miércoles, 15 de abril de 2020

APAGÓN CULTURAL


No caerá tampoco esta vez esa breva, por desgracia. Ojalá se apagaran para siempre los fuegos fatuos del "sector  de la cultura" que siempre que una crisis sacude a la sociedad en sus cimientos, en lugar de arrimar el hombro, se apresuran a preguntar "¿qué hay de lo mío?" y a presentarse como las principales víctimas, porque  temen verse privados de sus prebendas y subvenciones.Porque de eso va el "apagón cultural" de 48 horas anunciado entre otros por la Unión de Actores, ante las insinuaciones del actual ministro de cultura Rodríguez Uribes sobre que no se crearían fondos ni se tomarían otras medidas específicas para la cultura, debido a que hay otras prioridades ante la pandemia del coronavirus que estamos sufriendo. La amenaza de los titiriteros y comediantes de dejar de subir contenido on line (básicamente tuits de alabanza al gobierno) fue retirada ipso facto y sustituida por un "voto de confianza", en cuanto el ministerio cedió al chantaje y corrigió sus anteriores declaraciones. 

 Es vergonzoso que con lo que está cayendo, con una catástrofe como esta que está costando a España decenas de miles de muertos, con el recorte brutal de derechos perpetrado por la autocracia criminal del psicópata Sánchez y su socio el Chepas (y ante la que no protesta ninguno de estos farsantes, tan amigos de la pancarta en tantas ocasiones) y con la recesión económica que se avecina, que puede desembocar en una depresión aún peor que la del crack del 29.... resulta vergonzoso, como estaba diciendo, que estos golfos malcriados, que reciben cada año unos 170 millones de euros en subvenciones, se pongan a protestar cuando tanta gente lo está pasando mal. Claro que el dinero que el gobierno roba a los autónomos y que no se gasta en material sanitario, se lo está repartiendo con sus palanganeros, los Mierdaset y Atresmierda, que han recibido unos 15 milloncejos de euros a cambio de servir como lavadoras de cerebros y como  Ministerio de  Propaganda (ríase usted de Goebbels) de un régimen represivo, que somete a 45 millones de españoles bajo arresto domiciliario bajo un interminable estado de excepción, mientras se incauta de los test y los EPIs para dejar desprotegido al personal sanitario y a la población en general; y se dedica a monitorizar o "ciberpatrullar" las redes sociales en busca de discursos peligrosos y de disidentes. En otros países se están aplicando medidas parecidas, imitando la brutalidad de la China comunista y siguiendo las recomendaciones de sus compinches de la OMS, pero ningún otro ha llegado que se sepa tan lejos ni ha provocado con sus torpezas una mortandad tan enorme entre la población.
Otro sector que se está viendo perjudicado es el de las artes plásticas. Para empezar, los museos no volverán a abrir en mucho tiempo y se acabarán tal vez para siempre aquellas macroexposiciones a las que acudían en masa los turistas orientales a hacerse selfies (lo cual no dejaría de ser una buena noticia). El público se tendrá que conformar a partir de ahora con las visitas on line, y más tarde ya veremos si habrá restricciones para poder contemplar las obras en vivo. Las ferias y galerías de arte contemporáneo también se han echado a temblar ante las sombrías expectativas que supuestamente les va a dejar esta crisis.Muchas tendrán que cerrar para siempre o dedicarse sólo a la venta por Internet, y el sector tendrá que "reinventarse" como se dice ahora o sucumbir. Las grandes casas de subastas, como la Christie's Sotheby's, han cerrado también sus puertas mientras dure esta pandemia.
Y como siempre, se esperan las ayudas estatales, como si fueran un maná caído del cielo, para poder salir del hoyo. Hans-Ulrich Obrist, director artístico de la Serpentine Gallery ha solicitado un multimillonario programa de ayuda pública para los artistas y galeristas británicos, una especie de New Deal del siglo XXI. En otros países, como Alemania e Italia, también se están preparando paquetes de ayuda de emergencia. En España se reprocha al ministerio de cultura su silencio... la llevan clara. Un negocio que se ha acostumbrado a vivir del relumbrón y del espectáculo hortera montado alrededor de la mediocridad, por supuesto que tendrá que verse afectado por lo que se nos viene encima. Bienvenidos a la realidad y al darwinismo socio-cultural.

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