domingo, 16 de febrero de 2025

 LA GALA DE LOS GOYA O "EL WOKISMO DEVORANDO A SUS HIJES"


Siempre me he preguntado por qué los premios de la Academia cinematográfica de España reciben el nombre de un egregio pintor, que nada tiene que ver con el cine. Tal vez una explicación podría encontrarse en su célebre grabado "El sueño de la razón produce monstruos", ya que  las producciones cinematográficas made in Spain de los últimos tiempos, realizadas por lo general con muy poco seso,  resultan casi siempre monstruosas. 
Pero si analizamos la serie de las pinturas negras del genial pintor aragonés quizás nos encontraremos con más claves que nos den una respuesta a nuestra interrogante. Ahí está, sin ir más lejos, el "Aquelarre" o "El gran macho cabrío", que casi no necesita más explicaciones, porque muestra bien a las claras la vocación satanista de los directores de cine, actores, actrices, actoras y actrizos españoles... Y quiero que se me entienda bien,  dado que el nivel actual del público lector requiere que haya que desgranarlo todo; no me refiero a que sean todos ellos seguidores de Anton La Vey (que también alguno habrá, sin lugar a dudas) sino a que sus obras despiden un tufo nauseabundo, mixtura de azufre y excremento, muy similar a los potajes que cocinaban las brujas en sus viejos calderos. Incluso, si analizamos a fondo el famoso fresco de Goya podemos encontrarnos con un personaje que es clavadito a Pedro Almodóvar en su juventud, cuando "quería ser mamá" junto con Fabio McNamara.
Pero la última gala ha escenificado otra horripilante pintura goyesca, la del "Saturno devorando a sus hijos", ya que ese Moloch contemporáneo que es el wokismo, regado durante años por las arcas públicas y por instituciones al servicio del imperialismo norteamericano, como la USAID, para imponer una determinada agenda ideológica, está canibalizando a aquellos que aspiraban a ser sus máximos exponentes. Tras el caso de Errejón, que ha pasado de ser un impulsor y paladín de las leyes de género a estar procesado por ellas, ha estallado la polémica que rodea a una "actora" por haber escrito  tuits hace un porrón de años en los que expresaba opiniones incorrectas, nada menos que acerca de los moros y los catalufos. De nada han servido las disculpas de dicha personaja (sigamos cargándonos el idioma español en aras del lenguaje inclusivo) y que haya aclarado que aquello lo puso antes de que tomara la buena senda y transicionara de género, como está mandado. La  que iba a ser la primera actriz abiertamente transgénero  nominada para el Oscar ha visto así frustrados sus sueños, al quedar atrapada por su pasado "voxalero" y expuesta impúdicamente a las iras de las hordas wokazas, que de ensalzarla al principio han pasado a amenazarla de muerte y todo. 
Y lo cierto es que la película tenía todos los boletos para alzarse con alguna estatuilla. porque se trata de una bazofia al más puro estilo almodovariano, pergeñada por un director  gabacho y además hispanófobo, acerca de las andanzas de un capo del narco mexicano que un buen día decide cambiarse de género. Se ve que la  cosa prometía, pero al  final el cruel destino les ha gastado a todos/todas/ y todes una jugarreta de las suyas.
No debe extrañarnos esta ceremonia de la autofagia, porque en breve es probable que asistamos a más calamidades como esta en el universo woke, a medida que sus caudales vayan menguando y se vayan cerrando progresivamente los grifos que antaño  los surtían con tanta generosorosidad. Aunque el rampante trumpismo traerá otros males horrendos, ya los empezamos a ver en Oriente Medio, al menos nos dejará descansar durante una temporada del bombardeo constante de esta clase de propaganda ponzoñosa o al menos no se lo pondrá tan fácil. Desaparecer del todo, no lo verán aún nuestros ojos, porque en España vamos en esto como en todo lo demás con retraso, y porque a Trump, o mejor dicho, a los que lo manejan como su títere en la sombra no les conviene erradicarlo del todo. Pero algo es algo.




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