jueves, 13 de mayo de 2021

EL DESTROZO DE NUESTRO PATRIMONIO CONTINÚA

Obras de la Sagrada Familia



En España no hace falta que los islamistas, antifas o masonazos de turno vandalicen o le planten fuego a los templos y a las catedrales, como está sucediendo  una semana sí y la otra también en nuestra vecina Francia. Se bastan solitas para eso las instituciones, y muy especialmente esa oenegé progre y carcomida que regenta el antipapa Bergoglius I, y que antaño se conocía como Iglesia católica. 
De sobra es conocido el mal gusto que tienen en la actualidad los clérigos y prelados, y como han permitido en sus iglesias que se realicen estrambóticas "restauraciones" como la del famoso Ecce Homo de Borja o la del San Jorge de Estella, casi siempre para ahorrarse algunas perrillas del presupuesto...
Pero la cuestión alcanza proporciones aberrantes cuando se trata de megaproyectos como el de la Sagrada Familia de Barcelona, auténtico bodrio kitsch a la mayor gloria del nacionalismo separata catalán, un proyecto que parecía interminable desde que Gaudí lo comenzara allá por 1882, pero que con los vientos del procés ha visto como le han pisado el acelerador para que esté listo para el anhelado día de la independencia. Estaba previsto que las obras concluyeran en el 2026, pero la plandemia ha supuesto un retraso de esta "apoteosis". En 1965 muchos artistas firmaron un manifiesto en desacuerdo con que se continuaran las obras del templo, y hubiera sido mejor que lo hubieran dejado como estaba, en vista de los horrorosos resultados que se pueden apreciar hasta la fecha. La cosa ya empezaba a insinuarse hacia 1987 cuando Subirachs (uno de los firmantes del manifiesto citado anteriormente, por cierto) se encargó del grupo escultórico de la fachada de la Pasión. Lo que podemos encontrarnos en la actualidad es un amasijo disonante de estilos que no encajan los unos con los otros: neogótico, modernista, abstractizante, surrealista y alguno otro bastante incalificable. 
En su megalomanía, el proyecto que dirige actualmente el arquitecto Jordi Faulí pretende convertir a la Sagrada Familia en la catedral más alta del mundo (172,5 metros de altura cuando se construya la torre de Jesús) algo que modificará para siempre el perfil de la ciudad condal.  En todo caso ya están listas para colocar en los remates unas estrellas que estarán iluminadas de noche y de día, cual reclamo de un puticlub de carretera cualquiera. Va a quedar todo muy propio, sin duda, al nivel de ese clero rastrero catalán cuyos máximos exponentes son los pedosatanistas de la abadía de Monserrat.


Proyecto de las nuevas puertas para la catedral de Burgos

Pero en otros rincones de la piel de toro tampoco se andan con chiquitas. Véanse si no la intervención de Francisco Leiro ( el autor del Sireno) en la catedral de Santiago o el mural del paniaguado Miquel Barceló para la capilla del Santísimo de la catedral de Palma. El último  estropicio puede ser el proyecto casi aprobado de las  tres nuevas puertas de bronce para la  ilustre catedral de Burgos, dotado con un presupuesto de un millón doscientos mil euros. La obra correrá a cargo del artista de la corte Antonio López, y en la reconstrucción virtual se puede apreciar el pegote espantoso que  va a arruinar, si no se pone remedio, la fachada de la noble catedral gótica. Ya se apresuraron los del Cabildo a curarse en salud afirmando que se trata de un proyecto "reversible", por si las moscas.
Lo menos que puede decirse al respecto, como lo han hecho ya algunas personalidades de la cultura, es que supondrá un cambio radical de la percepción de la fachada, debido sobre todo a la desproporción del tamaño de los relieves de López en comparación con el resto del conjunto escultórico. Una chapuza de dimensiones colosales, sin ningún género de duda...

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