A VUELTAS CON EL "FEÍSMO" ENDÉMICO
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Foto: Antonio Riveiro |
Este es un asunto delicado, que seguramente requerirá tratarlo por extenso en varias entradas. Para empezar, y desde hace ya algunos años, se oye hablar en círculos de expertos en arquitectura y urbanismo, y en congresos, foros, etc. del llamado "feísmo arquitectónico", refiriéndose en concreto al caso de Galicia. Parece ser que aquí existe una suerte de especialización en esa clase de atentados, que degradan el entorno y socaban los pilares del buen gusto, y que proliferan por doquier, tanto en el medio rural como en el urbano, bastando un simple vistazo alrededor para que cualquiera (sin muchos conocimientos sobre el tema) pueda percatarse. Sin pretender ofrecer un panorama dantesco de lo que aquí sucede, y ni mucho menos echar la culpa o ridiculizar a la gente (como hacen determinados foros de Internet, que tratan con mucha frivolidad el asunto), queremos en este blog abordar nuestro feísmo de una forma realista y valiente, y expresar con libertad nuestra propia opinión sobre sus causas y sus posibles soluciones.
Los partidarios del término, ante la imprecisión con la que algunos lo han venido utilizando, han hecho un esfuerzo por definir sus características y apuntar hacia sus posibles causas. Entre las primeras estarían: la mescolanza de materiales constructivos, órdenes y estilos de manera inarmónica; carencia de revestimientos y acabados exteriores; inexistencia de alineamiento en el plano de los edificios y de una línea de altura regular; construcciones que se eternizan o no acaban nunca de realizarse; indiscernibilidad entre suelo urbano y rural y simultaneidad de usos; y gusto por la ostentación y lo estéticamente rebuscado.
Acerca de las causas del "feísmo" gallego, los expertos señalan: la enorme dispersión demográfica, que añadida a la autopromoción constructiva dificulta el control urbanístico; el incumplimiento de la legislación (que en esta materia es además errática e imprecisa); la serie de ciclos migratorios, que explican la ostentación de los "indianos" y el abandono de las edificaciones; la "burbuja inmobiliaria" y la especulación urbanística, especialmente salvaje en la comunidad gallega; y el
desprecio por la arquitectura gallega tradicional.
El llamado "feísmo rural", el más visible a menudo en Internet, es sin embargo el más inocuo . Unas veces es el
resultado, no demasiado acertado, del reciclaje de materiales motivado
por la necesidad. Otras veces se producen combinaciones tan extravagantes que lindan con el surrealismo más delirante.
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Un clásico: el hórreo enladrillado |
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Otro clásico: el cierre-somier. Reciclarse o morir |
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Vivienda de piedra rematada con ladrillo. No será bonita, pero sí funcional |
Frente a estos análisis, bastante razonables, han surgido voces discrepantes, curiosamente entre los sectores de la vanguardia intelectual revolucionaria, con
Suso de Toro, el agitador que tanto supo rentabilizar el trágico accidente del
Prestige, a la cabeza. Aplicando un enfoque materialista-dialéctico reducen todas las causas a una sola: la corrupción urbanística de los tiempos de la "burbuja", iniciada en los años 80 y que alcanzó su apogeo con
Aznar, y la pobreza generada por la crisis económica. Y sin duda se trata de un factor importante este de la
rapacidad descontrolada de los promotores inmobiliarios, con la complicidad de algunos arquitectos y de las autoridades que han mirado para otro lado, por pura desidia o para aprovecharse económica o electoralmente de la "burbuja". Y si hablamos de corrupción política, asociada con el delito urbanístico, no nos podemos olvidar de la trama Pokémon o de la operación Patos, que salpica a tantos cargos políticos, algunos del PP (con amplia experiencia en estas lides) y otros del PSdeG y del Bloque, los "compañeros de viaje" del señor
Suso de Toro, por cierto (¿Y para qué vamos a recordar a un tal
Pepiño B. y su super-ático en la isla de Arosa?) Ciertamente, en Galicia existe mucho descontrol en materia de urbanismo, lo que ha propiciado una especie de
anarquía constructiva, cuyas calamitosas y desagradables consecuencias nos toca sufrir a todos
Pero el señor
de Toro tal vez peque de escasa perspectiva histórica, y parece olvidar que este fenómeno en Galicia reviste especial gravedad porque se remonta a bastante atrás en el tiempo, hacia finales de los años 60, justo cuando se produjo el
despegue industrial y económico gallego. Es decir, que el proceso se inició en el tardofranquismo y se acentuó con los gobiernos de la democracia. Y aunque muchas manifestaciones del llamado "feísmo", sobre todo en el rural y en algunas zonas deprimidas del paisaje urbano, se deben a la pobreza y a la necesidad (usando aquellos materiales que se tienen más a mano, aunque con escaso sentido de la estética) y en otros casos al abandono y desidia de las autoridades, no siempre se cumple esta condición. Muchos desaguisados constructivos derivan de todo lo contrario, son obras con un gran coste económico hechas por particulares, empresas y (lo que es más grave) por organismos públicos, y que evidencian un afán de ostentación y grandilocuencia de "nuevos ricos" bastante lamentable.
Hay muchas otras y sorprendentes imágenes que se pueden encontrar en la red
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Precioso hórreo tuneado por un hooligan |
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Abrevadero multiusos |
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La parada más confortable |
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Ladrillos y más ladrillos |
En realidad, las críticas de
Toro llevan bastante razón en el sentido de que tal vez el enfoque de los arquitectos sea en gran medida elitista y de orden puramente estético, aunque no se pueda negar la importancia que esto último tiene. Y tal vez la definición que ellos dan del feísmo también contribuya a confundir las cosas, porque no es lo mismo que un paisano utilice los materiales que tiene más a mano para hacer una chapucilla en su finca, que a otro se le ocurra pintar el hórreo de su bisabuelo con pintura fosforescente. Lo primero puede estar obligado por la necesidad; mientras que lo segundo es una horterada de mal gusto, la clásica paletada de quien quiere llamar la atención a toda costa. Extrapolando la cuestión a un tema tan candente en la actualidad como es la carestía de la vivienda, no es lo mismo improvisar una chabola cutre con materiales de desecho, porque no hay más remedio y en algún sitio hay que vivir, que construir una torre de veinte pisos en un islote o una réplica de Falcon Crest en mitad del monte, pensando que eso le da a uno categoría y distinción. Puestos a desahuciar y proceder a la demolición, habría que actuar antes contra los segundos que contra los primeros ( y a estos ofrecerles una vivienda digna).
El
feísmo es, en gran medida, el resultado del impacto brutal de la modernidad en un contexto premoderno, como era hasta no hace mucho el campo gallego. La fiebre de la construcción de los últimos años, y la crísis del ladrillo que ha venido a continuación, sólo han servido para empeorar las cosas.
Algunos nacionalistas, por su parte, no dudan en participar en el debate con su acostumbrado enfoque victimista, negando la evidencia y sintiéndose ofendidos por el vocablo "feísta", considerándolo un ultraje más al honor de la mayoría de los gallegos, cuyo sentido del gusto parece ponerse en tela de juicio. Es muy cierto que en todos sitios cuecen habas, y bastaría recordar los múltiples estropicios que la fiebre especulativa ha perpetrado en el Levante español (
y tal y tal), sin ir más lejos, o en la propia capital de las Españas, con engendros como
las torres Kio, la satánica sede de Bankia. Pero reconozcámoslo de una vez, que un poco de autocrítica no le hace daño a nadie, a pesar del rico patrimonio artístico y cultural gallego, y a pesar de
Amancio Ortega, lo cierto es que muchos de nuestros paisanos exhiben un sentido del gusto (o más bien una falta de él) detestable o cuando menos dudoso. Incluso es posible rastrear en lo más enxebre de nuestro folclore numerosos ejemplos de esta característica atávica: en algunos entroidos con sus "
merdeiros/as", en algunas composiciones para gaita que amenazan al equilibrio psíquico del que las oye o en el escatológico humor que exhiben ciertos regueifeiros y otros autores de coplillas "de escarnio e maldizer". Y la cosa se perpetúa hasta tiempos más recientes, bastando con traer aquí a colación a
don Camilo Jose Cela, las andanzas de"Siniestro Total" y otros grupos musicales de la movida viguesa o los programas de la
teleghaita (TVG).
Existe también en las artes plásticas y en la literatura gallega una acusada inclinación hacia el
"feísmo estético", de matriz más o menos expresionista. Aunque este es un fenómeno que afecta en general al arte de nuestros días en todas partes, y no debe ser confundido con el tema que ahora nos ocupa, sí resulta pertinente constatar de qué manera se ha fomentado entre galeristas y críticos desde los años 80 esta etiqueta de feístas y salvajes, para identificar a los
genuinos artistas gallegos, a los que se emparentaba con los
Neue Wilden alemanes
. Empezaron con
Laxeiro (revalorizado en los ochenta) y siguieron con los
Antón Patiño, Menchu Lamas , Leiro, Ramón Conde y compañía. Es posible que pesara alguna forma de prejuicio a la hora de colgarle este sambenito a todos los artistas gallegos, pero lo cierto es que algunos de estos se esforzaron por dar esa imagen, probablemente porque pensaron aprovecharse de esa
moda posmoderna y aumentar así sus ventas.
El delicioso estilo kitsch de los indianos
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El toque tropical de la palmera que no falte |
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Ni el Xanadú de Ciudadano Kane |
Pues resulta, y es bochornoso dar testimonio de ello, que muchos personajes (ya sean de derechas o de izquierdas)
no parecen ver ningún problema en el "feísmo", y en el mundo de la "cultura" (que es en su mayoría de izquierdas) hay quien lo asume como una seña de identidad, como algo de lo que sentirse orgulloso. Sirva de ejemplo el impresentable ex-presidente de la SGAE,
Antón Reja, y todo el rock rural bravú y la sórdida estética que lo acompaña. Luego viene la proliferación de fotos en Internet, con el consiguiente recochineo y el daño a la imagen de Galicia en el exterior. Pero no nos debe extrañar que se perpetúe nuestra fama de
brutiños si escogemos como élite cultural a esta panda de mentecatos, que van de la mano muchas veces de los políticos corruptos que mencionábamos antes.
Preguntemos a los nacionalistas, como expertos que son en cuestiones raciales ¿es que existe tal vez un gen recesivo"feísta" entre los gallegos? ¿Es acaso un atavismo protocelta de los orígenes? ¿O se debe a la herencia germánica- sueva? Porque ya se sabe que los tudescos son famosos por su grosería y mal gusto (pensemos en la pintura expresionista, en las primeras escenografías wagnerianas, en la afición por las complicaciones filosóficas y en las fiestas de la cerveza, con acordeón incluida). Pero al menos, pese a sus zafios modales y a lo hortera de sus inclinaciones, sobre las que
Nietzsche ya habló largo y tendido, Alemania ha dado al mundo un puñado de buenos músicos y algunos pintores y arquitectos geniales (también mucha basura bauhausista, es verdad, pero supieron deshacerse de ellos oportunamente, enviándolos en seguida a los Iu Es Ei). Y son también disciplinados y obedecen la legislación del suelo vigente en su país, donde son inimaginables los estropicios que aquí nos son tan familiares.
La acostumbrada confusión entre modernidad, desarrollismo
y progreso material con fealdad y atentado contra el medio ambiente,
hacen poco atractivas algunas zonas de nuestro territorio.Ejemplos no faltan de esto, aunque algunos no encajen en la definición de feísmo arquitectónico.
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La planta de celulosa de Lourizán (Pontevedra), a pleno rendimiento |
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El Expreso de Medianoche de Redondela |
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El pegote de Toralla |
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La increíble farola de Montós |
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¿La cala de Benidorm? No, es Sanxenxo, el municipio gallego que más costa ha destruido según Greenpeace
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Antes de que nadie conciba el proyecto de desollarme vivo por lo que acabo de decir, aclararé que no suscribo para nada esa especie de determinismo genético, si bien parece que otros a los que nos hemos referido antes sí están en esa línea de pensamiento. Me inclino a pensar que son más bien factores de tipo social, económico, pero sobre todo
educativos, los que están detrás de este feo asunto, tanto en nuestro territorio como fuera de él, porque el mal gusto está por desgracia muy extendido en todas partes. Y son factores que es posible modificar, si se tuviese la voluntad necesaria. Tocará a las autoridades y a la élite cultural tomar cartas en este asunto, de una vez por todas, el día en que estallen por fin todas las "burbujas",y utilicen sus cargos no para hacer sus negocios, sino para servir al bien general.
No es que en Galicia haya más gente con mal gusto que en otras partes, porque la proporción de palurdos debe ser muy similar a la de otras zonas de España. Lo lamentable es que se trata de un territorio donde se ha ejercido y se ejerce muy poco control sobre lo que se construye, y reina algo parecido a la ley de la selva. Y el anarcoliberalismo está muy bien en teoría, pero en la práctica arroja estos desastrosos resultados.
Valga este artículo para situarnos ante el panorama del "feísmo". Una pesadilla muy real, aunque algunos prefieran ignorarla o se acostumbren a convivir con ella todos los días.
El feísmo más nocivo y despiadado se ceba con nuestro entorno natural, agredido de múltiples formas
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Imagen muy común en el monte gallego, por desgracia: desperdicios, abandono y proliferación de acacias y eucaliptos |
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La demanda de materiales de construcción multiplica las canteras en nuestros montes |
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Resultado de la barbarie de los pirómanos |
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El chapapote: una amenaza permanente |
También es feísmo, o yo diría que feísimo, utilizar las fotos de los demás sin pedir permiso y sin citar las fuentes. Así cualquiera hace un blog.
ResponderEliminarDisculpas, no fue otra mi intención que la de dar más fuerza a mi relato con algunas imágenes que lo explicaran mejor. Comprendo sus razones para ofenderse y si algunas de las fotografías que incluí en este artículo, con gran ligereza por mi parte, son suyas, hágamelo usted saber. Si lo considera oportuno, las retiraré inmediatamente del blog, pero si usted no tiene inconveniente, indicaré su procedencia y autoría y añadiré todo el agradecimiento por mi parte. Creo que a ambos nos mueve una idéntica preocupación por el deterioro paisajístico de nuestra tierra, y que eso debería de estar por encima de cualquier discusión por el copyright. Un cordial saludo
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