martes, 16 de abril de 2019

LA QUEMA DE NOTRE DAME

 Ayer tarde, mientras escribía un artículo en el que me refería a la descristianización de Europa, se producía la noticia de que un incendio estaba arrasando la catedral de Nuestra Señora de París, una de las más preciosas joyas de la arquitectura gótica y un símbolo para el cristianismo y la cultura europea. Si el 11S de 2001 quedó  como una fecha fatídica y emblemática  en el calendario, y fue tratado desde el principio por los medios como un atentado terrorista, lo que permitió su uso por la Casa Blanca como  casus belli para sus aventuras imperialistas en Oriente Medio, este  15A de 2019 creo que también merecerá figurar y destacarse en los anales de la infamia. No habrán muerto tantas personas, pero se ha destruido de forma irreparable una parte importantísima del patrimonio cultural de todos los europeos, ha desaparecido una parte de nuestra alma, algo que vale mucho más que los dos rascacielos satánicos de Nueva York. Pero, a diferencia de lo ocurrido en el World Trade Center, aquí los medios de información y el gobierno francés han insistido desde el minuto uno, y sin que hubiera todavía una investigación en curso, en convencernos de que todo se ha debido a un desafortunado "accidente".
Se trata de apaciguar los ánimos del pueblo francés, porque el caso reviste aspectos inquietantes que hacen que muchos piensen que aquí no hay nada casual, que más bien la cosa huele que apesta a pincho moruno. Primero porque sucede en Semana Santa, y a nadie se le escapa que son fechas preferentes por su significado religioso para la comisión de atentados yihadistas (aquí en España, sin ir más lejos, las procesiones están en el punto de mira). Después, porque en Francia tocan desde hace tiempo a dos iglesias profanadas/incendiadas por día, más de 200 en lo que llevamos de año, algunas de ellas tan importantes como la Saint Denis  o la de Saint Sulpice (no muy lejos de Notre Dame) y aunque los medios y autoridades intentan hacerlas  pasar por "accidentes" u ocultar la procedencia de los malhechores, se sabe muy bien que son de esos que gritan Allauh Akbar. La propia catedral de París fue el objetivo de un atentado islamista frustrado en el año 2017.
Además está el hecho de que el incendio, atribuido a unas obras de restauración en el tejado, se inició bastante después del horario laboral. Y que los restauradores que trabajan en un edificio de la categoría de Notre Dame no son unos chapuzas cualquiera, son una élite  profesional, con protocolos de actuación muy estrictos y con seguros que vigilan todo para minimizar la negligencia. Ya veremos qué resultados arroja la investigación en marcha, pero por lo que ahora sabemos la teoría del descuido fortuito palidece ante la de que se trató de un atentado deliberado, que calculó cual era el talón de Aquiles del edificio: la techumbre y la armazón de madera de su estructura.
Tal como ha quedado Notre Dame, y por muchas aportaciones que se hagan para su restauración, tardará mucho tiempo en renacer de sus cenizas, y dudo mucho que vuelva a ser la misma. Y mientras tanto, el multiculturalismo yihadista avanzando a pasos agigantados.

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