jueves, 9 de enero de 2025


 LOS CÓMICS BÁRBAROS EN ESPAÑA: JAIME BROCAL REMOHÍ

Portada del nº 29 de la revista "Trinca" (enero 1972)

En otros países, como en Francia, triunfaron series como Thorgal o Los ejércitos del Conquistador. Pero quizás haya sido España, después de los Estados Unidos (y que me perdonen los mangakas japoneses y sus historias de samuráis) el lugar del mundo de donde han salido más dibujantes que han cultivado eso que se conoce como la fantasía heroica o los cómics de espada y brujería. Claro que muchos de ellos acabaron trabajando, con mayor o menor fortuna, para el mercado europeo o americano. Si queremos hallar algunos antecedentes hispánicos de este género que revivificó nuestra ancestral herencia céltica y visigoda, habría que remontarse  a los tebeos clásicos de la posguerra, entre los que es posible encontrar algunos autores que, más o menos influidos por el monumental Harold Foster, se embarcaron en los procelosos territorios de la "Viking Fantasy".
Esa denominación anglosajona se emplea para referirse a los cómics de aventuras protagonizadas por guerreros nórdicos. Tomando como modelo al Príncipe Valiente, destacan como pioneros del género algunos autores neerlandeses como Hans Kreese o Martin Toonder. En el ámbito ibérico, deberían citarse en primer lugar los títulos de "Sigurd O Heroi" y de "Ragnar el vikingo ", de Eduardo Teixeira Coelho, que aun siendo un artista portugués  publicaba tanto en la revista lusa "O Mosquito" como en la española "Chicos", Sin duda inspiró algunos años después la serie "Sigur el Vikingo" del gran José Ortiz,  en la que resulta evidente en algunos de sus dibujos la impronta (y hasta el plagio) del Príncipe Valiente y del Capitán Trueno, y que fue iniciada en 1958 con guiones de Mariano Hispano para la Editorial Toray. Dentro de la escuela valenciana hay que citar a Manuel Gago, pionero en nuestro país de otros dos géneros historietísticos que confluirían en la fantasía heroica: el de los cómics "de caballerías" o de capa y espada, con "El Guerrero del Antifaz" a la cabeza, y el del trogloditismo, por llamarlo de alguna manera, con el personaje con aspecto algo ambiguo de "Purk, el hombre de piedra". 

Un pionero de la Viking Fantasy: Eduardo Teixeira Coelho


El año 1956 marca un antes y un después, pues con el sello de Bruguera irrumpe en escena "El Capitán Trueno" de Víctor Mora y Ambrós, que marcaría una época en el cómic español, ejerciendo para bien o para mal (por su asimilación de ciertos esquemas de la ideología americana) una influencia enorme y duradera. Es interesante constatar como los argumentos de "El Capitán" fueron pasando poco a poco de los clásicos de capa y espada ambientados en la época de las cruzadas a otros que tomaban un cariz más fantástico o brujeril.
Poco después, en 1960, otro autor de la escuela valenciana y gran admirador de Gago, Jaime Brocal Remohí, dibujaba los cuadernillos de "Katán", para Ediciones Toray, las aventuras de un vikingo que en cierto modo continuaba la senda abierta por el Sigur de José Ortiz. Esta serie ha sido considerada por algunos como la antesala en España (e incluso a nivel mundial) del género de espada y brujería propiamente dicho, por combinar con frecuencia lo épico con lo fantástico.
Pero habría que esperar una década más para que se produjera el auténtico boom de los "cómics de bárbaros" en nuestro país, casi de un modo simultáneo al fenómeno Conan de la useña Marvel. Para profundizar más en este fenómeno, aconsejo revisar una de nuestras entradas más populares: https://morenoruizignacio.blogspot.com/2013/05/conan-o-la-invasion-de-los-c-o-mics.html
Como detalle anecdótico hay que anotar que la primera adaptación conocida del personaje de Robert E. Howard al cómic no se produjo en los Estados Unidos, sino en el hispanísimo México en 1958, con "La reina de la Costa Negra" (guiones de Riol de Man e ilustraciones de Salvador Lavalle) que tenía un estilo de dibujo que curiosamente recordaba un poco al de los dibujantes valencianos de aquel entonces. En 1972, sólo dos años después de que Barry Smith iniciara su particular versión de Conan el Bárbaro, la mítica revista "Trinca" ofrecía en sus páginas nada menos que dos series de este género: "Kronan" del ya mencionado Brocal Remohí y "Haxtur" de Víctor de la Fuente. Esta última, con su frecuentes incursiones en el onirismo, abrió un camino que recorrería también Esteban Maroto con "Wolff" , en el que lo épico se da cita a menudo con el erotismo y la psicodelia. Más tarde Maroto dibujará para Warren "Dax (después llamado Manly) el Guerrero", profundizando en temas más metafísicos y existenciales, con esa mirada lírica que le caracterizaba, y "Red Sonja" para Marvel. Mucha más carga erótica que épica, sin embargo, tuvo su "Karsar" (1979) para la revista Cimoc.

Portada de la versión mexicana de "La Reina de la Costa Negra"

El "Haxtur" de Víctor de la Fuente representaba ya un guerrero algo "progresista", un defensor de causas sociales a la manera de los "derechos humanos" y la "libertad", y en el que algunos creyeron reconocer en sus rasgos cierta semejanza con el Che Guevara. Los nuevos bárbaros dibujados por Brocal como "Arcane" o "Taar", de los que vamos a hablar después, si bien adoptan a menudo un enfoque moderno parecido, pertenecen a una dimensión  mítica, incluso wagneriana, y con un sentido de la aventura en estado puro, más acorde con el universo épico y romántico evocado por Robert E. Howard. 
Víctor de la Fuente  crearía también en 1972 "Mathai-Dor", una serie postapocalíptica protagonizada por un piel roja, plagada de simbolismo, y  años más tarde "Haggarth" (1980) la historia de un ser inmortal que supuso un regreso a la fantasía heroica.
Otros autores españoles que conviene recordar son Jordi Bernet con su "Andrax", serie creada para Alemania en 1973 sobre un atleta olímpico que de repente se ve transportado a un mundo salvaje, muy parecido al de la Era Hyboria de Conan. Más tarde, siguiendo la moda de las mujeres bárbaras, crearía una heroína con grandes dosis de erotismo llamada "Sarvan", aunque la mejor émula de Red Sonja o Ghita de Alizarr  de paternidad española fue sin duda la deslumbrante "Axa" de Enric Badía Romero (discípulo nada menos que del legendario Emilio Freixas). Otro personaje suyo es "Rahán", una especie de cavernícola conaniano que se las tiene que ver con criaturas antediluvianas. Se puede decir que tanto Maroto, como Bernet o Romero, cayeron en esa explotación del erotismo, tan solicitado por las revistas de la época; mientras que en el caso de Brocal, aunque sus personajes femeninos rebosan voluptuosidad a raudales, no por ello se convierten en el eje de sus historias.
No podemos olvidarnos de Vicente Alcázar, especialista en cómics bélicos que trabajó mucho para editoriales americanas como Warren , y que para Marvel ilustró en 1974 las andanzas de "Thongor", otro guerrero de Lemuria imaginado por el escritor Lin Carter, además de algunas historias del Rey Kull, Conan y Red Sonja. El estilo de este dibujante para esa clase de historias estaba en sintonía con el de Jack KirbyJohn Buscema, las estrellas de la casa Marvel, que habían establecido una especie de canon para los superhéroes y los héroes bárbaros respectivamente. Y ya que hablamos de Marvel, habría que citar, por ser medio hispanos, a  los grandes dibujantes filipinos de Conan: Tony de Zúñiga, Néstor RedondoAlex Niño"Ernie" (Ernesto) Chan y Alfredo Alcalá. Este último artista, soberbio entintador, ya en 1963 se había adelantado a todo el equipo de la Marvel autoeditándose allá en su Filipinas natal las aventuras de ¿cómo no?  otro vikingo llamado "Vultar".

Portada de "Katán" de Brocal Remohí


El veterano José Ortiz volvió al género a comienzos de los 80 con "The Viking Prince", publicado por Warren, y en esa misma década apareció "El Mercenario" de Vicente Segrelles. También habría que mencionar por aquellas fechas  a Alfonso Azpiri y a Luis Bermejo. En la década siguiente otros autores intentaron recoger el testigo como Mike Ratera o Mateo Guerrero, aunque la época dorada de las historietas bárbaras ya había pasado. Los gustos del público (o lo que ofrecían las editoriales) empezaron a ir por otro sitio, y luego llegó la moda del manga para acabar de rematar la faena.
En esta entrada quisiera reivindicar al hoy no tan recordado como debería Jaime Brocal Remohí, uno de los grandes autores de la historieta española y uno de los pioneros a nivel mundial, como venimos diciendo, de la fantasía heroica, por su personaje de "Katán". Nacido en Valencia en el año que estalló la Guerra Civil, era hijo de un maestro con ideas republicanas y en su casa pudo acceder a una variada biblioteca donde pudo leer libros sobre mitología. Desde niño se sintió fascinado por los cómics y empezó a admirar a los grandes maestros americanos (sobre todo, y por este orden, a Hogarth, Raymond Foster). De su época de estudiante de bachillerato conservaba un mal recuerdo de la disciplina que exigía el "dibujo lineal" , prefiriendo casi siempre los vuelos de la imaginación creativa y de la fantasía. Realizó estudios de Magisterio y Bellas Artes, recibiendo una formación clásica que resulta muy evidente a lo largo de su obra.  Otros intereses confesados por él mismo eran la música, la mitología nórdica y las diversas religiones, vistas desde una perspectiva bastante agnóstica, como una serie de elaboraciones fantásticas con sus concomitancias entre sí.
Luego, siendo todavía muy joven, entró en el mundo profesional, trabajando para Maga y Editorial Valenciana, donde "asediaba" al veterano Manuel Gago en busca de consejos; y más tarde para Selecciones Ilustradas de Josep Toutain, lo que le abriría las puertas al mercado internacional. Sus primeras historietas fueron de humor para la revista "Peques" y otras de "romance" (género que acabó por odiar) para otras publicaciones, pero a mediados de los años cincuenta se decantará más por los cómics de corte realista: los de género bélico para "Comandos", los westerns y las adaptaciones de clásicos de la literatura juvenil. 

Viñetas de "Katán" por Brocal Remohí

Cuando en 1960 la barcelonesa editorial Toray le brindó la oportunidad de dibujar una serie propia, más acorde con su inclinación por los cómics de aventuras, se decidió por la "Viking Fantasy". Como guionistas pudo contar con la colaboración de Sesén y de Mariano Hispano, que ya había trabajado antes en la serie "Sigur" dibujada por José Ortiz. En un principio el protagonista tendría que haberse llamado "Vulcán", porque se trataba de un vikingo emergido misteriosamente de un volcán; pero aquel nombre ya estaba registrado, por lo que fue definitivamente bautizado como "Katán", el Hijo del Fuego. La serie constó de 48 cuadernillos apaisados y en blanco y negro, de periodicidad semanal, con atractivas portadas en color bermejo. Aunque según sus palabras Brocal, que para entonces tenía 24 años, quería convertirse en un "nuevo Hogarth", su estilo por aquel tiempo  era todavía en gran medida deudor del vallisoletano Manuel Gago, lo que afectaba no poco al esquematismo de los personajes y a la ambientación, algo pobre en general.
 Además del atlético bárbaro de cabellera pelirroja, aparecen otros personajes algo caricaturescos como el corpulento Odilón, una especie de híbrido entre Goliath  y el galo Obélix; Aringa, la rubia princesa de los Norvingios, y su servidor, el pequeño africano Betún. Como se ve el casting acusaba un poco la influencia del  Capitán Trueno y similares. En los argumentos, sin embargo, hay cierto parentesco con las historias de Tarzán, ya que a través de la "Puerta del Tiempo" Katán viaja a un reino prehistórico similar a Pal-ul-don, buscando resolver el misterio de sus orígenes. También aparecen los Urtajhs, un pueblo parecido a los antiguos egipcios, que  capturan al protagonista y a sus amigos. Y se las tiene que medir con una especie de hechicero encapuchado, el Señor Negro,  precursor de los villanos con poderes cabalísticos a los que se enfrenta con frecuencia Conan. Los guiones  de Hispano a los que se tuvo que ajustar frustraron en gran medida la idea original del dibujante, que hubiese querido añadir más referencias a la mitología nórdica en sus historias.
No obstante, la serie llegó a publicarse y a tener cierto éxito en el país galo; siendo así que poco después, en 1963, Brocal va a realizar la serie "Ögan", para la editorial francesa Impera. De nuevo estará protagonizada por un vikingo que acompañado de sus aliados Kiron y Poulet luchará contra el rey Erik y otros enemigos. Los guiones también eran de Mariano Hispano y la saga duró hasta 1972, aunque Brocal la abandonaría con anterioridad para pasar el testigo a otros dibujantes españoles, como Adolfo Buylla, Zésar o Auraleón. El estilo de dibujo de Brocal, todavía bastante continuista del de Katán,  no había alcanzado todavía la plena madurez.

Ilustración de Conan por Brocal Remohí


Entretanto, realizaba también otros trabajos, a través de las agencias, para el mercado internacional: para Gran Bretaña la serie "Janus Stark" , las aventuras de un escapista que en el Londres victoriano luchaba contra la injusticia, y muchas otras historias bélicas, y otra serie titulada "Nya Helgonet" (El Santo) para el mercado sueco. 
Años después, a principios de la década de los 70 comenzará a dibujar para las publicaciones de la editorial americana Warren (la de las revistas "Eerie" y "Creepy") su exitosa serie de terror "The Mummy Walks", con guion de Steve Skeates, en la que se percibe la influencia de otro grande de la historieta, el argentino Alberto Breccia. En sus páginas experimentará con nuevas técnicas gráficas para recrear atmósferas inquietantes. Se trata de una vuelta a los temas fantásticos que tanto le interesaban, pero esta vez con un enfoque más lúgubre y opresivo.
Poco a poco, el trazo de Brocal mejoraba en base a la experiencia, se fue volviendo más exigente en sus representaciones, muy físicas, de la anatomía humana en movimiento, a las que sabía insuflar una gran energía y expresividad, supo  dotar a sus mujeres de una belleza voluptuosa e irresistible, y se volvió  más detallista y barroco en la ambientación, hasta adquirir su estilo un sello inconfundible. Es en este momento cuando vuelve a su tema favorito, la fantasía heroica, abordándolo con más libertad y confianza al haber adquirido un gran bagaje profesional.


Viñeta de "Kronan" por Brocal Remohí


En el año 1971 Ediciones Doncel, una editorial vinculada al Movimiento Nacional, saca a la venta una revista que llegará a convertirse en un referente de la renovación del cómic español: "Trinca". Para esa publicación Brocal creará al año siguiente un personaje al que pondrá por nombre "Kronan", en alusión al dios del tiempo Cronos y a que, en principio, iba a tener el rango de un semidiós capaz de viajar por el espacio-tiempo. Según aseguraba el propio Brocal, él desconocía por aquel tiempo  la existencia en la literatura de ese otro bárbaro de nombre tan parecido llamado Conan. Y puede que fuese cierto, ya que sólo un par de años antes se había iniciado en los Estados Unidos el lanzamiento de los cómics de la Marvel, y ya antes Brocal había creado otros personajes de similares características, como hemos visto, y con nombres muy similares: Katán, Ögan... Incluso algunos han sugerido que Brocal no hizo más que variantes de un único personaje a lo largo del tiempo, sobre el que volvía una y otra vez; el vikingo pelirrojo Kronan no sería otro que Katán, aunque más furibundo, acompañado por mujeres de gran belleza y envuelto en situaciones aún más salvajes y terroríficas.
En cualquier caso,  el trabajo de Brocal, aunque revistiera aspectos originales, tuvo que vivir a partir de entonces bajo la poderosa sombra que proyectaba el Cimmerio, y someterse a una constante comparación con las adaptaciones al cómic de aquel realizadas en los Estados Unidos. Pero no por ello renunció a los temas de espada y brujería que tanto le gustaban, sino que perseveró en ellos hasta el final de su vida. Después de Kronan vendrían Arcane, Taar el rebelde (sin duda su mejor aportación al género) y El brazo de Dios, de los que hablaremos luego con más detalle.

Primera página de "Kronan" por Brocal Remohí


Volviendo a "Kronan", un cómic que esta vez sí fue creado por entero por Brocal,  irrumpió como decíamos a lo largo de varios números de la revista "Trinca", luciendo un colorido muy deslumbrante, con reminiscencias del arte pop, y con una aventura plagada de referencias a la mitología escandinava, en la que se mezclaban los mortales con los dioses del Asgard, como en un drama wagneriano. Kronan debe recuperar el Martillo Mjolnir, el arma sagrada que le fue confiada por Thor y que ha sido robada por un personaje oscuro, un nigromante conocido como Wolfdrala. Además, a Kronan le anima en su persecución un deseo de venganza, ya que el brujo ha sido el causante de la muerte de su mujer y de su hijo. 
Como resultado de un duelo con Wolfdrala, desaparece el Martillo Mjolnir y Kronan es precipitado al infernal mundo de Utgar. Tras recorrer un paisaje glacial, desolado y montañoso, y enfrentarse a diversos monstruos y criaturas, encuentra por fin a la walkiria Thruda, que le ayuda a hallar la entrada al Ginnungagap, el abismo negro, antesala del Muspelsheim, el país del fuego que está en los confines del mundo. Más horrores hallará a su paso hasta topar con la diosa Hell, que reina en esas tinieblas y que se ha apoderado del Mjolnir, proponiendo a Kronan unir sus fuerzas para dominar el Midgard y arrebatar el poder a los dioses. Ante la negativa del héroe, se produce un enfrentamiento con la diosa hasta que reaparece de nuevo Thruda montando a lomos de Sleipnir, el caballo alado de Odín, y ambos cruzan el Bifrost, devolviendo el Mjolnir a sus legítimos dueños, los Aesir.
La serie no sólo despertó el interés de los lectores españoles, sino que también se publicó en otros países como en Alemania, en la revista "Primo", llegando a ser la serie favorita de los aficionados, por delante incluso del Príncipe Valiente; pero Brocal no pudo vender directamente su obra al mercado alemán, al encontrar trabas por parte de la editorial Doncel por los derechos del personaje. Eso hizo que se planteara en lo sucesivo exigir a sus editores los derechos de autor y la devolución de los originales.
Esta primera aventura de Kronan, que dejó de publicarse con la desaparición de la revista "Trinca" en 1973, sería continuada más tarde  por otras dos en blanco y negro, aparecidas en la revista "Blue Jeans" en 1978. La primera de ellas, "En los dominios de Wolfdrala" supone la culminación de la venganza del bárbaro contra el brujo (que no es otro que el dios Loki bajo un disfraz) y su ejército de guerreros muertos, los Einheriars, a los que va a buscar a la mismísima morada de Wolfdrala, el castillo situado en los fétidos pantanos de Surt. 
El siguiente episodio, "El devorador", sigue mezclando la fantasía heroica con el terror. Queriendo librar a un pueblo de la amenaza de un hombre-lobo, Kronan acabará por enfrentarse a una multitud de vampiros sedientos de sangre.

Página de "Arcane" por Brocal Remohí


Unos años antes, en 1974 Brocal había creado otro bárbaro, "Arcane", para la revista "Pilote", editada por el sello francés Dargaud y dirigida por Goscinny; un personaje solitario, bastante parecido físicamente a Kronan aunque no se identificará ya como un vikingo, poseedor de ciertos poderes, como viene a indicar su nombre, y que intentará ayudar a los aldeanos sometidos al yugo de hechiceros y de tiranos. Se publicaron un total de seis historietas cortas con un colorido tan espectacular como el del primer Kronan, siendo guionazada la primera de ellas ("El castillo y la rosa") por Víctor Mora, y el resto por el propio dibujante. En España se editarían algunos años después en la revista "Blue Jeans" bajo el nombre de "Arcano". Como siempre sucede en nuestro país cuando alguien destaca por algo, no han faltado detractores de este dibujante, que de forma injusta y malintencionada han llegado a calificar a  Arcane como "un calco de Conan con la faz de Camilo Sesto".  Pero esta serie merece ser destacada no sólo por la calidad indiscutible de sus dibujos, sino también porque los argumentos saben dosificar con maestría la aventura, el lirismo, el terror y hasta la crítica social.  Esta última, es forzoso reconocerlo, estaba lastrada por los imperativos de aquella época, el tardofranquismo, con la efervescencia de la "democracia ", la "Transición", las canciones de Raimon, etc. No obstante, algunos episodios como "La canción de Ylgrid" o "Selima" son realmente notables. Brocal es capaz con su versatilidad de pasar en breves páginas de un erotismo cercano al de Esteban Maroto aun terror que recuerda a las pesadillas de Alberto Breccia. También es curioso constatar que el personaje de Arcane, pese a tener poderes no siempre acierta a solucionar los problemas de la gente; unas veces mejora su situación y otras, sin ser consciente, la empeora.
Será en 1976 cuando también para Dargaud  empieza a publicar "Taar el Rebelde", una remodelación del mismo personaje de Arcane-Kronan para dar una respuesta europea a los cómics americanos de espada y brujería, esta vez con textos de Claude Moliterni, un conocido guionista y especialista en el cómic del país vecino del norte. Parece ser que este último sólo esbozaba muy por encima las historias, dejando a Brocal una libertad casi absoluta para crear los dibujos y desarrollar a su gusto los argumentos. Volvemos a encontrarnos en estas páginas con un personaje errabundo, de melena rubia está vez, al encuentro de mundos fantásticos y tenebrosos, donde no faltan mujeres bellísimas y hechiceros o tiranos que derrocar. Taar es un joven que debe tomar el relevo de su difunto padre Kran, a cuyo espíritu a menudo invoca, líder del pueblo de Auphiria. Pero para asumir el mando deberá superar una serie de pruebas que le encomienda el anciano Stabbar, el mago de su tribu. En el curso de su primera aventura conoce a Khanala, la hija del rey Uist el Sabio, que se convertirá enseguida en su compañera de aventuras, aunque muchas otras hermosas mujeres se encontrará en su camino. También se cruzará con magos, hechiceros y déspotas crueles. Un total de doce álbumes de Taar siguieron comercializándose en Francia hasta que en 1988,  al producirse un cambio en la línea editorial de Dargaud, al ser absorbida  por el grupo Ampère, vinculado al Opus Dei, se interrumpió su publicación.  Parece ser que los editores decidieron prescindir de aquellas series que estaban destinadas a un público más adulto. En cualquier caso , existe una decimotercera historia de Taar, desarrollada por Brocal años después en base a una idea esbozada por Moliterni.

Viñetas de "Taar el rebelde: El faro de la vida" por Brocal Remohí


El dibujante, para apartarse en lo posible de otros bárbaros, quiso dotar a su personaje no sólo de valor y de la fuerza bruta, sino también de inteligencia, ya que es un bárbaro que mata poco y que vive básicamente para la aventura. En sus historias se enfrenta continuamente al Poder, que con un enfoque más bien ácrata suele encarnar el mal per se. Toma referencias en sus narraciones de la obra del Dante, de la ópera wagneriana y de los cuentos de la primitiva ciencia-ficción.
Mientras la serie duró, Brocal pudo trabajar con mucha libertad y sin apenas presiones, ya que realizaba un álbum al año, lo que le permitía esmerarse en la calidad de sus dibujos. No cabe la menor duda de que esta fue su mejor obra, y llegó a convertirse en un best seller no sólo en Francia , sino también en muchos otros países: Alemania, países nórdicos, Italia... incluso en al India. En España tardaría en ser conocida unos cuantos años (para hacérselo mirar).
Aparte de estas aventuras bárbaras,  Brocal siguió trabajando de forma simultánea en otra clase de historietas, siendo uno de los autores españoles de su  tiempo con más prolíficos y de mayor proyección internacional. Con su dominio del dibujo realista adaptó clásicos literarios como "El último mohicano" (1976) e ilustró varias biografías como las de Lawrence de Arabia, Gandhi o los Patriarcas bíblicos, y  la "Historia de Mahoma y el Islam", para una editorial libanesa, que sólo se distribuyó en el mundo árabe. Dibujó para Ediciones B al Capitán Trueno en los años ochenta y volvió al terror con "El otro Necronomicón" (con guiones de Antonio Segura) un homenaje a su amigo Alberto Breccia más que al genio de Providence. Incluso a finales de los setenta llegó a realizar tres volúmenes de "Tarzán" para la Edgar Rice Burroughs, Inc. ("El puente de las lágrimas", "El barco de los  dioses" y "El retorno del dragón") concebidos como un homenaje a  Burne Hogarth y para conmemorar el 50º aniversario de la aparición del personaje en los comics. Aunque no todos los puristas de Tarzán quedaron convencidos con estos trabajos, se debe reconocer que Brocal hizo un esfuerzo por aproximarse al inconfundible estilo del gran maestro norteamericano al que tanto admiraba, sin llegar a igualarlo, como él mismo reconocía con gran sinceridad.

Además de la trilogía de Kronan-Arcane-Taar, que podría corresponder a un mismo personaje con distintos matices, Brocal nos dejó poco antes de su fallecimiento en 2002 otra obra de fantasía heroica, algo más atípica, destinada en principio al mercado japonés. El propio autor comentó alguna vez que él había estudiado las similitudes entre el sintoísmo y la mitología nórdica. Será en 1995, cuando en occidente apenas empezaba a hablarse del fenómeno manga, que ilustró para la editorial nipona Kodansha "El brazo de Dios", un cómic basado en la mitología de aquel país, pero con pocas de las características de un manga auténtico.
Brocal, pionero una vez más, fue uno de los primeros dibujantes europeos en ofrecer su trabajo a las editoriales japonesas. En sus páginas se narra la historia de un poderoso guerrero llamado "Kami No Ude" que renace, con poderes mágicos, de un pozo de lava por intercesión divina y que recibe de boca del dios del viento y el trueno las instrucciones de las deidades del firmamento Izanagi e Izanami. Al avanzar el relato descubriremos que Kami es el heredero de las tierras de Hidakami, ahora invadidas por las hordas de guerreros no-muertos dirigidas por un esqueleto con armadura de samurái, el malvado Adorui, quien ha raptado a la princesa Yakumo para hacerla su esclava. Con la ayuda de los dioses Izanagi e Izanami, y de sus amigos (la hermosa espadachina Sombra, Osamu el muchacho arquero y Tashika un forzudo con aspecto de luchador de sumo) esta especie de Conan oriental procurará vengar con su espada la muerte  de su padre, derrotar a sus diabólicos enemigos y liberar al pueblo de Hidakami.

Viñeta de "El brazo de Dios" por Brocal Remohí

Salvo por ciertos detalles de ambientación, como algunas deidades representadas, las armaduras samurái o los templos sintoístas con la puertas estilo torii, Brocal siguió fiel al estilo de fantasía heroica que había hecho siempre, con héroes musculosos y heroínas ligeras de ropa, todo muy alejado de los cánones y convencionalismos del manga japonés. Incluso los rasgos físicos idealizados de los protagonistas no se corresponden en absoluto con los habitantes del Extremo Oriente, siendo más propios del mundo árabe o de la India. Eso sí, añadió unas dosis mucho más desbordantes de violencia y de sensualismo de lo que nos tenía acostumbrados en trabajos anteriores, como si llegando al final de su vida el artista quisiera mostrarse más salvaje y desinhibido que nunca. No sería exagerado decir que estamos ante un experimento del último Brocal, que sin llegar a superar a su mejor obra (que sin duda fue Taar) tiene algunos aspectos interesantes, como esas composiciones que se despliegan hasta ocupar una doble página, y en las que evoca con todo su poder las escenas de acción. También hay, en algunos momentos, un guiño al "Sláine" de Simon Bisley, cuando en pleno fragor de la lucha el personaje se transfigura en una especie de monstruo hulkiano. Sin embargo, tras cinco episodios la serie no se pudo continuar, por desavenencias entre Brocal y los editores del País del Sol Naciente.

A finales de los 90 Planeta DeAgostini se propuso reeditar en España para su línea de "Héroes bárbaros" los trabajos de Brocal de "Taar el rebelde" y "El brazo de Dios", además de dedicarle un álbum de ilustraciones titulado "Fantasía heroica". No podemos olvidar la labor de Brocal como ilustrador de pin-ups y portadas de temas bárbaros, aparecidos en revistas como "La espada salvaje de Conan", y que desde mi punto de vista suponen la parte más impactante de su obra. Una antología de estos trabajos la publicó el editor norteamericano Sal Quartuccio  en un álbum recopilatorio titulado "Battle Ax".
En una ocasión Brocal afirmó que su tema fue siempre la fantasía heroica o el terror fantástico: "hombres y mujeres idealizados, ambientes imposibles, fuerza y acción, ese mundo soñado que permite que la fantasía se imponga a la realidad o al menos la desplace. Y no es escapismo, como algún crítico de pocas luces puede decir. Es el derecho inalienable a soñar".

Ilustración de Brocal Remohí

Y no estaría mal, me atrevo a añadir, que además de la fantasía el maestro valenciano nos pudiera transmitir algo de esa fuerza que había en sus dibujos, para afrontar con firmeza este año de incertidumbre y desmantelamiento que ahora empieza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario