viernes, 17 de abril de 2020

PRIMAVERA MORTAL


Aún sabiendo que la vida encontrará al final, y a pesar de todo, la manera de abrirse camino, no podemos dejar de sentir una enorme tristeza ante el sufrimiento que está causando en la mayoría de la gente esta maldita pandemia, cuyo final presagiamos todavía como muy lejano. Esta estación que debería ser la del resurgimiento de las fuerzas vitales y la eclosión de la naturaleza, nos está dejando un panorama de incontables ataúdes y un luto que, por más que el gobierno lo quiera ocultar, tarde o temprano desembocará en un estallido de indignación generalizado.
Ya se contabilizan unos 29.000 muertos (y muertas) oficiales, y la siniestra cifra no deja de aumentar cada día que pasa. No sabemos a ciencia cierta cuando volverá- como cantaban algunos de esos abuelos, que ahora están muriendo por millares-"a reír la primavera". No hay demasiadas cosas que muevan en el día de hoy a la esperanza. Y lo más triste es el espectáculo idiota de una turba de inconscientes que practica el balconing todas las tardes, mientras se somete sin rechistar a una tiranía apenas encubierta. Los mass mierda, con su clamorosa servidumbre al poder a cambio de unas cuantas monedas de plata, cumplen con su función narcotizante ahora más que nunca, contribuyendo al ocultamiento de la tragedia, a la vez que va sembrando un miedo difuso entre la población, para asegurar el silencio de los corderos mientras estos son llevados al matadero.
Hace poco falleció el cantautor Luis Eduardo Aute, que también fue un artista plástico y cineasta, autor de "Un perro llamado dolor", largometraje de dibujos animados realizado de forma artesanal con más de cinco mil dibujos hechos a mano, y en el que rendía su particular homenaje a la pintura erótica española. Todavía no se sabe  bien si el coronavirus ha sido el que se lo ha llevado por delante, pero como ocurre con otros muchos fallecidos en estos días aciagos se sospecha que así ha sido. Su tema  musical más conocido es "Al alba", una canción que compuso en los años setenta en alusión a los últimos fusilamientos del franquismo y que acabó por convertirse en una especie de himno para la izquierda progre. Escuchando hoy la letra  de esta canción presentimos que se acomoda más a los tiempos actuales que a aquellos en los que se escribió, lo cual no deja de resultar muy paradójico y tétrico.





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