viernes, 13 de julio de 2018

CHARLES CARY RUMSEY, EL ESCULTOR NORTEAMERICANO QUE MODELÓ AL CONQUISTADOR ESPAÑOL

 "Porque creo que todo joven sajón-americano ama la justicia y admira el heroísmo como yo, me he dedicado a escribir este libro. La razón de que no hayamos hecho justicia a los exploradores españoles es, sencillamente, porque hemos sido mal informados. Su historia no tiene paralelo; pero nuestros libros de texto no han reconocido esta verdad, si bien ahora ya no se atreven a disputarla. Gracias a la nueva escuela de historia americana vamos ya aprendiendo esa verdad, que se gozará en conocer todo americano de sentimientos varoniles (...)"
Charles F. Lummis "The Spanish Pionners" (1893)


Estatua ecuestre de Francisco Pizarro en la Plaza Mayor de Trujillo
Charles Cary Rumsey (1879-1922) fue un talentoso escultor nortamericano que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, justo en la época en que España perdía los últimos restos de su Imperio a manos de la entonces emergente superpotencia norteamericana. Si bien durante esos años predominaba entre los useños una visión peyorativa e hispanófoba, no todos ellos pensaban así. El gran escritor sureño Mark Twain había condenado la guerra que sus paisanos nos habían declarado por Cuba y Filipinas en su "Oración de Guerra" (1904) en la que llegó a decir que la nueva bandera de los Estados Unidos debería ser a partir de entonces la de los piratas, la calavera y las tibias cruzadas. Otro periodista, historiador y gran defensor de los indios de Norteamérica, Charles F. Lummis, escribió en 1893 su libro "The Spanish Pionners" (aquí traducido como "Los exploradores españoles del siglo XVI") donde hace una semblanza apasionada de aquellos superhombres (muchos de ellos extremeños) que cruzaron por primera vez el Atlántico desde Europa para descubrir, explorar y conquistar un vasto territorio que superaba varias veces el tamaño del Viejo Continente. Aunque no hizo mucha justicia a Hernán Cortés (craso error) sí que dedicó merecidos elogios al resto de los conquistadores, en particular a Francisco Pizarro, el dominador del imperio Inca.



Charles C. Rumsey tal vez tuvo en mente esta obra de Lummis cuando se puso a modelar en yeso una pequeña escultura que representaba a un conquistador español montando a caballo y ataviado con su armadura y con su espada. Hay quien dice que se trataba en realidad de una visión idealizada de Hernán Cortés o que Rumsey no se inspiró en ningún conquistador español en concreto sino que pretendía representar un arquetipo, pero lo cierto es que muchos indicios llevan a la conclusión de que era en Pizarro en quien estaba pensando. Según parece, el padre de Rumsey era un experto admirador de la obra evangelizadora y civilizadora de los españoles en América, y supo transmitir esta admiración a su hijo.

Rumsey, además de un artista con formación parisina era un apasionado de la hípica y llegó a practicar con destreza el deporte del polo, lo que  explica su notable conocimiento de la anatomía de los equinos. En otras esculturas suyas se puede descubrir su amor por los caballos y por los animales en general (tiene hermosas esculturas de bisontes, toros y pumas que invito desde aquí a descubrir a los navegantes de Internet). Además fue el autor de una estatua llamada "La Pagana" que representa un desnudo femenino, y que provocó no poco escándalo y controversia entre el público puritano yanki de su tiempo.

Estudio de Centauro por Rumsey







La pieza definitiva del conquistador español, realizada por el procedimiento de la cera perdida y de 6.500 kilos de bronce, estaba destinada a  la Panama Pacific Exposition celebrada en San Francisco en 1915, con motivo de la apertura del canal de Panamá, e iba acompañada de otra dedicada al conquistador de México, Hernán Cortés. En1929, tras fallecer el artista en un accidente automovilístico fue expuesta como homenaje póstumo en el Gran Palacio de París. Ese mismo año, y tras entablar negociaciones con el duque de Alba, su viuda Mary Harriman de Rumsey decidió donarla generosamente a la ciudad de Trujillo (Cáceres, España). El monumento fue inaugurado por el entonces jefe de gobierno, el general don Miguel Primo de Rivera y por Alfonso de Orleans, y fue colocado sobre un pedestal de granito en la Plaza Mayor de la localidad cacereña.

"La Pagana", hacia 1920







Además de la de Trujillo existen dos réplicas más de la estatua de Pizarro. Una está instalada en la entrada del Museo Albright Nox de Búfalo (Nueva York) la ciudad natal de Rumsey, y otra en la capital del Perú, Lima, ciudad fundada por el propio Francisco Pizarro. En 1935, al cumplirse el cuarto centenario de la ciudad andina, su alcalde Luis Gallo Porras obtuvo permiso de la viuda de Rumsey para instalar una copia del monumento en el atrio de la Catedral de Lima. La decisión fue polémica, no por que los indígenas protestaran como se ha llegado a decir, sino porque no contaba con el beneplácito de la Iglesia católica que consideraba una afrenta colocar la imagen de un caballero armado delante del templo; pese a que si no llega a ser por Pizarro, la fe de Cristo no hubiera llegado a ese rincón del mundo.
 Años después el mismo alcalde la ubicó en una esquina de la Plaza Mayor, pero en 2003 otro edil la retiró por considerarla ofensiva para la "peruanidad". Tras pasar algún tiempo fuera de la vista del público, arrinconada en un almacén, finalmente la medio escondió en su actual emplazamiento, el nuevo "Parque de la Muralla", al lado del río Rímac. Estas cosas vienen sucediendo (recordemos las afrentas a las imágenes de don Cristóbal Colón ocasionadas por los gerifaltes chavistas) porque España es un país que en la actualidad no sabe respetarse a sí mismo, y por lo tanto no sabe hacerse respetar por nadie. No creo que hubiera respuesta diplomática en su día por esta ofensa contra el fundador de Lima perpetrada en su propia ciudad, por un alcalducho del tres al cuarto. Pero así nos va, antes nos admiraban hasta los norteamericanos, ahora se ríe de nosotros cualquier panchito de andar por casa... Y entiéndase que no pretendo ofender ni a la mayoría de los peruanos ni a la mayoría de los hispanoamericanos, entre los que me consta que hay personas excelentes; pero un bastardo que insulta a los españoles despreciando a Francisco Pizarro, y que asume la leyenda negra como criterio de verdad histórica, no merece para mí otro calificativo.


Estatua de Pizarro en Trujillo

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