martes, 21 de noviembre de 2023

LOS VIEJOS TEBEOS DE ANTAÑO(4):

"HAZAÑAS BÉLICAS" DE BOIXCAR 

Sin duda una de las series de cómics más populares del panorama español de los años 50 y 60 fue "Hazañas Bélicas" creada por la Ediciones Toray de Barcelona en 1948. Fue la gran contribución del tebeo patrio al género de aventuras bélicas, llegando a alcanzar unos niveles de calidad muy altos para la época. Y eso se debió sobre todo al trabajo de su principal dibujante, Guillermo Sánchez Boix, más conocido como "Boixcar". Su trazo era inconfundible, el llamado "estilo Boixcar", y en el período  en que estuvo activo fue el creador de una cantidad prodigiosa de historietas, publicadas originalmente en blanco y negro y en el formato apaisado de los cuadernillos de entonces. Las portadas en color, obras del propio Boixcar, también merecen una mención especial por su gran atractivo y espectacularidad. Así que, querido lector, encáscate tu stahlhem y agarra tu Mauser Kar 98k, que comienza el zafarrancho.

El dibujante  barcelonés Guillermo Sánchez Boix (1917-1964) adoptó el acrónimo de "Boixcar", por el que se haría famoso, en homenaje a su esposa Carmen. Conoció siendo casi un niño lo que era una guerra en carne propia, ya que como muchos otros jóvenes de su quinta fue movilizado por el Frente Popular, al mejor estilo totalitario, en la llamada "leva del biberón". Lo mismo les sucedió a otros futuros dibujantes de esa Edad de Oro del tebeo español que floreció algo más tarde, durante el franquismo: Juan G. Iranzo, Antonio Hernández Palacios o Jesús Blasco. Como este último, tras su traumática experiencia bélica y la derrota del mal llamado "bando republicano", tuvo la mala idea de ir a  buscar refugio a Francia pasando una larga temporada  en un campo de concentración para españoles.

Cuando regresó a España probó varios oficios para ganarse la vida hasta que en 1945 empezó su carrera de historietista, teniendo como colaborador muchas veces a su hermano José María Sánchez Boix. Su primer trabajo para la Editorial Marco fue la adaptación de un folletín de aventuras  "Los vampiros del aire", sobre las malandanzas de un grupo de gánsteres alados. Después vendrían series propias como "El Puma" u "Orlán, el invencible"; pero sería con "Hazañas Bélicas" que se convertiría en uno de los ases indiscutibles del cómic español. Ediciones Toray las presentaba así al público con letras de molde en su campaña de lanzamiento:

"Emocionantes episodios de la última gran guerra, magistralmente relatados por BOIXCAR. Todo el heroísmo, abnegación y nobleza que derrocharon infinidad de combatientes, héroes anónimos de la guerra, fielmente expresados en esta gran publicación."

A "Boixcar" le sugirieron la idea los  "Episodios de guerra", que los hermanos Jesús y Alejandro Blasco dibujaban para la Editorial Augusta. La serie, iniciada en 1948,  no tendría en principio protagonistas fijos, y trataría de soldados desconocidos que intentan salir adelante una vez que sus vidas se complican al entrar en la vorágine de la guerra ("la gran conductora de los destinos de los hombres", como se llega a decir en alguna ocasión). A veces la guerra sólo es un telón de fondo sobre el que se desarrollan los dramas personales de los personajes, con muchas dosis de sentimentalismo en ocasiones, cuando hay faldas de por medio. Algunos de ellos actúan con conciencia e intentan cumplir con su deber hasta el heroísmo, en otros sin embargo la guerra saca a relucir lo peor de ellos mismos: la codicia, la venganza ciega, etc.
 Las historias están, en cualquier caso,  impregnadas de un humanitarismo trágico y un marcado carácter moral y cristiano, en consonancia con el nacional-catolicismo de la época. Con frecuencia terminan con una especie de apostilla o moraleja, recordando el inapelable juicio de Dios y cosas por el estilo. Incluso se ha llegado a hablar de una cierta apología de la paz, que no hay que entender en el sentido "progresista", como hacía Terenci Moix, sino más bien según las enseñanzas del Evangelio. La violencia por la violencia, tan en boga en los productos de ocio de la americanizada sociedad contemporánea, está del todo ausente en estos cómics. La guerra sólo se justificaba si era en defensa de la patria o de los valores cristianos, que se consideraban del todo incompatibles, por ejemplo, con el comunismo.

Primer cuaderno de "Hazañas Bélicas"

A medida que la serie avance en el tiempo, irá reflejando los cambios que se fueron produciendo en el mundo y en concreto en la España de Franco durante la llamada "guerra fría". De centrarse casi exclusivamente en la Segunda Guerra Mundial (esquivando el espinoso tema de la Guerra Civil, para no reabrir las aún recientes heridas) y ofrecer una imagen bastante favorable de los antiguos camaradas del Eje, derrotados en aquella contienda (los alemanes aparecían a menudo como soldados nobles y valientes) la balanza se irá inclinando poco a poco, y muy sutilmente, a favor de los americanos, el nuevo modelo a seguir por el mundo "libre" y occidental. De hecho en la segunda etapa de la colección, el personaje que aparece en todas las portadas como un icono de la serie es el típico soldado de infantería useño con metralleta. 
Y en las historias irán apareciendo los nuevos conflictos en lontananza: la guerra de  Corea, la revuelta húngara de 1956, Indochina, Argelia...  al mismo tiempo hay alguna que otra mirada retrospectiva hacia la Gran Guerra del 14.
Los años dorados de "Hazañas Bélicas" fueron aquellos en los que "Boixcar" se hizo cargo casi en exclusiva de los dibujos y los guiones. Hubo una primera etapa de 29 cuadernos de periodicidad semanal, entre 1948 y 1949, que se inauguró nada menos que con el episodio del ataque a la base de Pearl Harbour ("Quien a hierro mata") donde ya empezaban a aparecer los japoneses con rasgos crueles y sanguinarios,  algo que sería una constante a lo largo de la serie. Es probable que la aún reciente Masacre de Manila de 1945, durante la cual se exterminó a la pequeña colonia española que aún quedaba en Filipinas, tuviera mucho que ver con esta visión tan negativa de los soldados nipones. El resto de los países implicados en la contienda se irán repartiendo el protagonismo (salvo los comunistas rusos) en la victoria y en la derrota, ya que no importaba tanto la nacionalidad de los personajes en sí como su drama personal. 
Tras un breve lapso en que "Boixcar" tuvo que atender a otros compromisos editoriales, como ocuparse de  la serie "Flecha Negra", inspirada libremente en la novela de Robert Louis Stevenson, volvió en 1950 con la segunda etapa de "Hazañas Bélicas", esta más duradera y que es cuando alcanza la cúspide de su arte y se convierte en el gran referente del género bélico del cómic español. Ahora las aventuras se desenvuelven en multitud de escenarios distintos: las estepas rusas, el desierto africano, paisajes submarinos, lujuriantes selvas de Birmania con ruinas budistas y dibujadas con una gran espectacularidad, etc.

Duelo de símbolos en la guerra aérea.


 Es entonces cuando se desarrolla en toda su plenitud el denominado "estilo Boixcar", a base de un uso soberbio del claroscuro y de las tramas manuales, que dan a algunas de las viñetas más grandes una apariencia de auténticos grabados. También destaca la cuidadosa ambientación y documentación acerca del armamento, vehículos militares, uniformes, etc. Es bien sabido que "Boixcar" consultaba a menudo la revista alemana "Signal" para informarse de forma minuciosa sobre estas cuestiones. 
Así mismo, "Boixcar" fue un pionero en nuestro país en el dominio de una narrativa casi cinematográfica, y en la planificación unitaria de las páginas, empleando con frecuencia viñetas de gran tamaño que contrastaban con la clásica distribución en tres tiras de los cuadernillos apaisados. Es cierto que hay quien dice que su talón de Aquiles fueron las figuras humanas, porque aunque pretendían imitar el estilo realista de Alex Raymond a veces resultaban demasiado estereotipadas o en ocasiones fallaban a la hora de que un personaje siguiera siendo reconocible de una viñeta a otra. Es probable que la cantidad ingente de trabajo que tenía que afrontar en solitario "Boixcar" por aquel entonces  repercutiera en ese descuido, no tan negligente como se ha llegado a decir, de las figuras.  En 1955 "Boixcar" abandona definitivamente "Hazañas Bélicas" para ocuparse de otras historietas como "El mundo futuro", de temas espaciales y de ciencia-ficción y "Ocurrió una vez".

Los grandes personajes sólo aparecían en efigie, como en este caso Stalin.


Con todo, fue tal el éxito de la serie que enseguida se lanzaron al mercado los cuadernillos extra y se adscribieron dos colecciones principales, la  serie azul (iniciada en 1957) formada básicamente por reediciones de anteriores episodios dibujados  por "Boixcar" y que llegó a tener 370 números ordinarios; y la serie roja, con 328 números ordinarios y que pronto daría lugar a lo que ya se denominaba por aquel entonces como  "novelas gráficas". 
Algunas publicaciones de otras editoriales imitaron el estilo de  las "Hazañas Bélicas", siendo las más conocidas "Comandos" de Editorial Valenciana y "Zona de Combate" de Ursus Ediciones, pero ninguna de ellas pudo jamás rivalizar con los trabajos de "Boixcar".  Otros dibujantes intentaron sustituirle con más o menos éxito, como Longarón, Vicente Farrés o Eduardo Sotillos (creador del famoso personaje del "Sargento Gorila") pero sin llegar al nivel alcanzado por el maestro.

De entre los numerosos episodios de las "Hazañas Bélicas" dibujados por "Boixcar" hay algunos bastante curiosos, como "Un español en Rusia", uno de los pocos protagonizados por un soldado español, en este caso un voluntario de la División Azul que acaba escapando del gulag gracias a la ayuda de una enfermera ucraniana. En "El Volga en llamas" se demuestra que la URSS no era una potencia invencible y se la podía derrotar (como ya había demostrado en cierta forma el general Franco en la Guerra Civil). "La victoria es cara" representa espectaculares combates aéreos entre los aviones Messerchmitt y los "ratas" soviéticos. En "Guerra relámpago" un combatiente británico roba un brillante perteneciente a una imagen religiosa de Montecassino, y recibe el consiguiente castigo (divino) por su codicia. En "Bautismo de fuego" asistimos a la revuelta de Budapest de 1956 contra "las hordas del anticristo" comunista, con el derribo de la colosal estatua de Stalin incluido. "Frentes de Italia" narra la sórdida venganza de un partisano italiano contra su hermana por haberse casado con un soldado alemán, mientras la aldea de ambos es destruida por la artillería norteamericana (insólita denuncia de las atrocidades yanquis en aquella época). Uno de los episodios más conmovedores lleva por título "Los héroes también comen", en el que un ex-aviador germano se niega a vender su Cruz de Hierro tras la guerra pese a no tener nada con qué comer. 

"Uno de tantos"

Hay otros episodios bastante rocambolescos; en algunos llegan a aparecer extraterrestres y platillos volantes, tan de moda por aquellos años 50, y que rompen con el tono serio y realista  de la mayoría de las historias. El caso es que "Boixcar" empezaba a preparar por aquel entonces "El mundo futuro", una serie de ciencia-ficción donde aparecían esta clase de cosas y tal vez el dibujante quiso establecer alguna especie de nexo, algo desafortunado, entre ambas líneas de trabajo. "Estigma de raza" nos cuenta la increíble y vertiginosa mutación de un soldado norteamericano, que tiene un cambio en su epidermis y de ser blanco se convierte un día en negro, debido a su ascendiente genético. Se trataba, claro está, de un alegato contra el racismo un tanto pueril, pero que daba en el clavo al poner de manifiesto el trato real que recibían los soldados negros en el ejército de los USA de aquella (cosa que no suele reflejarse en absoluto en las producciones más recientes de Hollywood ).
Han pasado casi setenta años desde que en 1955 "Boixcar" dejase de dibujar "Hazañas Bélicas" y los gustos del público han cambiado mucho desde entonces; pero no pocas de las historias que salieron de su lápiz conservan todavía su fuerza y atractivo. Es evidente que sabía aportar una visión más humanizadora de la guerra que un Kobayashi, por ejemplo. Y pese a la demonización de los japoneses y a la (tenue) tendencia pro-americana que señalaba al comunismo que el único gran enemigo de la Cristiandad, mostraba mucha más imparcialidad que series tan ponderadas en la actualidad como "Airborne 44", por ejemplo.
¿Y que decir de esas "Nuevas Hazañas Bélicas" que Glenat primero y más tarde Norma lanzaron a bombo y platillo hace unos pocos años, y que formalmente, ya que no en espíritu, imitaban a las míticas de "Boixcar"? Se trató de una gran apuesta editorial que en apariencia pretendía rendirle un homenaje al maestro, pero que en realidad no era otra cosa que una parodia esperpéntica y underground, casi al nivel de las patochadas de "El Jueves". Nada menos que 28 dibujantes se pusieron al servicio de los execrables guiones de un tal Hernán Migoya, un escribidor con fama de provocativo y que dirigió la revista "El Víbora" antes de que desapareciera definitivamente de los quioscos, para publicar dos tomos verticales y 22 cuadernos apaisados. Todas las historietas giran sobre el tema de la Guerra Civil, precisamente ese tabú que "Boixcar" no se atrevió a tocar (pero que otros autores posteriores como Antonio H. Palacios sí supieron abordar con dignidad) y pretenden hacerlo sin maniqueísmo, "con distanciamiento, aunque no con equidistancia". Eso quiere decir que la versión que dan del conflicto es conforme a los dogmas progres consagrados por el zapaterismo en su famosa Ley de Memoria Histórica. Al dividir la colección en dos series, como las genuinas "Hazañas Bélicas", azul y roja, refiriéndose aquí  a los dos bandos beligerantes, pretenden crear un contrapunto y una aparente "diversidad", reforzada por la variedad de estilos de los autores implicados.

Portada de Boixcar para su serie de ciencia-ficción "El mundo futuro"

 Pero el resultado final, independientemente de que  algunos episodios puedan  resultar más "divertidos" que otros, es de una frivolidad tan mayúscula como la que cabía esperar de una generación de papanatas contemporáneos que, a diferencia de la  de "Boixcar", no ha vivido lo que es una guerra de verdad.  Lo más parecido que han tenido estos autores a una experiencia bélica habrá sido el visionado de alguna serie de Netflix o de un videojuego.
Por otra parte se ha llegado a plantear el aprovechamiento didáctico de esta serie en los institutos, lo cual ya roza lo aberrante, porque lejos de contrarrestar la "polarización" ideológica de nuestra sociedad, estas "Nuevas Hazañas Bélicas" contribuyen a crispar y tensionar más si cabe, a reabrir, hurgar  y a echar sal en las viejas heridas, siguiendo la estrategia (adoctrinadora) llevada a cabo por la izquierda en España en los últimos años, y en particular por los gobiernos del PutiSOE.
En definitiva, un capítulo lamentable del moderno cómic español, pero que era inexcusable comentar en esta entrada, aunque no sea más que como desagravio a los viejas "Hazañas Bélicas" de antaño.

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