ODIADO Y QUERIDO "GUERNICA"
A punto de estrenarse la serie de ficción histórica "Genius" de National Geographic, interpretada por Antonio Banderas y basada en la vida de Pablo Ruiz Picasso, conviene refrescar la memoria sobre algunos aspectos relacionados con una de las obras más conocidas del artista y que ha llegado a convertirse en icono del siglo XX, especialmente para todos los izquierdistas, pacifistas y nacionalistas que hoy pululan por el ancho mundo.
Como es sabido, Picasso reaprovechó algunos estudios previos sobre el tema de las corridas de toros (a las que era muy aficionado, por cierto) para cumplir con el encargo del Gobierno de la Segunda República de hacer un gran lienzo de propaganda política destinado a la Exposición Universal de París de 1937, y a favor de la causa del Frente Popular en la guerra civil española. El pretexto, podría haber sido cualquier otro, se lo ofreció el bombardeo de la villa vasca de Guernica durante la Operación Rügen, por parte de la aviación germana e italiana al servicio del bando franquista, y cuyo alcance y mortandad se exageraron en la prensa republicana e internacional desde el primer momento por motivos ideológicos. A cambio, Picasso recibió del gobierno frentepopulista la nada despreciable cantidad de 200.000 francos en concepto de "gastos" y se le regaló un palacete del siglo XVIII, situado en la calle Grands Agustines de París, para que lo convirtiera en su estudio privado.
Allí fue a visitarlo mientras realizaba su obra el dirigente nacionalista vasco y representante del PNV en el gobierno de la República Manuel Irujo, que no mostró ningún entusiasmo ante lo que allí se estaba gestando. Más tarde, cuando Picasso le ofreció donar el "Guernica" al pueblo vasco, el lendakari Jose Antonio Aguirre lo rechazó, porque según él el cuadro "no valía nada".
El director de Bellas Artes del gobierno vasco de 1936, el pintor Jose María Uzelay, era del mismo parecer que su jefe, y se reafirmaba en unas declaraciones hechas en enero de 1978 al diario Deia: "como obra de arte, es una de las cosas más pobres que se han hecho en el mundo. No tiene sentido de la composición ni de nada. No fue más que un pretexto que le dio Juan Larrea para que llenara una superficie de 7x3 metros de elementos pornográficos, cagándose en Guernica, en Euskadi, en todo".
Está claro que los nacionalistas vascos de entonces hubieran preferido que el cuadro lo pintara en un estilo más realista algún pintor de los suyos, como Aurelio Arteta o el propio Uzelay, por ejemplo. Lo de "pornográfico", que apuntaba el mojigato y meapilas de Uzelay, se debe a un comentario que le dijo al oído el propio Picasso delante del lendakari Aguirre, el día de la inauguración del pabellón español de la Exposición de París. Ante los interrogantes del público acerca de la mano que había pintado con seis dedos, el malagueño le habría explicado: "Son seis, porque con cinco no salen dos pares de pelotas y dos po...".
El resto de la historia es más conocida. Tras pasar varios décadas custodiado por el MoMA , se acordó su traslado a España en 1981, cuando se dictaminó que el país cumplía con las "condiciones democráticas" necesarias; aunque la ETA siguiera asesinando y prosiguiera con más saña que nunca su "lucha contra un estado fascista y opresor".
Desde entonces se conserva en el Museo Reina Sofía de Madrid, en un estado que, según los expertos, desaconseja su traslado a cualquier otro lugar. A pesar de ello, los amnésicos nacionalistas vascos no han cejado en su empeño de llevárselo al Guggenheim de Bilbao. Empezaron con la campaña "El Guernica para Guernica", y la cosa ha seguido hasta antes de ayer, cuando el parlamento vasco reclamó para Euskadi la "devolución" del cuadro, en 2017. Al respecto ya había declarado el difunto Arzallus en 1997: "Euskadi se lleva las bombas, y Madrid, el arte". Olvidaba el ex-seminarista que el gobierno español de la Segunda República había pagado generosamente por su obra al pintor, y que el gobierno vasco de entonces no la había querido ni regalada. En 2010 el diputado del PNV y portavoz de Cultura en el Congreso, Aitor Esteban, llegó a afirmar, erre que erre: "No hablamos solo de una obra de arte –que también- sino de parte de nuestra historia".
Los mismos que consideraban al "Guernica" una absoluta mierda, ahora lo exigen para ellos como parte de su patrimonio; porque a no dudar daría mucho lustre a la fábrica de quesos judaica que les construyó Frank Gehry en la margen izquierda del Nervión . Eso atraería a gran cantidad de turistas y de pasta gansa, que es lo que de veras le importa a la gran mafia nacionalista-jesuita, la de los conciertos económicos y la que apoya los presupuestos de Mariano Rajoy.
Mientras tanto, sus hijos espirituales, los psicópatas, torturadores y asesinos de embarazadas y de niños de la ETA, en su proceso de metamorfosis mariposona y pacifista, también se han estado envolviendo con el "Guernica", que ha presidido algunas de sus famosas pantomimas de desarme ante los llamados "observadores internacionales".
Cualquier día de estos, cuando ese "hombre de paz" que responde al nombre de Arnaldo Otegi sea nombrado lendakari de los vascos y de las vascas con los votos de Bildu, del PSOE y de Podemos, podrá sin duda sentar sus nalgas en un magnífico sillón regio y contemplar con semblante complacido al "Guernica", colgando de las paredes de su despacho. Un destino que ni siquiera el mismísimo Pablo Picasso hubiera podido imaginar.
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