martes, 26 de diciembre de 2017

EL NIÑO HA NACIDO ESTE AÑO EN LAS VEGAS



En vista de la situación planteada en Oriente Medio, por la decisión del magnate y presidente norteamericano Donald Trump de reconocer a Jerusalem como capital del Estado de Israel, la Virgen María y San José han decidido cambiar de aires y mudarse a un sitio más tranquilo para traer al Niño Jesús al mundo. Puede que tengan algunos problemillas con las autoridades antiinmigración, pero se supone que la acreditada ascendencia de ambos del Rey David servirá para identificarlos como refugiados judíos, y no como unos sospechosos yihadistas o terroristas palestinos.




Gracias al presbiteriano Trump todo tiene arreglo. Por fin tendrán los sionistas las manos libres para reconstruir el Templo de Salomón, para que se cumplan sus profecías y sus esperanzas mesiánicas del advenimiento del anticristo, aunque al precio de traer más inestabilidad aún, por si hubiera poca, a esa zona del mundo y a la nuestra. Pero al todopoderoso Amo yanki le trae sin cuidado lo que ocurra en la periferia o si se llena el patio trasero de "refugiados" de todos los rincones del planeta. Él, tras su Great Wall, se siente más seguro que nunca.



Detrás de la decisión de Trump que, al igual que en su día Hitler, está cumpliendo a rajatabla todas sus promesas electorales, está el apoyo del multimillonario judío Sheldon Adelson, el "emperador de los casinos", el digno heredero de aquel gángster mafioso, también de la Tribu  llamado "Bugsy" (gusano) Siegel. El socio de Lansky y Lucky Luciano que fundó Las Vegas en medio del desierto de Nevada, como si se tratara de la Meca del capitalismo americano, el paraíso del juego, el alcohol. las drogas, las putas... Siegel sí, el que fue acribillado por sus antiguos socios, demasiado miopes ellos, que no supieron prever la rentabilidad del negocio y pensaron que aquel invento de Las Vegas les llevaría a la ruina...
Igual andan hoy los rabinos de las finanzas a sopapos entre ellos por la hegemonía, los Kissinger-Adelson de un lado contra los Soros-Rotschild-Rockefeller del otro, pero tal vez no sea más que una pantomima y coincidan todos ellos este Fin de Año en el club Bilderberg, para tomarse unos chatos y las uvas a nuestra salud.




Y mientras tanto, la "recuperación" continúa y el negocio marcha. Estas fiestas de solsticio de invierno, de Santa Claus o de lo que sean, no son ya más que un pretexto para exhortar a la gente a consumir otra vez, más y más, y para que la economía capitalista siga fluyendo. Lo siento por Charles Dickens o por Frank Capra, pero del "espíritu navideño"  en este mundo transhumanista ya sólo nos queda eso, esos alumbrados de algunas de nuestras ciudades, cada vez más abigarrados y más horteras, que no dejan de recordar las luces de neón de Las Vegas, cumpliendo una función parecida, de señuelo publicitario y de  reclamo para el consumo incontrolado de los lechuguinos, a la espera de que se desencadene de una vez por todas el definitivo Armageddon.


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