viernes, 6 de octubre de 2023

MERLÍN EN CARMARTHEN

Finalmente, el tronco se retiró a fines de los años 70, tras haber sido incendiado por alguien. Ese  mismo año el País de Gales sufrió las peores inundaciones de su historia...


Rescato este viejo artículo escrito por el dunsanyano Álvaro Cunqueiro hace ya muchísimos años. Me parece interesante por tratarse de un buen ejemplo de la erudición que desplegaba a raudales el autor de "Merlín y familia", y por hablar de un tema que me trae a la cabeza ciertos temas de actualidad. Como, por ejemplo, las ocurrencias de cierto alcalde  del noroeste que le tiene una extraña manía  a los árboles, y que está dispuesto a cargarse un olivo muy emblemático para que puedan pasar los coches por un túnel subterráneo. Viendo lo pasiva que se ha vuelto la gente en nuestra tierra, dudo mucho que sean capaces de plantarle cara y enderezar las pretensiones de este politiquillo, como en su día sí hicieron los galeses, que pudieron preservar su preciado símbolo por algún tiempo.

"Un amigo que no quiere decirme su nombre, me envía un recorte de L'Osservatore Romano" de 23 de septiembre en el que figura una fotografía del famoso  roble de Merlín en la pequeña villa galesa de Carmarthen y se comenta la polémica entablada entre el concejo municipal carmarthiano y el ministro de Transportes del Gobierno británico, Mr. Marples. Este, por facilitar el tráfico automovilista, quiere que el roble -un muñón hueco, una cachopa de la que por milagro sale una rama viva, única, que en mayo se cubra de hojas-, sea arrancado de su asiento, en el cruce de dos carreteras. El concejo municipal de Carmarthen le recuerda al ministro que Merlín ha profetizado que el día  que aquel roble sea abatido, muerte y destrucción vendrán sobre Gales y el universo mundo, y pruebas terribles se abatirán sobre el reino de Bretaña.  Mr. Marples puede objetar que el universo mundo ya ha conocido mucha más muerte y destrucción que la que ha podido profetizar Merlín sentado en odres llenos de agua de fuente virgen, en la que ningún humano bebió, y que el reino de Bretaña ya no lo hay. Se podrá aceptar la primera proposición, pero se podrá responder a la segunda con Gaufrido de Monmouth en su Historia Britonorum, y con Las Crónicas de Raphael Holinshed, que el actual Reino de la Gran Bretaña es continuación del reino de Arturo -rey perpetuo y futuro-, que como es sabido, y desde los días mismos de merlín, está en figura de cuervo en la isla de Avalón, y un día regresará vistiendo espléndida armadura a recobrar su corona. Los concejales de Carmarthen, por mayoría, han decidido mantener el  roble de Merlín, aunque ello suponga que los coches den un rodeo o amengüen su velocidad y que los progresistas de la villa los llamen ridículos paganos, reaccionarios y supersticiosos, y alrededor del viejo  roble han construido un sostén de cemento coronado por una verja de hierro. El ministro Mr. Marples, afortunadamente y por la completa legislación galesa, no tiene poder para hacer quitar el tronco, ni aun usando la Ley de los Tres Vellones, que  rige en Gales -es decir, en Gaula, ¡oh, Amadís!- desde antes del año mil.



"El roble de Carmarthen es todo lo que queda de la famosa selva de Llwyddccroth -Lindada de las setenta encrucijadas, cabalgadas en las mañanas artúricas por los famosos paladines-. Un grabado de un famoso manuscrito que se halla en la Folger Shakespeare Library, de Nueva York, nos muestra el roble de Carmerthen, cuando ya había desaparecido la selva y aun no se había fundado la villa, y en el tiempo de la siembra del centeno venían a él, a convidarse con el menudo y oscuro grano que caía en el surco, desde Avalón, el gran Arturo y sus irreprochables caballeros. Ahí están, cuervos de agria parla y brillantes alas. En este tronco apoyó su frente el sabio Merlín cuando declamó sus siempre cumplidas profecías y lo puso por testigo ante los siglos.  Es, por otra parte, un roble célebre en la filosofía de la mitología. Mircea Elíade lo pone como ejemplo del famoso "mito del centro" -de esos mágicos objetos sobre los cuales descansa, viga de oro, árbolde los gasikas, cuernos del toro Uznul, etc., el Cosmos, el Buen Orden-, y hay que pensar muy seriamente si al arrancarlo o al cambiarlo de sitio, no provocaremos una grande e inútil catástrofe, y se derrumbarán sobre los mortales y sus reinos efímeros -los peritura regna- , los siete cielos con todas sus lámparas. Y punto final. Y tengo que decir que me alegra que el periódico vaticano se haya preocupado de la cuestión, que no es trivial. "

ÁLVARO CUNQUEIRO








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