domingo, 1 de diciembre de 2024

 EMERGENCIAS POR UN TUBO


Son tantas y tan seguidas ya, que no le da a uno tiempo de asimilarlas, ni de recuperar siquiera el resuello... Que si la emergencia sanitaria, que si la emergencia machista, que si la emergencia yihadista, ahora que si la emergencia climática o la emergencia nuclear, etc... Nos tienen por completo aturullados los de la dichosa Agenda. Transversal esa.
Y desdichado de aquel al que se le ocurra discrepar, porque enseguida será señalado como un peligroso terrorista/negacionista al que hay que enviar lo antes posible al gulag "por su propio bien", aunque el pobre no haya roto un plato en su vida. O asumes el nuevo credo, consistente en los dogmas del continuo rejoneo farmacéutico, el clima cambiático (que se combate a base de veganismo insectívoro, paneles foltovoltaicos, más impuestos verdes y cochecitos eléctricos) la charocracia transgénero  y el apoyo incondicional al enano narigón de Kiev o ya te puedes ir preparando, so tío listo, porque fijo que te van a zurrar la badana a base de bien. Porque eso de la libertad de conciencia y de expresión, en el Nuevo Orden Transhumanista que nos están implantando los caciques oligarcas, está ya más obsoleto que Montesquieu.


Y lo mismo da que se vote a Baal que al Moloch de turno, porque ambos son perros que obedecen al mismo amo, y como podemos intuir en la última catástrofe que nos ha tocado sufrir en nuestro desgraciado país, ambos son cómplices del mismo delito. Las supuestas diferencias ideológicas entre los partidos del sistema (los clásicos de la derecha y la izquierda, y los que vayan surgiendo) no existen a la hora de la verdad; no son otra cosa que cortinas de humo que mantienen el teatrillo de la "democracia", la pluralidad y demás pamplinas. Es un juego de sombras chinescas al que están sirviendo muy lealmente los llamados medios de comunicación que de forma constante nos mantienen "informados", es decir distraídos con noticias prefabricadas, libres de "bulos",  para que el follaje de los árboles no nos dejen ver el bosque. Y así llevamos ya demasiado tiempo.



También resulta complicado de asimilar por la mayoría algo que es cada vez más evidente para algunos de nosotros: que el Estado,  las instituciones, las fuerzas armadas, los políticos, todos esos a los que pagamos con nuestros impuestos y que supuestamente solicitan  nuestra aprobación periódica mediante el sufragio de las urnas y la "soberanía popular", no están ahí para defender al pueblo, sino más bien para todo lo contrario: están determinados a destruirlo. Cuanto antes tomemos conciencia de esta realidad, antes iremos avanzando en el camino de llegar algún día a desenmascarar a aquellos "Qui?" que se esconden detrás de nuestros gobernantes, esos fantoches de medio pelo que forman parte de un teatro de títeres, que no deciden nada y que sólo están ahí para despistar al personal. Nos interesan muy poco los que protagonizan el manido espectáculo de los telediarios y mucho más sacar a la luz a esos "qui". Ya que tal vez, como sucede con los vampiros, a los que tanto se parecen, se descompongan en cuanto les alcancen los rayos del sol.




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