viernes, 23 de febrero de 2018

"PRESOS POLÍTICOS" Y "PRESAS ARTÍSTICAS"

El ciudadano P.V.G., encarcelado en Cataluña (España) por editar libros "prohibidos"

Todos los años la misma comedia. Nadie prestaría gran atención a la cochambre que se expone en  Arco si no fuera por los "numeritos de feria" que se marcan en cada edición alguno de los galeristas o "artistas" contemporáneos que se dan cita allí. Es la forma que tienen de atraer algo de público y convencer a los plutócratas para que dejen por un momento de comprar valores seguros  (antigüedades) e inviertan en valores de riesgo (basura contemporánea).

En esta ocasión la cosa ha consistido en aprovechar la crisis catalana y el malogrado procès para reflotar y dar algo de vidilla a un tinglado que no vive su mejor momento precisamente, dado el creciente desinterés del público y de los inversores. Por cierto ¿aparte de la instalación de Santiago Sierra, ha trascendido algo más de la feria de este año? Esta ha sido, con mucho, la obra más comentada y más publicitada, la que ha sido retirada por los responsables del IFEMA en un acto que, como cabía esperar, ha sido interpretado como una censura a la libertad de expresión, como una extensión de la llamada Ley Mordaza, que ya ha sido aplicada contra blogueros, titiriteros y raperos varios.
Es evidente que la operación "Presos Políticos" ha servido a los fines mercantiles a los que aludimos (promoción de la Feria y del "artista represaliado") y también a fines políticos, ya que ha sido utilizada para que el procès independentista (o lo que quede de él) use Arco en Madrid como medio para hacerse aún más publicidad, y para reforzar de paso su discurso victimista, ensalzando a sus "mártires" de cara a la opinión pública.
IFEMA, una entidad pública y estatal, ha actuado en este caso con la torpeza calculada y característica de los organismos que dependen del gobierno del PP, ordenando la retirada de la instalación de Santiago Sierra "Presos Políticos". La obra en sí, artísticamente hablando, no vale un pimiento; no es más que un conjunto de malas fotografías fotocopiadas y pixeladas puestas unas al lado de las otras. Pero por su presunto contenido subversivo y por haber sido censurada por el IFEMA, lleva camino de convertirse en uno de esos iconos contemporáneos, de los que todo el mundo habla durante unos días y que, tras armar mucho alboroto, acaban por desaparecer en el baúl de los recuerdos.

De momento este circo ha servido para que este "artista" con fama de provocador (en la pasada edición de ARCO había dado también que hablar, por haber presentado unas fotografías donde se armó un lío con el significado de la esvástica dextrógira y levógira) le haya endirgado su invento al independentista millonario Tatxo Benet, socio de Roures en Mediapro, que ha llegado a pagar por él unos 96.000 euros del ala.
La idea de este mecenas es la de exhibir la obra en el Museo de Lérida, ocupando el lugar que han dejado libre los sarcófagos despojados por la Generalitat al pueblo aragonés de Sijena. Si la comparación entre el arte románico y la mamarrachada de Sierra es atrevida, no lo es menos la pretensión de convertir a esta última en un  nuevo "Guernica", un símbolo permanente de denuncia contra el Estado Español, acusado de represor y liberticida... Pero no perdamos de vista que en todo este desaguisado, como en todo lo que ha tenido que ver con el proceso secesionista, el gobierno de Rajoy está prestando una colaboración imprescindible, con sus torpezas e indecisiones, sus artículos 155 aplicados a medias, sus componendas con los políticos separatistas, etc. Ahora no han perdido el tiempo los ministros y los portavoces y  portavozas políticos/as en desmarcarse de la medida tomada por el IFEMA, considerándola exagerada y un error, y hasta suplicando perdón con las lágrimas en los ojos en algunos casos...

Que en España haya censura, que se persigan las opiniones discrepantes y se encierre a la gente por delitos de opinión es una posibilidad que a nadie debería de causar sorpresa, porque lo mismo sucede en el resto de las democracias occidentales, que se consideran muy liberales y pluralistas, pero que sólo admiten la libertad de expresión hasta cierto punto. El hecho de que existan regímenes todavía más carcelarios no exime a occidente (y  en especial a la Unión Europea) de la responsabilidad de estar creando una sociedad cada vez más irrespirable, donde todo el mundo puede llegar a ser "sospechoso" por el mero hecho de opinar, pensar o sentir de una determinada manera, que no es del gusto de la corrección política al uso. Porque cada día se multiplican los nuevos casos tipificados como "delitos de odio" (en sus cincuenta mil variantes) "revisionismo-negacionismo", "xfobias" diversas, etc, etc. Al final, no va a haber cárceles en Europa para encerrar a  tantos heterodoxos.
Y no me refiero precisamente a los que están ahora en la trena por el procès catalán. Habría que recordarles cómo en el reciente pasado la Generalitat cerraba blogs o cuentas de google cuando se criticaba su política o la brutalidad de los mossos d' esquadra , todo ello en connivencia con los jueces y  autoridades del Estado Español, cómo se ha vulnerado la libertad de expresión multando a los que rotulaban en español en Cataluña o marginando a los niños hispanoparlantes en las escuelas catalanas, mientras disponían (y disponen) de cinco canales de televisión autonómica donde insultan y amenazan a sus anchas a todo el que no comulgue con ellos.
Tampoco me refiero ni muchísimo menos a los Andrés Bódalo, Rodrigo Lanza u otros representantes de ese partido para meningíticos que es hoy en día Podemos, o a los matones chapelundis de Alsasua... Esos, sin duda, se merecen pasar una temporada larga, o muy larga, entre rejas. Pero conviene informar que en España, y más concretamente, en Cataluña se han cerrado librerías y se ha procesado y condenado a editores por poner en circulación libros que se consideran prohibidos. Estos sí que son presos políticos de verdad, aunque sean de otro color y no figuren, desde luego, en el retablo de Santiago Sierra. Vaya despiste que ha tenido el muchachito.

Demoledora viñeta de El Roto

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