sábado, 16 de diciembre de 2023

ENSEÑAR ARTE, UNA ACTIVIDAD DE RIESGO EN EUROPA

El cuadro de la polémica

 Desde la France del Emperador Macron I nos llega la noticia de que la Escuela Jacques-Cartier de Issou, en las Yvelines (al oeste de París) ha tenido que cerrar sus puertas por miedo a alguna posible represalia yihadista. El detonante ha sido que un profesor de historia del arte mostró a sus alumnos un cuadro de inicios del siglo XVII de Giuseppe Cesari, "Diana y Acteón", en el que aparecen algunas señoritas de buen ver tal como Alá las trajo al mundo. El caso es que muchos de los alumnos del profesor son musulmanes y algunos se sintieron ofendidos por haberles enseñado tamaña monstruosidad anatómica, y además acusaron falsamente al docente por haberles insultado con improperios racistas e islamófobos. 
El ambiente, que ya de por sí andaba bastante caldeado en Francia tras el asesinato de dos profesores (uno de ellos  decapitado) a manos de islamistas furibundos, se ha puesto aún peor si cabe desde que empezó la Guerra de Gaza de Netanyahu.
Desde que  Europa está acogiendo una inmigración masiva que no para de aumentar,  propiciada tanto por nuestros políticos de izquierdas como de derechas, nos encontramos con que nuestra propia cultura es un motivo de fricción con los que más bien deberían de adaptarse a los países de acogida. 
Se dio el caso hace unos cuantos años que las autoridades italianas, en un gesto vergonzoso, ordenaron  tapar las estatuas del Campidoglio para no ofender a los representantes del país de los ayatolas. Era, según se decía, una medida excepcional de la diplomacia, una deferencia hacia las costumbres de unos visitantes extranjeros; pero poco a poco parece que tenemos que acostumbrarnos a ser diplomáticos a diario con los que no quieren adaptarse a nuestra cultura o a nuestras costumbres.
Y ahora resulta que el arte del pasado se ha vuelto polémico, y que  desagrada tanto a los apóstoles wokes de la cancelación como a los alevines de talibanes en potencia, que conviven ya entre nosotros.
En Francia, todo ese multiculturalismo que ahora "disfrutan" y que genera tantos problemas, se lo tienen que agradecer muy especialmente  a la labor incansable de  intelectuales como Bernard Henri-Levy o Jacques Attali, y de filántropos como George Soros.  Algún malicioso pensará que a los sionistas les interesa la apertura de par en par de las fronteras de occidente para los musulmanes y otros no-blancos, por algún oscuro motivo. ¿Para que la causa sionista goce de más simpatía entre la población autóctona europea, que se siente igualmente amenazada por el terrorismo? ¿Tal vez porque los crímenes cometidos por los inmigrantes debilitan a los gentiles blancos y fortalecen al poder judío? 
Pensemos cómo después de los atentados del 11-S aumentó espectacularmente la inmigración musulmana en los Estados Unidos, al tiempo que se justificó la vigilancia masiva, las leyes contra la libertad de expresión y la detención y tortura de gran número de personas, muchas de ellas inocentes. Mientras que cuando los musulmanes actúan de verdad contra los intereses blancos, como en este caso en Francia contra los docentes, no existe ninguna actuación severa por parte de los estados. 
Recordemos el caso del diputado laborista británico Denis Mc Shane, muy atento a defender los intereses  de Israel en Londres,. mientras que en su distrito de  Rotherham (Yorkshire) una mafia pakistaní se dedicaba a la explotación sexual de niños y niñas de familias obreras inglesas, a los que tenían esclavizados. London, la City de las finanzas y la sede de los Hermanos Musulmanes, todo encaja. Y esos políticos traidorzuelos, que sirven a sus amos y se despreocupan de lo que le pueda ocurrir a su gente.

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