos en aquella jornada. Aprovechando el vacío de poder, el Islam se expandirá a continuación a sangre y fuego por toda la península. En esto el cómic se muestra más bien "oficialista", ya que no suscribe la teoría alternativa (algunos dirían elucubraciones) de Ignacio Olagüe, aquel jonsista de pro que negaba la invasión árabe y especulaba sobre la  penetración pacífica del Corán en una Hispania arrianizada. Una fábula que se sacó de la manga y que contradecía todas las crónicas de la época y que ha sido muy bien acogida, por razones obvias, por los islamistas actuales.
Quizás sean menos conocidas (sobre todo por esos islamistas) las disputas internas entre árabes y bereberes, que en el cómic saltan a la vista, cuando más tarde Tariq consiga  entrar en Toletum, en busca de los tesoros de la Cueva de Hércules, desobedeciendo las órdenes recibidas de  Muza. Pocos años después estallaría una salvaje guerra civil en Al-Ándalus entre árabes y bereberes por causa del botín. Fue una suerte para los "infieles" que la zona musulmana fuera casi una permanente olla de grillos el tiempo que duró, y constantes las disputas entre las distintas sectas del Islam, enzarzadas por motivos religiosos, étnicos o dinásticos.
Esto se puede decir que no ha cambiado mucho, y en el presente siguen más o menos igual (basta  con observar el conflicto saharaui o entre los estados de Marruecos y Argelia). Y también es una suerte que el sultán alauí, tan mimado por EEUU e Israel y con un potente lobby dentro de la UE y la propia Expaña, sea un degenerado al que desprecia una buena parte de su propio pueblo.
Pero lo preocupante es que la situación de degradación y descomposición interna que presenta Expaña en la actualidad guarda un gran paralelismo con la de la Hispania goda del 711. 
Enseguida uno se da cuenta  que detrás de los grandes cataclismos que han asolado a nuestra historia, además de con los enemigos exteriores, hay que contar con la corrupción de nuestra clase dirigente, a menudo más preocupada por sus intereses privados que por el interés general, cuando no directamente traidora, vendepatrias o, como diría Gustavo Bueno, "distáxica". 
Y hay que contar, por desgracia también, con la aquiescencia y el conformismo de buena parte del pueblo llano, que anda adormecido, retardado, cuando no degenerado, y no actúa cuando debiera o si reacciona lo hace casi siempre tarde y mal.
Así sucedió con el llamado "desastre del 98", derrota totalmente pactada por nuestros masónicos gobernantes como Sagasta, que a cambio fueron generosamente recompensados por los yanquis. O con las independencias americanas, fraguadas en las logias de nuestro país o con la invasión napoleónica, con una "nobleza" vergonzosa y genuflexa ante los invasores franceses.
¿Qué sucede en la actualidad? También tenemos políticos, prelados y hasta representantes de la monarquía muy genuflexos ante todo lo que digan en la Casa Blanca, el Pentágono, Davos o Bruselas, dispuestos a enviar a la patria al carajo o a masacrar a sus propios conciudadanos si así se lo mandasen sus amos. Tenemos una auténtica legión de donjulianes, sobre todo en el ámbito de la "cultura", con el tarado de ministro Urtasun a la cabeza, dispuestos a hacer un holocausto con la herencia de nuestros antepasados, para inmolarla en el altar del wokismo posmoderno. Tenemos a otro "reyezuelo de la Tarraconense", Pukemón, y a los vascones (y a los galaicos) a la expectativa para tomar parte también en este hara-kiri colectivo. Nunca como hasta ahora hemos tenido un gobierno tan plegado a los intereses de Marruecos, que los antepone a los de la propia nación: ya sea en la cuestión energética, como en la agricultura, la pesca,  el narcotráfico o en el tema migratorio...
¿Y qué decir de la moral del actual pueblo expañol? Se dice que en la Hispania visigoda, bajo el reinado de Egica, la represión de la sodomía tuvo que ser objeto de un canon especial del XVI concilio de Toledo y de una nueva ley civil. Y que en aquel mismo concilio hubo que dedicar otro canon a lo que se llamó "contagio de desesperación", una auténtica epidemia de suicidios que se propagó por toda la población. 
Ahora aumentan los suicidios entre los adolescentes, se dispara el aborto y se promociona lo homo y lo trans, lo que no garantiza precisamente el futuro de nuestro pueblo, sino más bien su "reemplazo" (en palabras de Renaud Camus) por una creciente población inmigrante.
En los últimos tiempos desde Expaña no dejamos de emitir señales muy peligrosas que llegan de un modo constante a los que ya se sienten futuros herederos de nuestra tierra: la recepción en hoteles de lujo y con hetairas danzarinas de las ONG incluidas, películas subvencionadas y premiadas en los Goya,  programas de TV como "First Dates" o galas como la de los Drag Queen o la de los mismos Premios Goya, los representantes de Eurovisión, carnavales pedofílicos como los de Torrevieja o incluso puede que hasta el cartel de la Semana Santa sevillana...  Esta es la imagen que estamos dando, la de una plebe blandengue, emputecida y lista para el matadero. 
Si de verdad todas estas señales son manifestaciones del verdadero pueblo expañol en 2024, no tenemos ni para medio Guadalete.

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