sábado, 21 de octubre de 2017

UN POEMA DE KIPLING

Dibujo autógrafo de Rudyard Kipling

Cuando, en situaciones delirantes como las que padecemos en estos últimos días, parece que todo el mundo está perdiendo la chaveta, y lo fácil es dejarse arrastrar por la marea y ponerse también a cuatro patas, a berrear como las bestias; cuando lo difícil es mantenerse erguido, con la mente despejada y las ideas claras en medio de tanta estupidez... Puede ser reconfortante leer un poema como If, de Rudyard Kipling, aquel hermano masón y sin embargo decente (que haberlos, los hubo) que no veía contradicción alguna en defender al pueblo y la cultura de su India natal y, al mismo tiempo, al Imperio británico al cual pertenecía; y que, por encima de todo, fue un gran escritor, y un dibujante nada desprovisto de talento. Aunque ahora, como ocurre con muchos autores clásicos europeos y americanos, esté siendo convenientemente expurgado y estigmatizado en las universidades yankis (y aquí pronto también) por haber sido blanco y, según los intelectuales progres, también un "supremacista".



Si...
Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la han perdido y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.

Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.

Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: "¡Resistid!".

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!

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