sábado, 19 de mayo de 2018

PINTANDO COMO CHINOS. PINTANDO COMO MÁQUINAS. PINTANDO SIN ALMA



En la ciudad china de Schenzen, no muy lejos de Hong Kong, existe un suburbio llamado Dafen en el que la práctica totalidad de sus habitantes viven de reproducir obras de arte. Son un ejército de más de 10.000 estudiantes de Bellas Artes que producen cerca de ¡5 millones de cuadros al año! casi el 70% de los que se venden en todo el mundo. Se sirven de grandes cadenas de distribución, como la americana Wal Mart, para colocar sus productos en el mercado mundial. 

La creatividad en esta industria brilla por su ausencia y lo que importa es la fabricación de copias al mayor ritmo posible; cada "operario" debe realizar un mínimo de diez cuadros al día. El negocio lo fundó un tal Huang Jiang en 1989, que llegó a perfeccionar su técnica de tal forma que era capaz de pintar hasta 12 cuadros diarios durante más de 20 años, con lo que consiguió convertirse en el pintor (de copias) más prolífico de la historia, con casi ¡100.000 cuadros pintados! Todas estas cifras de récord Guiness se verán pronto superadas, en cuanto Jiang aplique un nuevo sistema producción en cadena a su negocio, que podría elevar la cantidad de cuadros pintados por operario a ¡más de 30 diarios!

No es de extrañar, tras los últimos casos de fake destapados en algunos museos, que haya quien sospeche que los chinos se dedican a abastecer a aquellas  pinacotecas del mundo deseosas de  tapar los huecos de sus colecciones con clones de obras desaparecidas o en paradero desconocido. Bastaría con proporcionar al chino de turno alguna buena fotografía del original para obtener una copia lo bastante convincente para hacerla colar como auténtica.
Aquí hay algo que nos apabulla, a la vez que nos repugna  a los occidentales, y que nuestra mentalidad todavía no es capaz de asimilar del todo; esa aplicación del sistema de producción al por mayor y en condiciones  de semiesclavitud de los chinos, harto degradantes y deshumanizantes, a un campo tan especial como es en este caso el de las artes plásticas. Que debería ser todo lo contrario, un territorio donde fuese posible ejercer la libre expresión  y la creatividad de las personas. La capacidad de aguante en el trabajo, sin apenas tiempo libre para ellos, y la minuciosidad de los orientales nos asombra y también nos desespera. Nos inquieta la facilidad que tienen muchos de ellos para convertirse en máquinas o en servir de piezas en un engranaje industrial.




Cerca de China, en el Japón, el mierdartista contemporáneo  HY de JII modificó una aspiradora para convertirla en una máquina robótica capaz de pintar lienzos como Jackson Pollock. Lo que por otra parte no debe resultar tan complicado, ya que el chimpancé Congo ya lo logró a finales de la década de los 50.
Otro mierdartista contemporáneo, Albert Barqué-Duran es un gran entusiasta de los avances de la informática en la creación de obras de arte, de tal modo que piensa que muy pronto las máquinas se encargarán de pintar, desplazando para siempre a los artistas humanos (salvo quizás a los chinos).  Google está poniendo en marcha el Proyecto Magenta, que combina la inteligencia Artificial y el "machine learning" para lograr que los ordenadores sean capaces de crear por sí mismos arte y música. La Galería Looiersgracht 60 de Amsterdam ha expuesto recientemente un cuadro de Rembrandt creado ex novo por un ordenador y una impresora 3D. No se trata de una copia, sino de un nuevo autorretrato de Rembrandt, basado en 168.263 fragmentos pictóricos de las 346 pinturas del autor. El proyecto, impulsado por gigantes de la informática como ING, Microsoft, la Universidad Técnica de Delft y los museos Mauritshuis y Rembrandthuis, ha demostrado que es posible que las máquinas aprendan a crear obras de arte si se les enseña a identificar patrones. En este caso, se combinó un algoritmo de reconocimiento facial con un software de aprendizaje profundo. Además se tuvo en cuenta incluso el grosor de las capas de pintura, mediante un mapa de alturas para el cuadro basado en escáneres tridimensionales.
Personas que se comportan como máquinas, máquinas que se comportan como personas. Al llamado "factor humano", algo que nos parecía inimitable e inalcanzable para ningún robot, y que se expresaba por ejemplo a través del arte, la literatura o la música, le está naciendo un serio competidor y puede tener sus días contados  ¿Qué impedirá  que algún día los ordenadores decidan suprimirnos a todos, cuando ya no nos consideren necesarios?






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