La penosa existencia de los supervivientes al coronavirus se desarrollará a partir de ahora bajo los parámetros de control social estipulados por los estrategas del Nuevo Orden Mundial y sus subalternos, nuestros serviles gobernantes. Que cada día que pasa parecen querer adoptar con entusiasmo para occidente el modelo chino de la Nueva Esclavitud del siglo XXI.
Las masas atemorizadas, tras semanas de intoxicación televisiva en las que se han suministrado grandes dosis de información contradictoria y propaganda fake del gobierno, ya están mentalizadas para llevar la mascarilla hasta para ir al water de su casa (al igual que hacen los chinos, por cierto) y respetar las distancias sociales hasta con la gente con la que conviven a diario. El barbijo cumple así un papel simbólico y deshumanizador, ya que hace desaparecer las expresiones faciales y la comunicación no verbal entre las personas, y además cumple la función de bozal, transmitiendo el mensaje de que debemos permanecer con la boca cerrada y no protestar ante las constantes injusticias y atropellos a nuestros derechos a las que nos están sometiendo a diario.
No cabe ya ninguna duda que los gobiernos cipayos (siguiendo los dictados de los grupos de poder mundialistas) están aprovechando la crisis sanitaria, y la sumisión de una población inerme, para implementar las políticas que van en la dirección más beneficiosa para esos lobbies, y que pasa por reforzar la red global del capitalismo financiero y por debilitar al mismo tiempo más y más a los Estados libres y soberanos.
En este juego lúgubre se está disponiendo de la población como si de un rebaño ovejuno se tratara, convenciéndola que todas las medidas sociales y económicas que se están tomando son por su propio bien, y que resulta incluso hasta divertido y fashion cambiar de hábitos de vida para acomodarse a esa "nueva normalidad".
Para empezar, la nueva Era va a suponer la desaparición del dinero en efectivo, con todo lo que eso significa de control sobre nuestras vidas por parte de los bancos e instituciones, aunque a eso de la pérdida de parcelas de nuestra privacidad y libertad es algo a lo que nos llevan acostumbrando desde hace muchos años, y que hemos ido permitiendo sin apenas darnos cuenta.
La imposición del teletrabajo va a lograr que dependamos todavía más de las nuevas tecnologías digitales, todas ellas monitorizadas y geolocalizadas por los que mandan, como todo el mundo sabe. Las relaciones humanas, ya limitadas en la mayoría de los casos al ámbito familiar y del trabajo, se van a reducir todavía más. Sólo nos vamos a poder comunicar con los demás a través de las redes sociales, todas ellas controladas y supervisadas por el sistema del Gran Hermano Mundialista. No está mal pensado, si lo que se quiere es desactivar cualquier foco de disidencia o cualquier crítica a los planes del gobierno.
Otra transformación que ya está en curso es la que tiene que ver con la cuarta revolución industrial, la del desarrollo de la inteligencia artificial, el 5G y el automatismo.Además del mayor control sobre nuestras vidas que esta tecnología permite, esto va a traer consigo otras consecuencias. Muchos trabajadores van a pasar a ser prescindibles y perderán sus puestos de trabajo, serán una carga pública y engrosarán las listas de esa humanidad desechable y potencialmente exterminable, desde el punto de vista defendido por los Soros, Bill Gates y compañía.
Fundamental para la agenda mundialista es impulsar el Capitalismo Verde, el New Green Deal, que forma un entramado de intereses detrás de esa "preocupación por el cambio climático" que tanto parece quitarles el sueño a nuestros magnates, filántropos y personajillos de la política y de los medios. Detrás del espantajo de Greta Thunberg que agita entre bambalinas el Climate Reality Project de Al Gore, se esconden los turbios negocios de los Rockefeller y otros inversionistas que han dejado el petróleo para centrarse en "productos sustentables" como el coche eléctrico, por ejemplo. Aunque sea mentira, nos están convenciendo que el nuevo trasto contamina menos y pronto se verán obligados (los que puedan y su economía se lo permita) a adquirirlo si quieren seguir siendo libres para desplazarse por su cuenta. La Agenda 2030, que en España está en manos del Coletas, está estrechamente relacionada con este tema y con el de la nueva Fiscalidad Verde, de la que pronto se resentirán los bolsillos de todos los contribuyentes.
Y sobre las masas aborregadas seguirá pendiendo la Espada de Damocles del Covid y sus futuras modulaciones, el pánico social y la necesidad de someterse a los planes de vacunación masiva con los productos que nos lleguen de la GAVI, sancionados y bendecidos por la OMS. Todo ello acompañado con las imprescindibles campañas de denuncia contra los insolidarios, infractores y superpropagadores del virus. Viendo todo este negro panorama al que nos llevan nuestro "democráticos" gobernantes, ¿qué queda de aquella tan cacareada "libertad"? ¿Ya se agotó el fundamentalismo democrático y ahora toca rendirse ante otra especie de fundamentalismo diferente?
No deja de ser curioso que estando a punto, la especie humana en su conjunto, de ingresar en esta Nueva Esclavitud, anden los antifas teledirigidos por Soros derribando estatuas de presuntos racistas y esclavistas blancos de hace siglos. Deberían apuntar mejor hacia otros objetivos, cuyo radio de acción se sitúa en el presente y que para nuestra desgracia no son sólo imágenes de piedra sino seres hostiles y bien reales.
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