jueves, 5 de diciembre de 2019

HOLLYWOOD Y LA "LEYENDA NEGRA" (PRIMA PUNTATA)

Detalle del cartel de "Piratas del Caribe: la venganza de Salazar" (2017) con el badulaque de Bardem en cabeza
"Qué grande es el cine, qué sublimes obras de arte nos ha regalado", como diría el inefable Garci... y qué gran medio de propaganda, de difusión de mentiras y estereotipos y de manipulación masiva ha sido y es el cine desde sus inicios, añadiríamos nosotros.
Como afirma el historiador inglés Henry Kamen: "Las películas nunca son totalmente inofensivas. Las imágenes quedan grabadas en la mente con mucha más profundidad que la palabra escrita."

Y no le falta razón al hispanista en lo que se refiere  al uso que vienen dando desde siempre al cine los angloamericanos, para perpetuar la "leyenda negra", antiespañola y antihispana, logrando  por este medio que su mensaje cale en millones de espectadores de todo el mundo y que influya en la aceptación a nivel mundial de esos estereotipos sobre los españoles.
Esa "leyenda negra" nació en el siglo XVI para justificar el expansionismo racista y anticatólico de ingleses y neerlandeses, basándose en la difusión, gracias a la imprenta, de textos como la "Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias" de Bartolomé de las Casas" (1552) que ya iba entonces acompañado de imágenes como los sensacionalistas grabados de Theodore de Bry.

Más tarde la historiografía inglesa construyó su sentimiento nacional fundándolo en el principio de superioridad moral anglicana, justificando los ataques de Elizabeth I contra España, de modo que el Reino Unido sigue aún inmerso en esa mitología como consecuencia de siglos de propaganda por parte de grupos de interés del establishment. El anticatolicismo es el único prejuicio tolerado en el mundo anglosajón, en una época de paranoia histérica contra la discriminación, y eso mismo es extensible a lo antihispánico.

En los USA se mantuvieron estos prejuicios para servir de pretexto a la conquista de los territorios mexicanos (1836-48) y de Cuba y Filipinas (1898). Y se dio la coincidencia que el cine norteamericano nació precisamente en 1895, cuando la bestia yanki ya afilaba sus garras para asestar el definitivo zarpazo a las últimas posesiones españolas en el Nuevo Mundo.
Afortunadamente cada vez son más los historiadores españoles y extranjeros empeñados en desmontar los "fakes" del relato antiespañol. Cabe destacar la obra de Elvira Roca Barea "Imperiofobia y Leyenda Negra" o el ensayo "La imagen de la presencia de España en América" del historiador Esteban Vicente Boisseau. Este último, que recibió el premio de estudio e investigación del Ministerio de Defensa en 2018, ha sido la fuente principal de la que me he servido para realizar esta entrada. Es una suerte que en este país los políticos no lean ni siquiera las tesis de las que afirman ser ellos mismos los autores, porque de lo contrario esos vendepatrias (y me refiero a los de todos los partidos políticos, sin excepción) no hubieran permitido que se premiase un ensayo así y seguramente no hubieran tardado en censurarlo, ya que su antiespañolismo es tanto o más enconado que el de nuestro enemigos extranjeros.

En los últimos años se ha ido consolidando el concepto de "junk history" (historia basura) para calificar la falsa historia o la pseudohistoria, que suele estar al servicio de objetivos nacionalistas. Un ejemplo palmario de junk history es la "leyenda negra", así como el paradigma Prescott seguido por gran parte de la historiografía estadounidense, que consiste en contraponer el mundo anglosajón guiado por la providencia y los valores morales frente a una España viciosa y decadente. El informe Kissinger, obra del comité del senado norteamericano en 1984 y reflejo de estas doctrinas, llegó a relacionar el retraso democrático de los países hispanos con la tradición española.
La pseudohistoria sigue, según Vicente Boisseau, una serie de patrones y unos métodos que quedan bien reflejados en el cine anglosajón: la focalización (centrar la atención en un tema en vez de en otro) la ocultación (omisión deliberada de hechos que perjudican la visión partidista) la exageración (aumentar o disminuir datos o cifras históricas) o la apropiación indebida (atribuirse como propios éxitos militares o diplomáticos ajenos).


Hundimiento del acorazado Maine, según una "reconstrucción de la época


"Cuando salí de Cuba"
Mucha gente no sabe que las primeras película bélicas que hicieron los norteamericanos fueron las de la Guerra de Cuba, y  que se inscribieron dentro de la virulenta campaña de propaganda antiespañola, orquestada por la "prensa amarilla" y su máximo exponente  William Randolph Hearst. Se dice que, poco antes de que estallase el conflicto con España, el magnate de la prensa respondió a un telegrama de sus corresponsales Remington y Davis en Cuba, que le decían que por allí todo estaba tranquilo y no pasaba nada: "Suminístrenme imágenes, que yo les suministraré la guerra". Esta anécdota la utilizó Orson Welles en su película "Ciudadano Kane", como ejemplo de hasta dónde pueden llegar los turbios manejos del cuarto poder. Mientras los supervivientes de las últimas tribus indias de Norteamérica todavía agonizaban en las reservas, los periódicos de Hearst cargaban hipócritamente las tintas contra el "carnicero" Weyler y su política de concentración de campesinos, tachándola de cruel e inhumana...

"Rasguemos la bandera española"(1897) de Blackton y Smith fue la primera de una serie de películas ideadas para exacerbar el sentimiento nacionalista a costa de denigrar al enemigo, como su propio título indica,  y que presentaban con tintes heroicos la intervención de los useños en la isla. Thomas Alva Edison envió a  Cuba a un camarógrafo para documentar el entierro de las víctimas del Maine. Incluso Méliès, el mago pionero de los efectos especiales realizó su propia reconstrucción de la explosión del Maine, el casus belli que sirvió a los norteamericanos de excusa para declarar la guerra a España. Los yankis siguieron con esas "reconstrucciones", dando lugar así a los primeros documentales amañados de la historia, al servicio de su política expansionista, y que se aceptaron por el público como imágenes verídicas de lo que allí estaba ocurriendo.
Aunque el interés por el conflicto de Cuba empezó a declinar a partir del cine sonoro, y con el surgimiento de nuevos  villanos de película como los alemanes, los japoneses o los rusos, algunos mitos vinculados a esa guerra todavía se mantienen en pie en la actualidad, para reafirmar el sentimiento de superioridad americana. El más utilizado ha sido el de la supuesta carga de la caballería voluntaria de los Rough Riders en la colina de San Juan, del 1 de julio de 1898, comandada por Theodore Roosevelt cuando este era segundo del coronel Wood, y años antes de ascender a la presidencia de los USA. Hay varios cuadros firmados por Remington que muestran la épica galopada de los valerosos yankis, ante una masa de enemigos despavoridos que huyen a la desbandada. Más tarde esa fantasía daría lugar a varias películas como "The fighting Roosevelts" (1919) o "The Rough Riders" (1927).
Lo cierto es que en El Caney los 550 españoles estuvieron resistiendo durante diez horas el ataque de una fuerza enemiga diez veces más numerosa, y que la victoria americana se debió sobre todo al empleo a mansalva de las ametralladoras Gatling. De modo que  cuando Roosevelt y sus  "jinetes rudos" llegaron a pie, tras penosa ascensión, y escoltados por los soldados negros del 10º Regimiento, los Buffalo Soldiers, que anteriormente les habían salvado de ser masacrados por los españoles, sólo se encontraron con muertos y heridos en retirada a los que remataron vilmente, disparándolos por la espalda " como liebres", en expresión del propio canalla de Roosevelt.



A la caaaaaarga!!!!!
 

Nada de esto aparece reflejado en la serie de Milius para la televisión "Rough Riders"(1997) protagonizada por Tom Berenger en el papel de Roosevelt, y que se creó para conmemorar el centenario de la guerra de Cuba. Todo en esa serie es un ejercicio de falseamiento de la historia, de junk history al servicio descarado del imperialismo yanki. Desde la insinuación de que el hundimiento del Maine se debió a un sabotaje de los españoles, cuando ha quedado demostrado hasta saciedad que la explosión se originó en las propias calderas del barco por un accidente (sino fue un autoatentado de "falsa bandera", como muchos piensan). Se ocultan las verdaderas motivaciones imperialistas de esa guerra y el pensamiento racista de Roosevelt. No se refleja el trato discriminatorio que recibieron los soldados afroamericanos por parte de sus oficiales blancos, como el ex-confederado Wheler.  Por el contrario, se les muestra recibiendo un trato igualitario y charlando amigablemente con los blancos, algo contrario a la realidad de entonces. Toda esta patraña sirvió para justificar que Bill Clinton le concediera a T.Roosevelt a título póstumo la Medalla de Honor del Congreso en 2001,  una  distinción a la que sus contemporáneos no consideraron que fuera acreedor.


Fotograma de la serie "Rough Riders" (Milius, 1997)

Un cuento chino

Si bien las películas producidas por Samuel Broston son un ejemplo de que en Hollywood no siempre nos han tratado tan mal (cabe recordar "El Cid", dirigida por Anthony Mann en 1961) el filme "55  días en Pekín" (Nicholas Ray, 1963) puede considerarse un ejercicio de falsificación histórica y de "apropiación indebida" de méritos ajenos por parte de los anglosajones.
En ella se nos cuenta el asedio de las legaciones extranjeras en 1900 por parte de los rebeldes boxers, una secta  que contaba con complicidades dentro de la corte de la emperatiz china Cixi, Hay que comprender que los chinos no les tuvieran mucho aprecio a los blancos, tras sufrir las llamadas "guerras del opio" durante el siglo anterior, y que fueron provocadas por los ingleses y los franceses.
Los guiños de la película hacia España (mostrando en alguna escena al embajador y a la bandera rojigualda) no llegan a a hacer justicia sin embargo al destacado papel que jugó el embajador español  Bernardo J. de Cólogan y Cólogan en las negociaciones de paz con el Celeste Imperio. Siendo el único diplomático extranjero al que le estaba  permitido entrar en la Ciudad Prohibida, actuó como auténtico líder de la Alianza hasta el punto que fue en la embajada española donde se firmaron los acuerdos de paz con China. Y así se lo reconocieron los gobiernos implicados, distinguiéndolo con numerosas  condecoraciones y agradecimientos (mientras que en España, como de costumbre, apenas se le rindieron honores y hoy nadie le  recuerda como merece).
No obstante, en la película de Ryan se atribuye al embajador británico (encarnado por el actor David Niven) y a un oficial yanki (Charlton Heston) todo el mérito de la coordinación de la resistencia extranjera, inventándose una escena en la que ambos son invitados a palacio para hablar con la emperatriz. Tampoco se muestra el ulterior saqueo en represalia perpetrado por las tropas extranjeras (alemanas y rusas, en particular) y que supuso la destrucción de edificios, saqueos, violaciones, etc. Así se escribe la historia en Hollywood, California.




Don Bernardo J. de Cólogan y Cólogan. No tan apuesto como David Niven, pero mucho mejor diplomático



Filipinas: el genocidio silenciado

El caso de la intervención americana en Filipinas tras la expulsión de los españoles en 1898 es muy poco conocido por el gran público, tal vez porque Hollywood apenas se ha ocupado de él, a no ser para tergiversar la historia una vez más. El control del archipiélago interesaba mucho a  los yankis, ya que eran la puerta de entrada al oriente y al comercio con China. Pero entre 1899 y 1902 hubo un movimiento insurgente en las islas encabezado por el patriota Aguinaldo, que se rebeló contra la pretensión de convertir las Filipinas en una colonia yanki y de "educar" a los niggers (negracas, así denominaban a los filipinos) imponiendo el inglés y erradicando la cultura hispánica. La respuesta del presidente useño McKinley no se hizo esperar, y supuso el exterminio de buena parte de la población autóctona, utilizando métodos de tortura, campos de concentración y asesinatos en masa. El general Smith ordenó asesinar a todos los filipinos mayores de 10 años; y se calcula que la masacre costó la vida de entre 200.000 y 1.400.000 filipinos.
Naturalmente, de todo esto no se dijo nada en la "prensa amarilla", ni se hicieron películas que denunciaran esta barbarie, en contraste con el empeño con que se rodaron después de la invasión de 1942 las salvajadas de las tropas japonesas.
Cintas como "Troop ships for the Philippines" (Blechynden, 1898) sirvieron para ensalzar a las tropas yankis y para denigrar a los insurgentes. "Avance de los voluntarios de Kansas en Caloocan" (White, 1899) no muestra las atrocidades cometidas contra la población civil en esta localidad por  parte de la soldadesca americana.
En una película posterior, "La jungla en armas" (Henry Hathaway, 1939) con Gary Cooper de protagonista, vemos al héroe norteamericano haciendo frente a una insurrección de "juramentados" en 1906, cuyo fanatismo es atribuido sin más a su fe musulmana, sin hacer mención de los agravios sufridos anteriormente por la población nativa a manos de sus "liberadores".
La guerra contra España apenas recibió tratamiento fílmico, salvo en algún drama como "Across the Pacific" (Del Ruth, 1926). El nacionalista Aguinaldo, cuando por fin fue capturado declaró que reconocía a España como la Madre Patria, que los USA les habían traicionado y que honraba a los "héroes de Baler", medio centenar de soldados españoles que habían resistido un asedio de once meses en Luzón. Sobre ellos se hizo una sobresaliente película española "Los últimos de Filipinas" (Antonio Román, 1945) en la que aparece el intento de desembarco de  una lancha de los marines,  enviados para  rescatar a los soldados españoles tras el Tratado de París, cosa que se omite en la deplorable película homónima de Salvador Calvo de 2016. Esta última cinta es un ejemplo de como los españoles hemos ido interiorizando poco a poco la "leyenda negra" hasta llegar a  extremos nauseabundos, escupiendo sobre unos héroes que fueron reconocidos como tales por todos,  hasta por sus propios enemigos.

CONTINUARÁ...


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