ARDE HOLLYWOOD!
Coincidiendo con el regreso a la presidencia de los IUESEI del mesiánico Trump, un devastador incendio está arrasando los alrededores de Los Ángeles y de la Meca del Cine. Para variar, los focos de atención se están poniendo en las lujosas mansiones de los iconos del Séptimo Arte que se están quemando, según la versión oficial por culpa de los fuertes vientos y del clima cambiático. Aunque la incompetencia y dejadez con perspectiva de género de las autoridades californianas ha sido en esta ocasión tan flagrante que resulta imposible de ocultar, por más que los facts-checkings (de los que ahora reniega el judeoconverso Zukerberg) trabajen estos días a pleno rendimiento. Además de los ya cansinos apóstoles del apocalipsis climático, otros han interpretado esta catástrofe en términos veterotestamentarios, como una clara manifestación de la cólera del divino Jehová, presto a aniquilar la iniquidad del Hollywood-Babilonia, o más bien del Hollywood-Sodoma-y-Gomorra del wokismo progreta. Como se puede comprobar, y aunque haya muerto gente por desgracia y otros se han quedado sin sus casas, siempre hay quien intenta ver el lado positivo de las cosas,.
De todas formas, no deja de ser curioso que allí donde se quiere implantar una smart city o impulsar la Blue Economy, como en Los Ángeles o en Valencia, sucede alguna catástrofe climatológica de éstas, y las autoridades actúan (o mejor dicho, no actúan) de la misma manera: abandonando a la población a su suerte y echándole la culpa de todo a la maldita huella del CO2. Para entender en qué consisten las ciudades de quince minutos, recomiendo el visionado de una vieja serie británica de los sesenta, llamada "El Prisionero" y protagonizada por Patrick McGoohan. Todo lo que nos va a pasar ya está documentado por el cine y las series de televisión desde hace mucho tiempo...
También pudiera ser que los tecnócratas transhumanistas hayan llegado por fin a la conclusión de que ya no es necesario mantener todo ese costoso tinglado de los estudios cinematográficos, los actores y las salas de cine, ya que el público es cada día más idiota y la industria del entretenimiento tira cada vez más de lo digital y de las plataformas on line. Y como los criterios económicos son los que mandan y para sus objetivos de seguir estupidizando a las masas tienen de sobra con la IA, quizás hayan decidido prenderle fuego a todo, y reconvertir los antiguos platós en huertos solares.
Para empezar, los estudios de la Universal sí que se han visto afectados por las llamas, y el resto han tenido que suspender sus proyectos hasta que la ola de incendios vaya remitiendo. La "industria de los sueños" está claro que no está pasando por su mejor momento, con el straming, las huelgas, etc. Además, la creatividad anda por los suelos, agotada ya la cantera de los superhéroes Marvel y tras años de sometimiento a lo políticamente correcto y a la cultura de la cancelación, aunque ahora parece que todo eso de la inquisición progre está de capa caída.
Sólo hay que echar un vistazo rápido a la cartelera de los estrenos para ver que no se hace otra cosa que repetir viejas fórmulas: Nosferatu 3, Avatar 3, Jurassic World 4, Misión Imposible 8... la originalidad brilla por su ausencia. La cantera de los superhéroes Marvel ya está más que agotada y Disney no hace otra cosa que adoctrinar a los niños para que transicionen de género y adoren a Belcebú, como mandan los cánones pederastas, pero sin cosechar éxitos de taquilla. La gran película aspirante este año a los Óscar, "El Brutalista", protagonizada por Adrien Brody (alguien que no necesita ponerse una prótesis nasal para interpretar a un "buen judío") es un cumplido homenaje a esos arquitectos que, huyendo del nazismo y del holocausto, convirtieron las ciudades de los EEUU en un infierno, con sus edificios de pesadilla (¡Satán es mi Señor!). De paso, estamos ante la enésima apología hollywoodense al Estado de Israel, en estos momentos tan decisivos en los que tanto se agradece esta clase de esfuerzos. Una vez más, el sionismo se sirve de la industria cinematográfica para hacer su propia propaganda.
Por cierto, que el cine europeo tampoco está como para echar cohetes, con filmes como "El baño del diablo", comprometidos con el feminismo, el infanticidio y la eutanasia a partes iguales.
En definitiva, menos mal que en España a los amantes del buen cine siempre nos quedará Pedro Almodóvar...
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