EL NAUSEABUNDO "ARTE" PARA EL PUEBLO
Fuente WirWasser de Viena |
Del podrido arte de las supuestas "élites" ya hemos hablado en alguna ocasión; y sólo hay que ver cómo artistas como Jonathan Yeo gozan del favor de los monarcas decadentes y de sus familiares, para ver que el mal gusto impera por doquier en lo que antaño fue una pujante civilización. Al pueblo llano también se le ofrece basura, generalmente en forma de monumentos públicos de muy dudosa factura, pero eso sí cuajados de los antivalores que interesa inculcar, en nombre de una supuesta cultura tolerante y democrática.
De vez en cuando salen noticias escatológicas sobre las jóvenes promesas de la política europea y occidental en general, lamiendo váteres, compartiendo pornografía infantil o tragando sus propios excrementos. Esto demuestra entre qué clase de gentuza reclutan a sus cachorros los que manejan los hilos, para ser luego catapultados a los puestos más altos de la nadería política donde siguen como fieles lacayos las consignas de sus amos. Entre estos personajes están por supuesto muchos de los concejales y ministros de cultura que sin ningún escrúpulo se dedican a esparcir el mal gusto y la degradación artística a los cuatro vientos, utilizando con mucha dadivosidad el erario público. En algunos casos (los menos inicuos) para regalárselo a sus amigotes, en otros casos por desgracia para difundir ideologías aberrantes de la forma más pestilente posible.
En el pasado 2023 se inauguró la Fuente WirWasser en Viena, según se dijo para conmemorar los 150 años del moderno sistema de canalización de la ciudad. El alcalde socialdemócrata Michael Ludwig presentó muy ufano esa "maravilla artística" con estas emocionantes palabras: "Se trata de un diseño extraordinario inspirado en la realidad, que transmite un sentido de unión entre todos los vieneses."
¡Mil rayos y centellas, y que se lo lleven todos los demonios! Que estamos hablando de Viena, caramba: de la ciudad de Mozart, de Beethoven y de Gustav Klimt, una maravilla monumental que ahora ha sido profanada colocando allí en medio esa especie de zurullo. Y que ha costado cerca de dos millones de euros la broma, para que luego digan que el arte contemporáneo es económico y ecosostenible.
Pero es que sólo tenemos que darnos una vuelta por cualquier ciudad para ver horrendos monumentos que "adornan" nuestras rotondas y plazas públicas. La mayor parte de los monumentos públicos europeos de los últimos cincuenta años son una auténtica bazofia, y la cosa en lugar de revertirse parece que va incluso a peor.
"Agape" de Kreilgaard |
Luego está el apartado dedicado a los museos; los del llamado "arte contemporáneo" que ya se sabe que sólo albergan nauseabundas deyecciones, y además esa retahíla de nuevos museos sobre cualquier tema perverso que las autoridades van improvisando sobre la marcha. Por ejemplo, tenemos el Museo de la Mujer de Aarhus (Dinamarca) que en 2021 cambió su nombre por el mucho más inclusivo "Museo del Género". Para celebrar ese feliz hallazgo se colocó en su interior la obra de Aske Jonatan Kreilgaard que lleva por título "Agape" (Amor divino) y que representa a un extraño personaje híbrido, con barba y genitales masculinos y con pechos femeninos amamantando a un bebé en sus brazos. Para ello el autor realizó diversos escaneos en 3D de su propio cuerpo y el de su novia. El responsable concibió esa porquería de casi tres metros y medio de altura como un monumento para conmemorar el Día Internacional del Hombre (?) y para "evocar un cambio de enfoque en los temas de género y sexualidad". Parece ser que ese mismo museo, que apuesta decididamente por lo woke, ofrece educación sexual para niños de primaria, a través de una visión histórico-cultural y crítico-normativa de la sexualidad y el género. O sea, que Irene Montero estaría encantada de llevar allí a sus hijas.
Como muy acertadamente a anotado la fotógrafa y escritora Susan Bonnén, ese esperpento parece más bien el turbio sueño de un pedófilo, que utiliza a una criatura para darse placer erógeno.
En esto están convirtiendo Europa los que dirigen ahora su destino: en una pocilga.
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