viernes, 13 de octubre de 2023

 HAZAÑAS GERMÁNICAS AL ESTILO JAPONÉS

Contraportada de "El caballero negro"


Motofumi Kobayashi es un dibujante japonés especializado en el gekiga bélico. Para quien no lo sepa  gekiga es  una palabra que se suele traducir al castellano como "imagen dramática", y es un equivalente japonés a lo que en Occidente se conoce como "novela gráfica". El término es utilizado por aquellos dibujantes nipones que se quieren distinguir y no desean ser confundidos con los mangakas al uso, los autores de los mangas convencionales o dibujantes de "garabatos", como los denominan peyorativamente. Estos autores consideran que los mangas son demasiado comerciales  y que por ese motivo están demasiado ceñidos a clichés e imposiciones que coartan la creación artística. El estilo de los dibujantes de gekiga suele ser muy realista, abordan temas de carácter serio y se dirigen a un público muy diferente al del típico manga, al que consideran muy infantil o infantilizado. 
Tal vez estemos ante un prejuicio algo excesivo, muy en consonancia con la controversia que en Occidente enfrenta a los autores de "novelas gráficas" con los dibujantes de "cómics" sin más. Pero podemos afirmar, sin temor a equivocarnos en demasía, que lo más interesante de la producción japonesa hay que buscarlo aquí, entre los autores de gekiga, entre los que figuran en un lugar de honor el gran dibujante de historias clásicas de samuráis Hiroshi Hirata, del que ya hablamos en este bloghttps://morenoruizignacio.blogspot.com/2014/09/reconciliandose-con-el-manga.html , Goseki Kojima, el inmortal creador de la saga "El lobo solitario y su cachorro", que por sí solo  merecería una entrada completa, y este que nos ocupa ahora, Motofumi Kobayashi, especializado en historias ambientadas en las guerras del siglo XX.
A diferencia de los autores de manga corrientes, que se caracterizan por sus trazos pulcros y precisos, siguiendo un patrón preestablecido, Kobayashi es un magnífico ilustrador de técnica "impresionista", que maneja con soltura tanto la plumilla como el pincel y que a menudo es capaz de sacarle partido a las imágenes abocetadas y a los borrones para sugerir atmósferas en sus historias. Tiene un estilo que le acerca más a los dibujantes europeos y americanos "indies" (independientes) siendo un gran cultivador del dibujo a la pluma, una técnica de origen netamente europeo, pero que se practica cada vez menos entre los artistas de nuestro continente, desplazada por el uso y abuso de las nuevas tecnologías. Parece ser que una vez un joven dibujante español le preguntó qué debía hacer para mejorar su técnica con la pluma, y que Kobayashi le respondió, para su sorpresa, que debía seguir la vía clásica de pintar con los ojos y con las manos, que debía aprender de los maestros españoles de la pintura, como el gran Velázquez
Nuestro autor empezó muy joven a dibujar mangas, al mismo tiempo que trabajaba duro como operario de mantenimiento para mantener a su familia. Pasado un tiempo, y tras realizar historias por entregas de tema militar que se publicaban en revistas de modelismo como Combat Magazine y que más tarde serían recopiladas en tomos, llegó el éxito en su profesión, convirtiéndose en 1987 en el primer dibujante japonés que creó una serie para la editorial americana Marvel, Psychonauts, que contaba con guiones de Alan Grant, coautor nada menos que del Juez Dredd. Este artista es autor de más de 100 títulos de gekiga, la mayor parte de temática militar.

Kobayashi es conocido sobre todo por sus historias bélicas, algunas de ellas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial. Entre sus primeras creaciones de tema militar está  "Cat Shit One"(2005), una curiosa visión de la guerra del Vietnam, protagonizada por animales antropomórficos, que a pesar de esta  licencia fantástica está narrada, como en el resto de sus trabajos, con gran esmero, gusto por el detalle y abundante documentación. Algunos la han llegado a comparar con el "Maus" de Art Spiegelman, pero hay que decir que el dibujo del japonés es muy superior al del americano. En este caso, seguimos a un pelotón de fuerzas especiales norteamericano en operaciones de rescate, y  cada nación implicada en el conflicto está representada por una especie animal diferente: los americanos son los conejos (lo que puede esconder cierta ironía, ya que se trata de unos bichos muy simpáticos, pero que no simbolizan la valentía precisamente) los vietnamitas son los gatos, los soviéticos son osos pardos y los chinos osos panda. Los franceses, los antiguos colonizadores de Indochina, son los que se llevan la peor parte, porque son identificados con los cerdos, vaya a saber usted por qué.
En sus siguientes trabajos abandonaría ese tono de fábula animalesca, dibujando historias mucho más realistas. Con "Omega 7" (2007) nos encontramos con un comando del ejército japonés dedicado a las "Black ops" (operaciones encubiertas de alto riesgo).
 En 2009 volvería a recrear la primera gran derrota sufrida por el ejército useño en su historia, pero esta vez de un modo mucho más naturalista  en "Vietnam War", un relato muy detallad en el que a través de relatos breves se explican con crudeza las atrocidades de aquella contienda, un poco a la manera del film Apocalipsis Now, intercalados (como es habitual en los libros de Kobayashi) con mucha información complementaria sobre armamento, mapas y gráficos de la guerra.
Pero lo más destacable de la obra  de Kobayashi vendría después, con la trilogía que nuestro autor dedicó a las peripecias de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial, contadas con inusitado verismo, desenfado y una cierta simpatía hacia los soldados que salieron derrotados en ese conflicto, que resultaría insólita encontrar en autores de otras latitudes, como por ejemplo los dibujantes de cómic europeos. Máxime si se tiene en cuenta que el autor adopta siempre en sus relatos el punto de vista de los alemanes. Claro está que los japoneses tienen también sus propios tabúes, como cuando toca hablar acerca del papel jugado por ellos mismos durante la Segunda Guerra Mundial, a no ser que sea para autoflagelarse. Un caso excepcional sería "Alas de Guerra sobre Japón", un relato gráfico  muy notable de Seijo Takizawa sobre los aviadores japoneses y la resistencia  tras los bombardeos atómicos, publicado en los años 90. Por otra parte, también en Japón han proliferado en los últimos tiempos, como en todas partes, gran cantidad de mangas que fustigan sin piedad a sus antiguos camaradas del Eje, como "Adolf" de Osamu Tezuka o la adaptación del "Mein Kampf" por Kosuke Maruo. Frente a estos productos de la industria del manga, los trabajos de Kobayashi suponen un genial contrapunto, tanto  por su rigor documental y por ir a contracorriente de la tendencia dominante, como por su gran calidad estética.
En 2010 publica dos tomos, "Kampfgruppe ZBV", aprovechando y restaurando en gran parte material antiguo que había publicado  años atrás en revistas de modelismo, y "Operación Barbarroja". Al año siguiente saca a la luz "El caballero negro", volumen que completa (hasta el momento) esta trilogía. Tanto la editorial Glénat como más tarde EDT se han encargado de traducir y publicar estas obras para los lectores en lengua castellana.
Estas tres novelas gráficas tienen como denominador común que se desarrollan durante los terribles choques que tuvieron lugar en el Frente del Este entre las fuerzas del Tercer Reich y las de la Unión Soviética. En particular, se describen los combates entre las divisiones acorazadas que enfrentaron por un lado a la 7ª División Pánzer de los "germansky" con los carros T-34 y los lanzacohetes Katyusha ("el órgano de Stalin") de los "ivanes". Su dibujo es bastante realista a la hora de recrear a los personajes (los europeos no están representados con los típicos rasgos del manga, sino como los dibujaría un artista occidental) y muy preciso en la reproducción de los uniformes, las máquinas de guerra, etc. Destaca mucho la manera de Kobayashi de reflejar el aspecto titánico (como diría Ernst Jünger) que caracteriza a las guerras modernas, debido a la importancia creciente de la técnica, y que está representado por esos tanques que se enfrentan unos a otros en los campos de batalla. Muchas páginas de sus historias desbordan con las deflagraciones, los estampidos y las poderosas onomatopeyas, que nos sitúan perfectamente en medio de la acción.


Página de Kampfgruppen ZBV

En "Kampfgruppe ZBV" se nos cuenta la historia de un batallón de castigo compuesto en un primer momento por soldados que desobedecían  órdenes y que el ejército alemán empleaba para eliminar las minas enterradas o para recoger cadáveres. Como su propio nombre indica, este pelotón en particular también fue utilizado para entrar en combate en misiones especiales y desesperadas, llegando a convertirse en una verdadera unidad de élite a la que se alistaban voluntarios. La crudeza, y el cinismo en ocasiones, de esta narración nos puede recordar en algún momento a la famosa película "La cruz de hierro" ; de hecho el jefe del grupo, el comandante Steiner, se llama igual que el sargento que protagonizaba la cinta de Sam Peckinpah. Y como en esa película, se dan cita en esta historia un elenco de personajes entrañables, empezando por el propio comandante Steiner, un militar duro y despiadado ("el soldado se curte con el odio...Al fin y al cabo, nuestra vida es un camino salpicado con sangre") que está purgando que una vez, en las puertas de Moscú, huyó de los rusos durante un fuego cruzado. Al final de la narración (y que me perdonen el spoiler) veremos que en lugar de huir en una barcaza con los soldados durante la retirada definitiva, preferirá quedarse a dar la  cara por última vez frente al enemigo.  También aparecen otros personajes como el teniente de las lentes Brookheight, preocupado siempre por la suerte de sus subordinados,  el suboficial Schultz, a menudo víctima de las bromas de la tropa, los soldados Ash y Kowalski, etc. Pero a diferencia de la película antes citada, el autor no ataca al principio de jerarquía (por más que aparezcan oficiales indignos) ni  al honor militar. El relato se cierra cuando los soviéticos entran ya en territorio alemán y la guerra se da por perdida para las tropas del Tercer Reich.

Página de "Operación Barbarroja"



El segundo libro, "Operación Barbarroja" nos ofrece una visión muy amplia y fiel a la realidad histórica de la victoriosa campaña que desarrolló la Wehrmacht entre junio y octubre de 1941,y que dio comienzo a la invasión alemana de la Unión Soviética, llevando a las tropas germanas a las puertas mismas de Moscú. Los prolegómenos que condujeron a esa operación están narrados muy brevemente, pero con gran rigor e imparcialidad. Desde la perspectiva alemana, tras la ocupación de Polonia los soviéticos habían desplegado unas 160 divisiones acechando las fronteras alemanas, así que era cuestión de tiempo saber quién atacaría primero, en una partida que decidiría el destino de Europa y la subsistencia misma del pueblo alemán. El relato gráfico está cuajado de páginas dobles en las que se representan las batallas principales con viñetas panorámicas que despliegan una gran espectacularidad. El autor nos va conduciendo por los distintos escenarios bélicos, desde el fuerte de Brest-Litovsk al cerco de Minsk-Budystok, para pasar a Smolensk, al frente de Pskov, a Novgorod, etc. La "Línea de Stalin", que debía proteger Leningrado fue finalmente desbaratada por la tropas alemanas. Cinco ejércitos soviéticos se vinieron abajo y 665.000 soldados rusos fueron hechos prisioneros. Vemos como la Blitzkrieg inicial que, de haber seguido adelante, hubiera puesto a Moscú en manos del Tercer Reich en poco tiempo, se frenó en seco cuando Hitler decidió, por cuestiones de economía de guerra, atacar a la URSS a la vez por su flanco sur, es decir por Ucrania. Cuando más tarde, en el mes de octubre, se dio comienzo a la Operación Tifón para apoderarse de la capital soviética ya se había perdido mucho tiempo y había hecho su aparición el "General Lodo" y el "General Invierno", con fatales consecuencias. 
Hay viñetas a lo largo de todo el relato dedicadas a glosar a los principales héroes de la Operación Barbarroja, empezando por el general en jefe Heinz Guderian, y siguiendo con los tenientes Hans Wolfram Knaack y Karl Hänert, los aviadores Werner "Vati" Molders y Günther Rall, el mayor de las SS  Kurt Meyer (llamado "Panzer Meyer") el teniente Karl Hänert, el sargento de las SS Erich Rossner, el comandante Hans Gradl, etc. Todo esto, para los pusilánimes europeos de hoy en día, podría sonar "apologético", aunque el autor no haga otra cosa que ceñirse a los datos  históricos. El relato es corto (unas 150 páginas) y muchas cosas se han quedado en el tintero, como la participación de las divisiones extranjeras que apoyaban al Eje, como nuestra Blau D-250, pero lógicamente no hay espacio suficiente para contarlo todo. Tampoco  aparecen las masacres contra población civil, tan habituales en las películas que abordan el tema, y que casi siempre se atribuyen en exclusiva a los "nazis", olvidando que los soviéticos perpetraron masacres similares contra su propio pueblo, recibiendo órdenes de Stalin, cuando sospechaban que habían colaborado con el enemigo.
La novela gráfica termina en Borodino, cuando "sólo quedaban 100 kilómetros hasta Moscú y los alemanes tenían la victoria frente a sus ojos".

Ilustración para "El caballero negro"


"El caballero negro", el tomo con  que se cierra la trilogía y desde mi punto de vista el más logrado de los tres, es la semblanza del capitán Ernst von Bauer, un personaje ficticio, pero que está inspirado en algunos célebres combatientes de la Wehrmacht. El protagonista, que ejemplifica a mi entender el  trágico destino de Alemania, es el vástago de un prestigioso linaje de militares "junker" prusianos, cuyos antepasados sirvieron en la Orden Teutónica pero también se atrevieron a enfrentarse con ella, poniéndose de parte del pueblo cuando era menester. La tenacidad de no abandonar hasta el final era una tradición familiar que Ernst von Bauer tendrá siempre bien presente. En el frente del Este sirve con gran valor como comandante de las fuerzas acorazadas en la Batalla de Stalingrado, en la que cae prisionero de los rusos su hermano Kurt . Tras fracasar la operación Tormenta de Invierno para rescatar a los prisioneros alemanes, es transferido en 1943 al mando de la 8ª División de Pánzer IV, actuando a la vanguardia del repliegue gradual del frente ruso por su flanco sur. Tras un encontronazo con los soviéticos, un impacto en la torreta de su tanque lo deja mal herido, y a consecuencia de ello pierde su ojo derecho. A partir de ese momento lo llevará cubierto con un parche, a la manera de un Claus von_Stauffenberg, y va a nacer para la posteridad la leyenda de "El Caballero Negro". A lo largo de la novela gráfica asistiremos a los combates más encarnizados, un rastro de ira que el protagonista va dejando a su paso hasta desembocar en un final muy al estilo "kamikaze", en el que el autor no puede dejar de mostrarse como muy japonés. Frases para el recuerdo son las que dirige a los soldados de su compañía: "¡Morid conmigo por nuestra Patria y vuestros seres queridos! ¡Pero no dejaré que vuestra muerte sea en vano!" 
En estos tiempos en que el conflicto ucraniano ha originado gran cantidad de propaganda, de uno y otro bando, que utiliza el pasado simplificándolo para justificar el presente, conviene echar un vistazo a lo que realmente ocurrió en las estepas rusas hace más de ochenta años. Y se agradecen historias gráficas como estas, tan alejadas de los  clichés que hemos tenido que soportar los europeos, a base de consumir productos de Hollywood, noveluchas de Sven Hassel o las películas de propaganda soviética como las de Elem Klimov.

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