LA TORRE DE HÉRCULES, EL ÍDOLO DE CÁDIZ Y OTROS COLOSOS ANTIGUOS
"El coloso de Rodas" (1954) por Salvador Dalí |
Durante estas fiestas he podido evadirme -a medias- de la omnipresente Plandemia gracias a la lectura de una magnífica novela histórica de José Javier Esparza titulada "Los Demonios del Mar" y en la que se cuenta la curiosa historia de la primera expedición vikinga a la Península Ibérica, en torno al año 844, cuando reinaba Ramiro I de Asturias. Muy bien documentada, se menciona el asalto de los normandos, procedentes de su base en la isla bretona de Noirmoutier y capitaneados por un tal Hastein Alsting y Björn Costillas de Hierro, a la Torre de Hércules o Faro Brigantium en La Coruña, que suponían albergaba grandes tesoros, y la destrucción de varias poblaciones vecinas. Tras ser derrotados en la batalla de Coirós y rechazados por los ejércitos del rey Ramiro I, conocido también por el sobrenombre de "la Vara de la Justicia", proeza que no lograron desde luego emular ni los francos ni los sajones , siguieron navegando rumbo al sur para alcanzar territorio de Al-Andalus y saquear Lisboa, Cádiz y Sevilla, para finalmente acabar masacrados por las tropas del emir omeya Abderramán II.
Muy inspiradores son algunos episodios de esta novela, que parecen extraídos de las Mil y Una Noches, como el que nos cuenta el asombro de los vikingos al divisar en la isla de Cádiz un enorme ídolo sobre un templo, que tomaron por la estatua de un dios o de un rey, y que en realidad representaba al semidiós Hércules. Más adelante, al remontar el Guadalquivir, algunos de estos "turistas" escandinavos penetraron en una antigua y misteriosa ciudad de piedra, mármol y ladrillos, con altísimas columnas y tan sólo habitada por extraños seres convertidos en piedra: las ruinas de Itálica.
Este relato me da pie para hablar un poco sobre la Torre de Hércules y, de paso, de otros vestigios en el territorio hispano que conectan con este personaje legendario de la mitología griega.
Torre de Hércules (La Coruña) |
Se dice que Hércules o Heracles llegó a la Península para cumplir el Décimo Trabajo que le encargó el rey Euristeo, consistente en robar el ganado a un horrible y gigantesco ser llamado Gerión. Esta criatura descendiente de la Medusa tenía dos piernas, pero de su cintura brotaban tres troncos, tres cabezas y seis brazos. Además reinaba despóticamente sobre sus súbditos a los que exigía onerosos impuestos, con lo que la llegada del héroe heleno fue muy bien recibida por los naturales. Este, ya curtido en matar gigantes, pues venía de darle su merecido a otro llamado Anteo en el norte de África, no tardó en liquidar al monstruo disparándole una flecha envenenada con la sangre de la Hidra.
Para terminar, separó dos montañas para dejar paso al mar en donde hoy se encuentra el Estrecho de Gibraltar, levantando dos enormes columnas en cada una de ellas como conmemoración de su hazaña, y enterró una de las feas cabezas de Gerión en el lugar donde ahora se asienta la Torre de Hércules, en La Coruña. Además, le dio tiempo para fundar varios lugares, como Sevilla o Cádiz, siendo enterrado al morir en el templo votivo edificado en su honor en la Isla de Eriteia , situado en esta segunda ciudad.
Parte de esta historia correspondería a las leyendas griegas que fueron transmitidas a los romanos, y otra parte se debe a reelaboraciones muy posteriores, como la Crónica General de Alfonso X el Sabio.
A su vez, los griegos parece que superpusieron su propia mitología a los mitos que circulaban entre los tartesios y los fenicios, teniendo los monumentos a los que nos estamos refiriendo un más que probable origen púnico.
El ídolo de Cádiz, según un manuscrito árabe |
De la Torre de Hércules sabemos que se basa en una antigua construcción romana del siglo I, levantada entre los reinados de Nerón y Vespasiano, y más tarde remodelada en los siglos XVI y XVIII, correspondiendo a esta última reforma su actual fachada neoclásica. Aunque los celtistas consideran que anteriormente estuvo allí la Torre de Breogán, que se menciona en el Leabhar Ghabála irlandés, y que también servía como faro para los navegantes, los no escasos vestigios de presencia fenicia en las costas gallegas hacen suponer que puede que estos visitantes del Mediterráneo pudieran utilizarla en sus viajes más hacia el norte, en busca del preciado estaño.
De lo que no cabe duda es que el Templo gaditano de Hércules sí estaba consagrado a Melkart, una deidad fenicia, advocación de Baal con atributos guerreros que lo hacían semejante al Heracles de los griegos. En su honor levantaron los púnicos otros santuarios en Tiro y en la Isla de Tasos, y en Gadir (Cádiz) fundada por ellos en el 800 a. de C., lo consideraron una especie de "rey de la ciudad", rindiéndose culto en el interior de su templo al fuego sagrado. Ahí fue donde el cartaginés Aníbal juró odio eterno a los romanos antes de marchar para Sagunto. Más tarde los romanos consagrarían el lugar a Hércules, revistiendo la fachada con relieves que representaban los trabajos de este semidiós y colocando probablemente la famosa estatua del personaje barbado, envuelto en una túnica y mirando hacia el occidente, hacia el Mar Tenebrosum, tal vez en tiempos del emperador Trajano. Luego el sitio se cristianiza y pasa a denominarse el islote de Sancti Petri, manteniéndose en pie hasta que los almorávides lo destruyeron en 1146, en un arrebato de multiculturalismo, mientras buscaban un supuesto tesoro.
Es curioso que el sincretismo entre el Melkart fenicio y el Heracles griego tal vez se produjera en la Isla de Rodas, ya que esta última era una escala importante en las rutas comerciales por el Mediterráneo, y los rodios (de origen dorio y descendientes por lo tanto de Heracles) iniciaron sus exploraciones por el lejano occidente al mismo tiempo que los fenicios, con los que mantenían unas estrechas relaciones. La leyenda de Gerión contiene varias alusiones al inframundo y a sus horrendas criaturas, y cabe recordar que para los griegos hacia el oeste se encontraba la entrada a los dominios infernales del Hades. En la Isla de Rodas se erguía el famosísimo Coloso, una gigantesca estatua helenística del dios sol Helios de 80 codos, construida por Cares de Lindos en el 280 a. de C. y derribada 66 años después por un terremoto. Los rodios no osaron ponerla de nuevo en pie, para respetar la voluntad de los dioses, y así permaneció hasta que en 654, otra vez los musulmanes, se apoderaron del bronce para vendérselo a un judío de Edesa.
Monumento de Hércules en Ceuta, obra del escultor Ginés Serrán Pagán (2007) |
En cuanto a las Columnas de Hércules o de Melkart, tienen nombres (como las Jakín y Boaz del Templo de Salomón de los masones) que corresponden a los montes Calpe y Abila, y que según se cuenta separó con sus propios brazos el héroe legendario, para crear el Estrecho de Gibraltar. El primero se identifica con el Peñón de Gibraltar y el segundo puede tratarse de Ceuta o del monte Musa. Como en el caso del Promontorio Sacro de Galicia (el Finis Terrae) estas columnas marcaban el límite del mundo conocido, y se relacionan con la leyenda " Non terrae plus ultra" (No hay tierra más allá). De ahí pasaron al escudo de los Reyes de España, que tras el Descubrimiento de las Indias occidentales cambiarían este lema por el de"Plus Ultra", más acorde con los nuevos conocimientos geográficos y con los nuevos trabajos hercúleos realizados por los hijos de España en el Nuevo Mundo. Se acuñaron monedas españolas con el dibujo de las columnas, como el Real de a Ocho, que más tarde daría lugar al dólar y a su famoso símbolo (una simplificación de las columnas entrelazadas por una filacteria).
A comienzos de este siglo XXI un escultor ceutí, Ginés Serrán Pagán que vive a caballo entre Nueva York, España y China, realizó para su ciudad natal dos grandiosas esculturas recubiertas de bronce del héroe mitológico, una separando las columnas y otra volviéndolas a unir, simbolizando "La Unión del Mundo", con un mensaje algo globalista que ahora no podemos impedir que nos resulte un tanto inquietante, a tenor de las últimas noticias que nos están llegando sobre los movimientos migratorios desde el norte de África. No en balde este artista ha trabajado como asesor para las Naciones Unidas y para la Fundación Ford, aunque no podemos dejar de reconocer la gran calidad de su obra y la exquisita forma como es capaz de recrear los modelos de la antigüedad clásica, como testimonian los dos Hércules a los que nos referimos y la estatua de Calypso, que también puede verse en la ciudad española de Ceuta.
PD: No podía cerrar este artículo sin hablar de otras leyendas, como la que atribuye al semidiós griego la formación de la cordillera de los Pirineos, para que sirviera de mausoleo a su amada Pyrene. O de la Cueva de Hércules, en los subterráneos de Toledo y la curiosa historia que la rodea. Antiguo sistema de cisternas abovedadas edificado por los romanos debajo de lo que luego sería la iglesia de San Ginés, se dice que era la entrada a un palacio encantado creado por el propio Hércules de jade y mármol. Allí este personaje, que algunos confunden con Túbal y que consideran versado también en las artes mágicas, escondió todos los males que acechaban a España y puso un candado en la puerta, ordenando que cada rey le añadiera uno nuevo. Y así fue hasta que al godo don Rodrigo se le ocurrió traspasar el umbral, con las nefastas consecuencias de todos conocidas. En sus muros pudo ver unas extrañas pinturas con jinetes de aspecto oriental que traían el dolor y la muerte. Algunos piensan que el antiguo tesoro de los visigodos, que nunca se encontró y que comprendía entre otros valiosos objetos la Mesa de Salomón, puede que permanezca aún enterrado en este lugar.
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