miércoles, 5 de febrero de 2025

 EFEMÉRIDES PARA 2025

Viñeta de "Matadero Cinco" por Albert Monteys


Este año se va a conmemorar el  ochenta aniversario de muchas cosas. No hace mucho les tocó a muchos enjugarse las lágrimas de cocodrilo para recordar la liberación del campo de Auschwitz, terrorífica efemérides que siempre se encargan de reavivar los del lobby, para que "empaticemos" con ellos, que tanto sufrieron por culpa de la  Shoah. Al parecer, deben ser los únicos mortales que merecen un trato tan especial, consistente en que todo el mundo tenga la obligación de entonar el mea culpa,  darse golpes de pecho y hacer un acto de contrición por  causa de aquellos que, mientras tanto, siguen poniendo en marcha y a todo trapo su particular holocausto, en el que las víctimas han intercambiado los papeles con los victimarios. Pero ahora ni siquiera se recuerda en estos fastos a aquella Rusia leal, a cuyo ejército (cuando era la URSS del papito Stalin) deberían  los mosaicos agradecer su liberación de los "campos de la muerte" y la custodia de las polémicas cámaras de gas. Así paga el Pueblo Elegido los valiosísimos servicios prestados por sus fámulos bolcheviques a sus herederos .
Veremos si para el mes de agosto se organiza alguna ceremonia parecida por lo de Hiroshima-Nagasaki y si hay alguien que pida perdón por  la bestialidad que el ejército norteamericano desplegó en aquella ocasión. Incluso Hollywood se ha permitido el lujo de realizar una superproducción para festejar como un héroe a uno de los inventores de la bomba atómica. Y lo mismo cabe decir de los bombardeos estratégicos y terroristas sobre Europa de las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial... Es improbable que los angloamericanos se sientan siquiera aludidos en el caso  de que alguien osara recordar las masacres multitudinarias de la población civil que entonces se perpetraron en el nombre de la "democracia y de los derechos humanos".


El año pasado apenas se rememoraron las hazañas bélicas del general Clarck, llamado con toda justicia "el ángel exterminador de la Italia meridional" por Norman Lewis, autor británico y testigo presencial como agente del MI6 de ese otro genocidio del que nadie habla. Su libro, "Nápoles, 1944", es una obra maldita para los biempensantes porque describe con toda crudeza la destrucción de esa y otras ciudades italianas por parte de la aviación aliada (dos mil víctimas perecieron sepultadas bajo las ruinas de la bimilenaria Benevento, en un ataque a todas luces gratuito) las vilezas, saqueos, violaciones, prostitución de las italianas y asesinatos a culatazos de los prisioneros alemanes por parte de las hordas de John Bull y del Tío Sam, y la corrupción generalizada que se estableció tras la "liberación", en descarada complicidad con la mafia recién restituida. Así el capo Vito Genovese se convirtió en el principal asesor del jefe del gobierno militar norteamericano y consiguió colocar como alcaldes de Nápoles y de otras ciudades vecinas a hombres de su confianza, protegidos por las autoridades aliadas.
Este 13 de febrero se cumplirán ochenta años de la "tormenta de fuego" de Dresde, dirigida por el Bomberman, el "carnicero" Harris, que redujo a  escombros y cenizas, y aniquiló a buena parte de la población de la antes llamada "Florencia del Elba", una ciudad alemana que poseía un gran patrimonio  histórico y artístico que se perdió para siempre. Las fuentes más solventes  estiman que el ataque, que se prolongó durante tres días, arrojó más de 50.000 víctimas y que dejó sin casa a más de un millón de habitantes. Además de que no se trataba de un objetivo militar, ni siquiera industrial, que justificase tal acción está el agravante de que Dresde se había convertido en una especie de ciudad-hospital durante la contienda, a donde se trasladaba a un gran número de heridos, pensando que podía ser un lugar seguro para ellos. Qué equivocados estaban. Casi tres mil toneladas de bombas de fósforo y demás materiales incendiarios se emplearon en este auténtico genocidio, crimen de guerra y de lesa humanidad, por el que nadie que se sepa ha pedido perdón ni nada parecido hasta la fecha. Incluso en los últimos tiempos se ha tendido a minimizar la importancia del bombardeo, como se puede comprobar en la Whiskypedia, esa cosa que para algunos constituye una fuente solvente y casi irreprochable de conocimientos.



Por fortuna existen testimonios de primera mano, nada sospechosos de filonazismo, como el del escritor norteamericano Kurt Vonnegut, que habiendo servido como soldado en el ejército yanqui fue capturado por los alemanes mientras vagaba solitario por un bosque belga tras la batalla de las Ardenas, y trasladado posteriormente a Dresde. Allí sobrevivió a los bombardeos aliados refugiándose en la cámara frigorífica de un sótano destinado a empaquetar carne conocido como el "Matadero Cinco". Cuando salió de su refugio se encontró con que la ciudad que conocía había prácticamente desaparecido. Años más tarde recordaría que aquello había sido "una destrucción completa, una matanza inconcebible". Tras la guerra fue condecorado con el "Corazón Púrpura" y habló con historiadores militares, pero ninguno quiso investigar aquel vergonzoso episodio.
Por esa razón y porque estaba harto de las versiones hollywoodienses sobre la guerra, quiso contar su experiencia en su libro "Matadero Cinco o la cruzada de los niños", publicado en 1969, y que mezcla lo autobiográfico con la ciencia-ficción y la sátira, quizás la única forma de que su testimonio pudiera ser digerible en los USA. Pero aún así su obra fue prohibida en las escuelas públicas de Oakland (Michigan) y un consejo escolar de Dakota del Norte ordenó quemar (mucho antes del wokismo y "la cultura de la cancelación")  los treinta y dos ejemplares que tenía una escuela de secundaria. A día de hoy sigue siendo un libro prohibido en muchas escuelas norteamericanas. 
Hay que anotar que Vonnegut fue un reconocido autor de izquierdas, pacifista y defensor de los derechos  civiles, y que la publicación de su novela coincidió con la Operación Menú lanzada por Nixon contra los vietnamitas, convirtiéndose en un alegato en contra de aquella guerra.
A pesar de la censura, el libro fue llevado al cine por George Roy Hill en 1972, ganando un premio en el festival de Cannes, e incluso ha sido adaptado al cómic por Ryan North y el dibujante español Albert Monteys, siendo ambas versiones muy apreciadas por los entendidos. No estaría mal que se revisaran esta clase de obras, para poder conocer en su auténtico contexto lo que no fueron otra cosa que crímenes de guerra, que al ser cometidos por el bando ganador han quedado impunes.

Pilas de cadáveres tras el bombardeo de Dresde



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