lunes, 22 de abril de 2019

NOTRE DAME Y LA DESTRUCCIÓN DE EUROPA


  No dejamos de hablar de Notre-Dame, "la Torre herida por el rayo", aunque parece que la noticia haya pasado a un segundo plano en los medios oficiosos. Para explicar lo que allí ocurrió el pasado lunes de semana santa, se me ocurren sólo tres supuestos. 
La primera hipótesis es la que se sirvió como el menú oficial desde el primer momento: que todo se debió a un desdichado descuido (fuera del horario de trabajo) de los obreros de la empresa que estaban restaurando los tejados de la catedral. Entonces habrá que exigir responsabilidades a los chapuzas en cuestión y, si es verdad que la empresa de los andamios o de los montacargas (que todavía no está muy claro) estuvo involucrada anteriormente en otro siniestro, también habrá que exigirle responsabilidades a quien los contrató, por negligencia al revisar el currículum de la empresa contratada, y sobre todo  tratándose no de un edificio cualquiera, sino de uno de la categoría histórica,artística y simbólica de Notre Dame... Vamos, que el ejecutivo del francmasonazo de Macron habría quedado en cualquier caso como Cagancho en Almagro.
Otra hipótesis, y que cada día que pasa cuenta con más adeptos, es que se debiese a un atentado premeditado. Y aquí caben, a mi modo de ver, dos posibilidades. Una, la más probable, que lo haya cometido alguien en nombre de la Yihad, ya que precedentes en toda clase de agresiones hacia templos católicos por parte de los del turbante no han faltado en Francia en los últimos tiempos; y el modo entusiasta con que se acogió la noticia del incendio entre muchos musulmanes también deberia ser tenido en cuenta. Cierto es que aún no ha sido reivindicado por nadie, pero quizás esperen a un momento más oportuno para dar una noticia de tal calibre.

Y la otra hipótesis es la del autoatentado. No sería descabellado que el propio Macron, con el agua al cuello por el tema de los "chalecos amarillos", hubiera optado por desviar así el foco de atención, creando un caso de emergencia nacional. También es casualidad que Notre Dame no esté asegurada, porque así no va a haber otro peritaje de lo que allí ocurrió independiente del que están llevando acabo los medios oficiales. También resulta muy sospechosa la afluencia millonaria de fondos para la próxima restauración laica de la catedral, ya anunciada con grandes dosis de optimismo y buen humor por el presidente del ejecutivo galo. Incluso se barajan proyectos de lo más chic, como el que propone una cubierta de cristal. Habrá que esperar a las próximas propuestas ad hoc de un Moneo o de un Calatrava... Sólo falta que a alguien se le ocurra instalar un minarete en lugar de la aguja perdida de Viollet-le-Duc.

Ya que en cualquier caso todos los indicios apuntan a que el hermano Macron es responsable en mayor o menor grado de lo que ha pasado con Notre Dame, debería de comprometerse personalmente en restituir en la medida de lo posible y hasta el último milímetro la parte del templo que se ha quemado, y expiar a continuación sus culpas. Y que se dejen ya de gansadas, que no está el horno para bollos.

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