jueves, 7 de marzo de 2024

 LA NUEVA BABEL DE DON ABEL (Y SU ÁREA NECROPOLITANA)



El desgaste del PutriSOE del Doktor Sánchez es cada día más notorio, y todo apunta a que en breve asistiremos a su estruendosa caída y al advenimiento del nuevo "salvador" de la democracia y de la corrupción institucional del Régimen del 78, el Narcotirano de Os Peares, que al parecer, por los arrumacos que se dan, es el candidato favorito de la corruptísima  Doña Úrsula von der Leyen. Ese mismo que quería implantar en Galicia la vacunación obligatoria hace tres años (¿se acuerdan?). Todo está listo para la nueva fase de un Régimen especializado en taparse las vergüenzas con cada cambio de gobierno, como ocurrió con el 23-F, los Gal o el atentado del 11-M, del que se teme que prescriba al cumplirse ahora los veinte años.  Pero pese a los  sondeos demoscópicos de opinión, los resultados electorales, la desafección de las furcias mediáticas y demás síntomas de putrefacción, hay políticos que se resisten a morir o, mejor dicho, que prefieren morir matando.
Este es el caso del inefable Abel Caballero, burgomaestre de la villa de Vigo, que ya ha protagonizado con anterioridad  alguna de estas crónicas daggarrambianas. La pequeña política municipal quizás no parezca muy importante, pero es la que más afecta al día a día de la gente, a su calidad de vida, y es a donde van a parar muchos de esos Fondos de la UE de los que tanto se habla ahora con el "caso Koldo". Dejando a un lado el pellizco en comisiones y "mordidas" que se suelen llevar los ediles y los partidos políticos en nuestro país, a costa de un ayuntamiento como el que rige el señor Caballero acaban viviendo  muchos amiguetes, empresas de obras y mantenimiento, empleados públicos elegidos a dedo, colectivos y chiringuitos subvencionados, etc. Toda una red mafiosilla-clientelar en toda regla.

"El Halo", la última fantasía freudiana del señor alcaide


Como ejemplo tomemos el magno proyecto que tanto ha henchido de orgullo y satisfacción al regidor vigués en los últimos tiempos, la gran rampa mecánica de la Gran Vía (pensada ex profeso para llevar a los turistas de los cruceros directamente hacia unos conocidos grandes almacenes de la ciudad) ha contado con un nutrido presupuesto de unos cinco millones de euros. El resultado final no ha podido ser más estrambótico y desastroso: una serie de pórticos con perfiles metálicos de diversos colorines, muy chillones todos ellos, y dispuestos de una manera asimétrica a lo largo del eje de lo que antaño fue un hermoso bulevar, que ha sido prácticamente destrozado para poner en su lugar este bodrio, que no encaja en absoluto con el espacio circundante. Un buen número de árboles de gran porte, castaños de indias en su mayoría, tuvieron que ser sacrificados en este holocausto a la mayor gloria del ególatra arboricida de Puenteareas. Como siempre en estos casos, se han valido del fácil pretexto de que algunos ejemplares estaban en mal estado, para arrancarlos todos. Así de paso los viandantes pueden disfrutar de una manera más óptima y sin obstáculos arbóreos de esa "fermosa" obra pública que, desde el punto de vista estético, debe de haber contado con el mismo diseñador de las saunas del suegro de Pedro Sánchez.


Otra fantasía del alcaide, muy resiliente y ecosostenible

Lo de Abel con los árboles parece un caso de psiquiátrico de guardia; ya la emprendió contra los chopos que había en la avenida de Castelao, que no volverán a soltar más su incómoda pelusilla gracias a la diligencia con la que los mandó talar (se sospecha que para destinar los terrenos a una finalidad  más"constructiva"). Lo mismo ha pasado con los castaños de la Gran Vía y con muchos árboles, algunos de ellos ejemplares de gran interés botánico, del parque de O Castro. La calle Manuel Olivié que sube hacia la histórica fortaleza ha quedado por completo arrasada, y en Navia y otras zonas también se está trabajando estos días a fondo con la motosierra.
Ante las protestas de los ciudadanos y de algunos grupos políticos que quieren rentabilizar el "arboricidio" abeliano, la respuesta del gobierno municipal ha consistido en sustituir en la Gran Vía con hormigón, arbustitos de pega y arbolitos de piruleta todo lo que se ha destrozado. Recordemos por otra parte que la estructura metálica de la famosa rampa, en un clima tan lluvioso y tan próximo al mar como el de Vigo, va a suponer unos costes muy abultados de mantenimiento, para impedir que el óxido y la corrosión acaben por hacer de las suyas, lo que algún día ocurrirá de manera inevitable. Lo de las placas solares en el nuboso noroeste para hacer funcionar la rampa con "energías verdes y renovables", no ha terminado de convencer del todo ni siquiera a los fanáticos del ecologismo, ni a un público que en general anda  muy sensibilizado con el tema medioambiental, desde aquella misteriosa oleada de incendios del 2017. 
Abel quiere un Vigo desarbolado y recubierto de cemento, un cementerio de centros comerciales y zonas "humanizadas", como él las llama. Quizás le moleste que muchos de esos espacios verdes (como el monte del Castro o el parque de la Guía) fueron repoblados forestalmente en la época de Franco. O tal vez sea su particular venganza contra una ciudadanía que en las últimas elecciones autonómicas ha preferido votar antes al Bloque o al PP que a su propio partido , el PutriSOE.

La  patente devastación de la rúa Manuel Olivié


Y por si esto fuera poco, en las calles se manifiestan casi a diario los bomberos, metiendo un ruido infernal con sus sirenas o los conductores de autobuses de Vitrasa, cortando un tráfico que ya de por sí resulta bastante caótico. Brillante gestión la que está haciendo con el transporte público alguien que presume de haber sido nada menos que un flamante Ministro de Transportes, Comunicaciones y Turismo en la época del felipismo. Por mucha bombilla LED que alumbre las calles por las navidades y que haya logrado "poner a Vigo en el mapa", el deterioro de la urbe olívica se deja sentir cada día más. No se arregla lo que hay que arreglar, como los suelos de las aceras o determinadas fachadas que se pueden caer a cachos sobre los peatones cualquier día de estos. Está claro que al actual "alcaide", tan anglófilo y snob él, le importa más quedar bien con los turistas, a los que pasea por las zonas Vip en su autobús turístico, que la calidad de vida de los vigueses nativos.
También resulta la mar de  extraña la gran actividad de esas avionetas fumigadoras, que acostumbran a enrejar con sus misteriosos productos los cielos de la comarca viguesa, con unos propósitos nada claros. Y no se trata de teorías conspiranoicas, porque cualquiera que sea un poco observador lo puede constatar casi a diario.

Premonitorio mural de la rúa Manuel Olivié



Es curioso que la podas brutales y las talas indiscriminadas de árboles de la ciudad se pretendan justificar por motivos de "seguridad". Si de verdad le preocupara la seguridad de sus vecinos al señor "alcaide", ya habría arreglado esas fachadas ruinosas o esas aceras hundidas, antes de darle tanto a la motosierra. 
Y luego está el caso del último invento de Don Abel, el superascensor conocido como "El Halo", con un coste de más de 15 millones de euros. El tinglado consta de dos elevadores con una capacidad, según se dice en los carteles, para llevar hasta  17 personas  cada uno de ellos, aunque en realidad sólo quepa media docena y muy apretujada. Debe de tratarse de alguna sutil alusión a la otrora pujante industria conservera viguesa. El engendro este sirve para salvar un desnivel de 40 metros y llevar, cómo no,  a los viandantes a otro de esos monstruosos centros comerciales que tanto le gustan a este regidor tan polifacético. Pues bien, este mes de febrero, antes de inaugurarse solemnemente el tinglado, se suicidó un joven de 31 años tirándose desde esa altura y anteriormente parece ser que hubo otro caso parecido estando las obras en marcha. Y hace unos pocos días, tras la pomposa ceremonia de inauguración del Halo, otro chico de 21 años ha escogido esta diabólica estructura para tirarse y acabar con su vida, con lo que ya van tres difuntos recién estrenado el invento.


Típico paisaje aéreo de Vigo

Alguien debería explicarle al ególatra de Don Abel (ya sé que no es tarea fácil, pero hay vidas en juego) que no se deben dar facilidades a los suicidas, habiendo como hay tanta gente desesperada en la Expaña actual. Que incluso hasta la propia OMS (¡qué paradoja!) esa organización a la que tanto obedecen los políticos cuando les conviene, recomienda a las instituciones que pongan barreras arquitectónicas  y no se faciliten los medios para quitarse la vida a los potenciales suicidas. Está claro que esta mastodóntica fantasía fálica del "alcaide" hace caso omiso de estas advertencias , y hasta es posible que incumpla alguna normativa de seguridad de edificios de uso público. Como en el caso de la plataforma del Puerto que se hundió durante los festejos del "Marisquiño", la sombra del desastre sobrevuela  los proyectos del Ayuntamiento abeliano. Que no pase nada con el túnel que se está construyendo por debajo de la Puerta del Sol...


Una muestra de la popular retranca viguesa


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