viernes, 12 de junio de 2015

LA VISITA DE MISTER CICCIOLINO, EL GUGGENHEIM Y EL COLONIALISMO CULTURAL



 El museo Guggenheim de Bilbao expone estos días una retrospectiva sobre uno de sus artistas-estrella,  el estadounidense Jeff Koons, el artista contemporáneo "más caro del mundo". Ya les adelantamos a los que tengan pensado ir a verla, seducidos por la publicidad sin conocer la "obra" de este fulano, que se van a encontrar con una horrible mascarada que intenta hacer pasar por arte un amasijo de artículos kitsch (de los que se pueden encontrar en una tienda de todo a cien) reproducidos con materiales de lujo y en proporciones colosales.
A esto se lleva dedicando este nefasto personaje, famoso también por ser el ex-marido de la estrambótica actriz porno y diputada Cicciolina, y por ser el autor del siniestro Puppy, la "escultura" florida situada a la entrada del Guggenheim, y en su día objetivo de la banda de oligofrénicos de ETA (a veces Dios puede escribir recto con renglones torcidos).

No es por casualidad que una institución como la Fundación Salomon R. Guggenheim encumbre a un personaje de esta catadura como si fuera un Miguel Ángel de nuestro tiempo. Un antiguo corredor de bolsa metido a "artista", por cierto, sin abandonar por ello sus antiguas costumbres especuladoras. Recordemos que este museo se creó por iniciativa del lobby judío para hacer sentir su influencia en las Vascongadas, en un momento en que la ciudad de Bilbao estaba muy  machacada por la reconversión industrial y por el desgaste terrorista. Para una información más detallada, podéis consultar el siguiente enlace:
http://contraperiodismomatrix.ning.com/profiles/blogs/el-guggenheim-caballo-de-troya-del-lobby-judio-en-euskalherria

Con la habilidad característica del grupo étnico al que pertenecen los Guggenheim, una familia de magnates que amasaron su fortuna controlando el monopolio de ciertos minerales, los gastos del museo corrieron a cargo en su día del Departamento de Cultura del gobierno vasco (dejándolo en números rojos). y desde entonces se sucedieron las irregularidades financieras en su gestión y varios informes desfavorables del Tribunal de cuentas, así como los problemas de limpieza y mantenimiento de su fachada exterior, que por supuesto también han de ser sufragados por el erario público... Pero como su impacto ha supuesto un reclamo para el turismo (a pesar de que el edificio es aun más horrendo y anodino por dentro que por fuera, y las cosas que allí se suelen exponer no digamos) todo se olvida y los empresarios vascos están encantados con la "fábrica de quesos". Lo malo es que las consecuencias de prostituirse al capitalismo financiero por un plato de lentejas tardan algún tiempo en verse, y cuando al fin se ven suelen resultar irreversibles. ¿Habrá llegado ya ese momento?

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