jueves, 9 de noviembre de 2017

EL CARRO DEL HENO:

LAS ENSEÑANZAS DE JERÓNIMO EL BOSCO

"El camino de la vida". El tríptico cerrado.
El buen arte se distingue del malo en que es capaz de hablarnos siempre, y no cesar de contarnos cosas nuevas y sorprendentes, más allá de las dimensiones del tiempo y del espacio. Esto sucede muy especialmente con las obras de El Bosco, como la que comentaremos a continuación: "El carro del heno", de la que se conservan dos versiones sin que existan apreciables diferencias entre ellas, hasta el punto que no se sabe cual es la original y cual es la copia. Una está en El Escorial y la otra en el Museo del Preado, y ambas pertenecieron a la colección privada de nuestro rey Felipe II, gran admirador como se sabe del pintor flamenco.



El peregrino avanza  a través de un paisaje desolado, cargando a sus espaldas el pesado fardo de su impedimenta, y perseguido por los incesantes ladridos de un can rabioso, al que intenta alejar inútilmente con su bastón. Esta es la escena que vemos cuando los postigos del retablo están cerrados; la figura del caminante que tanto nos recuerda al 22º Arcano mayor del tarot de Marsella, el orate, pues aquí no faltan ni el bulto a cuestas, ni el báculo ni el chucho sarnoso que azuza con rabia al personaje. Este sigue el "camino de la vida", la senda llena de peligros y tentaciones que acechan a los mortales y que él, estoicamente, procura dejar atrás para cruzar las negras aguas de un río sobre un puente desvencijado.

 


La figura recuerda a otras pintadas por El Bosco,como el Santiago Peregrino del Juicio Final de Viena, que adopta una postura parecida al caminar, y que atraviesa también un paraje inmundo y tétrico. O más todavía, la tabla circular de "El hijo pródigo" o "El vendedor ambulante", en la que vemos casi al mismo personaje, aunque el fondo varía. En lugar de las osamentas del caballo, los salteadores de caminos, la pareja de lujuriosos danzarines o las horcas del patíbulo, vemos una posada o casa de lenocinio que representa al mundo, y que ocupa buena parte de la composición. Por cierto, que esta vez el individuo parece muy tentado de volver sobre sus pasos y entrar en el albergue donde, asomada a una ventana, le espera una dama de reputación más bien dudosa.




Cuando los postigos se abren vemos desplegarse ante nuestros ojos la historia del mundo y cómo en él se fue plantando la semilla del mal, tal y como la concebían los hombres del medioevo. A un lado la creación contada en cuatro fases: la rebelión de los ángeles malos y su transformación en criaturas híbridas, mitad humanoides y mitad insectos. Sigue la formación de Eva a partir de la costilla de un Adán durmiente, la tentación de la primera pareja por una serpiente, que también es un híbrido de mujer y de saurio, y por último la expulsión del Paraíso y la condena de la humanidad a llevar la existencia atribulada y absurda que se describe en el panel central.

"El carro de heno". El tríptico abierto

En él vemos un enorme carro de heno, que no es más que paja sin valor, y a un enjambre de personajes que por un puñado son capaces morir aplastados por las pesadas ruedas o de asesinarse entre sí y cometer toda clase de vilezas. Representa la posesión de los bienes materiales y la codicia por alcanzarlos a toda costa. Alguno hay que usando una escalera quiere subir a la cima del carro, donde unos personajes interpretan una escena de amor cortés al son de la música que toca un demonio flautista con su nariz. Se trata del señuelo, el simulacro de felicidad que ofrece la sociedad de consumo y los media para mantenernos alienados, y alimentar la confrontación.


Panel central del carro del heno

  Muy seguros de sí mismos van  en sus cabalgaduras los señores de la tierra, el Papa, el Emperador y el rey de Francia. Ellos poseen ya toda la paja que pueden desear, y sus lacayos les mantienen  apartados de la chusma enloquecida. Pero siguen también la misma dirección que los demás, tras el carro de heno que arrastra un cortejo de demonios híbridos hacia los infiernos, la otra cara del universo Matrix, que aparece en el postigo de la derecha. En la parte inferior se ven algunos personajes, como el fraile gordo y avaricioso, la monja que ofrece un poco de paja a un gaitero a cambio de sus favores, el médico sacamuelas y estafador... y otros más enigmáticos como el hombre del saco y las gitanas que parecen dedicados al tráfico de niños.
El infierno, una noche eterna y oscura, alumbrada tan solo por las explosiones de pólvora que se ven en la lejanía, es en este caso una especie de urbe de pesadilla donde los obreros-diablos se afanan en levantar una torre como la de Babel, mientras se divierten torturando a los condenados. La técnica, la deshumanización y la vida sin esperanza lo dominan todo ¿es este el infierno que nos espera o ya se está cumpliendo en el presente?



El vídeo que sigue a continuación ofrece una descripción formal del tríptico, así como una visión más pormenorizada del mismo, para aquellos interesados en profundizar más en el mundo de El Bosco...




 



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