domingo, 22 de diciembre de 2024

BIENVENIDOS A LA DEMORDACIA

Lo que no está prohibido es obligatorio 

 Todo es la mar de sencillo. Desde aquel fatídico 2020 la cosa va de PROHIBIR y de OBEDECER. Eso que antes se atribuía a las dictaduras militares más chungas y a los llamados "regímenes totalitarios", ahora resulta que lo estamos normalizando cada día más en nuestras sociedades, y encima tenemos que aplaudir y dar las gracias. Es algo que viene sucediendo a nivel mundial y muy especialmente en la Unión Antieuropea, pero  que en la Expaña del Señor Fánguez reviste una especial virulencia, debido a que el gobierno cuenta con un muy precario apoyo en la sociedad y entre las fuerzas políticas  que lo sostienen. Además de que cualquier día de estos puede entrar la UCO en la Moncloa y llevarse esposados a sus actuales inquilinos. Pero mientras llega ese momento estelar, que todos esperamos con impaciencia, el actual ejecutivo se defiende con uñas y dientes. Tras acaparar el monopolio de la violencia, el gobierno (este gobierno y con toda seguridad el que venga después, ya que PP y Vox son "conservadores", sí, pero de todas las tropelías de los sociatas) quiere asegurarse el monopolio de los  bulos, y para eso cuenta con el inestimable apoyo de los medios oficialistas  esos de toda confianza que siempre dicen la verdad absoluta que hay que creer sí o sí. 
Por eso a la censura ahora la llaman en su particular neolengua "la lucha contra la desinformación", y están cancelando canales, páginas webs y cuentas en las redes sociales  a cascoporro, como si no hubiera un mañana. Para señalar al enemigo a batir se organizaron los llamados verificadores independientes, regados con dinero de Bill Gates y George Soros (a través del Instituto Poynter) y del propio ejecutivo de Satánchez.
PROHIBIR y OBEDECER. Así viene siendo desde aquel ignominioso 2020, el año  en el que también muchos supuestos "alternativos", "disidentes" o "resistentes" se pusieron de perfil ante los desmanes de la OMS, se pincharon, animaron a otros a pincharse o tuvieron incluso el cuajo de coaccionar a todo aquel que no tenían la intención de pasar por el aro. Hasta Santiago Armesilla, ese marxista campeón del Hispanismo, escribía tuits que podrían haber firmado sin problemas Alberto Núñez Feijóo o Miguel Ángel Revilla. Por no hablar del papelón de Vox, con el Doctor Estigmas a la cabeza. Después de la Farsemia, han llegado otros temas tabús vinculados a la ideología de género y al cambio climático (en cumplimiento de la Agenda Tutti Frutti) además de la memoria histórica, de modo que en Expaña hay una gran variedad de "negacionistas" a los que el gobierno tiene que acallar como sea y reducir por lo civil o por lo militar.
El mejor ejército de colaboracionistas con el que cuenta este régimen de ocupación son las legiones de papanatas que se tragan sin reservas el discurso oficial y el de los verificadores, aplauden desde los balcones de sus casas a las ocho de la tarde o ejercen de policías sin soldada, al servicio del poder. Con lo que ha pasado en Valencia, la historia se ha vuelto a repetir, pero esta vez con el discurso de la "dana" y del calentamiento global. De poco ha servido que la propia exministro Teresa Ribera reconociera en el Congreso, antes de volar hacia Bruselas para convertirse en la mano derecha de Ursula von der Brujen, que ella misma ordenó abrir las compuertas de las presas. A la gente, a estas alturas, se la puede mear en la cara y creerán que les cae lluvia caliente debido al cambio climático. Y la maquinaria represiva, mientras tanto,  continúa funcionando a todo trapo según lo previsto. Ahora están pisando más el acelerador, eso es todo. Todo consiste en PROHIBIR y OBEDECER.
Pero tranquilos. No hay nada de qué preocuparse. Todos felices en estas Fiestas Saturnales, y a comer insectos en lugar  de marisco y a brindar con agua del grifo, que el presupuesto del expañolito medio no da para más.

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