viernes, 29 de mayo de 2015

DESCODIFICANDO A DA VINCI

Interpretación de la Cabeza de Guerrero (¿autorretrato?) de Leonardo da Vinci

He tenido la oportunidad de ver ( o más bien soportar)  algunos capítulos de la serie  para televisión de la cadena Starz  "Los Demonios de Da Vinci", a cargo de David Goyer, guionista también de la trilogía de Batman de Christopher Nolan. Y lo  que he visto hasta ahora me confirma que estamos ante el típico producto de "entretenimiento oscuro"y low cost, destinado al público subnormal- actual, donde se mezclan sin complejos ni vergüenza un poco de  verdad histórica y un mucho de ficción delirante. El resultado que se nos ofrece es el  del retrato de un joven Leonardo da Vinci transformado en algo así como un cazavampiros del Quattrocento. Es decir, que el personaje histórico de Leonardo da Vinci aparece por enésima vez tergiversado, aunque en este caso es evidente que sólo se trata de un mero pasatiempo televisivo, sin demasiadas pretensiones. De todas formas, y siendo la serie un auténtico bodrio que a menudo llega a ser esperpéntico (guardia civiles en la Florencia del siglo XV, el papa Sixto IV constantemente en porrancha e Isabel la Católica luciendo una magnífica peineta) el Leonardo que encarna el actor Tom Riley no me parece más inverosímil que el  profeta de la tecno-ciencia o el santón rosacruciano (¿tendría acaso nuestro artista alguna clase de trastorno bipolar?)  imaginado por muchos desde el siglo XIX, hasta llegar al infumable Dan Brown. Siempre se ha interpretado al genio del renacimiento según la conveniencia de cada uno, aunque para ello  se hayan tenido que olvidar muchas facetas de su extraordinaria y controvertida personalidad.


Una serie decepcionante


Habría mucho que decir sobre el presunto "ocultismo" de Leonardo... Siempre tuvo fama de "mago"o taumaturgo, incluso entre sus contemporáneos, por sus rarezas, sus extraños prodigios, el uso que hacía de códigos secretos para poner a salvo sus descubrimientos, su "doble visión" filosófica... Pero más tarde se atribuyó este juicio al hecho de que  se había  adelantado a su tiempo.  En el siglo XIX Michelet y otros "cantores del progreso" consideraron a Da Vinci como un precursor de la ciencia y la ingeniería moderna, una especie de soñador al estilo de Julio Verne, pero eso sí bastante indisciplinado y en absoluto sometido a alguna clase de método o sistema. Sus apuntes, bastante embrollados por lo general, versaban sobre los más diversos temas, aunque después autores como el francés Raphäel du Fresne (El Tratado de la Pintura) intentaron recopilarlos y ordenarlos, dándoles un toque racionalista "a la francesa".

Lo que caracteriza al pensamiento de Leonardo es, por encima de todo, la libertad de espíritu porque, habiéndose formado en el ambiente neoplatónico florentino, reaccionó frente al idealismo estético de sus paisanos (Botticelli entre otros) y quiso fundamentar su arte en la ciencia, tal y como él la entendía. No cabía para él la mera repetición de las fórmulas pictóricas y las iconografías del pasado, y no aceptaba sin más las sentencias de las autoridades (ya se tratara incluso de Aristóteles o de Platón) sin hacerlas pasar antes por el tamiz de su propia experiencia personal. Ambas, ciencia y arte, debían descansar en la experiencia (la observación directa y empírica de la naturaleza y del hombre) y las matemáticas, cuyo papel de guía en el arte de Da Vinci, al igual que en el de otros artistas florentinos como Alberti o Piero de la Francesca, parece incuestionable.




Interpretación en color de un dibujo de Leonardo


Como cultivador de la "filosofía natural" se le considera un pionero en la senda que seguirían más tarde Bacon y Galileo, aunque en muchos aspectos esté más cerca de Paracelso o Cardan. A veces exageraba despreciando el "saber libresco", cuando en realidad se trataba de un gran lector, que sabía latín y griego y conocía  a los clásicos. Puso al servicio del arte sus observaciones empíricas sobre la física de los cuerpos (representación del movimiento) y los estados de ánimo (lo psicológico para él iba más allá de lo humano, impregnando también las cosas y el paisaje). Y, por supuesto, sus estudios sobre la naturaleza de la luz, que darían lugar a las técnicas del claroscuro y el sfumato.
Las matemáticas están presentes en el entramado geométrico de sus composiciones, en la simetría aparente que encontramos en ellas con frecuencia. En la Vírgen de las Rocas o en Santa Ana, la Vírgen y el Niño aparece la estructura piramidal, en la Adoración de los Magos las figuras se disponen de forma elíptica y en la Última Cena hace uso de un esquema tripartito basado en el cuadrado. Será a través de las matemáticas que acometerá la tarea de establecer un canon para las proporciones del cuerpo humano (el famoso hombre de Vitrubio) fundamentado en la Sección Áurea, que pudo conocer gracias a la obra de su amigo el matemático Luca Pacioli. Para ilustrar el Tratado de la Divina Proporción de este último, Leonardo realizó una serie de ilustraciones sobre los poliedros o sólidos de Platón, que tenían un significado mágico-místico para los pitagóricos y neoplatónicos. Esto ya basta para relacionar a Da Vinci con la metafísica y el hermetismo, y de alguna manera es posible encontrar simbología alquímica en algunas obras suyas como la Adoración de los Magos o Leda y el Cisne, su cuadro más esotérico.

Vasari, biógrafo de los artistas del renacimiento, había dicho de él que "llegó a tener unas concepciones tan heréticas que no se aproximaba a ninguna religión, pues tenía en mucha más estima ser filósofo que cristiano". La frasecita debió parecerle inspiradora al réprobo Dan Brown,  aún cuando los juicios del citado biógrafo no pueden considerarse muy fiables, puesto se dedicaba a calumniar y a desacreditar a todo quisque, y solían ser con frecuencia contradictorios. Después llega a decir que Leonardo murió muy cristianamente, encargando una procesión para sus pompas fúnebres, y arrepentido de todos sus pecados y supuestas herejías.
Lo que dejó escrito el propio Leonardo, con su característica letra especular, permite suponer que no tenía muy buena opinión de nigromantes, astrólogos, hechiceros ni de la mayoría de los alquimistas (a los que llamaba "tontos de capirote") aunque consideraba encomiable el deseo de estos últimos de obtener el oro, la materia más excelsa y parecida al sol. De todos modos, negaba que hubieran sido capaces por medios artificiales de crear elemento alguno de los producidos por la naturaleza, aunque ya se sabe que el hermetismo lo que de veras perseguía era la transmutación de la naturaleza humana.

Este documental ofrece una idea bastante aproximada del genio del Renacimiento:





Aparte de esto, hay muchos otros mitos que circulan alrededor de Leonardo.  Por ejemplo, a menudo se alude al "pacifismo" del genio toscano, mencionando para ello que casi nunca iba armado, en una época en la que llevar espada era de lo más habitual, y la conocida anécdota de que era incapaz de ver un pájaro enjaulado sin liberarlo, presumiendo que actuaba así movido por algún resorte ecologista o sentimental.. .En realidad a da Vinci sólo le interesaba estudiar mejor el vuelo de las aves, obsesionado con la idea de fabricar una máquina que permitiera al hombre volar. El "pacifismo" de Da Vinci rima mal con su actividad como ingeniero militar al servicio de Ludovico el Moro, el tirano de Milán, o inclusive al del maquiavélico César Borgia, para los que ideó cientos de máquinas de guerra (trabajo no le faltó en aquellos tiempos, y él sabía que los ingenios de guerra eran lo que más demandaban los príncipes de entonces), como la famosa segadora múltiple, capaces de mutilar y reducir a pedazos a las tropas enemigas en un pisplás. Además inventó una especie de carro de combate o tanque, un submarino para usos bélicos, una ametralladora y fue un precursor de las armas bacteriológicas ... bonito curriculum para un "pacifista cátaro".
 Es verdad que en sus escritos alude a la guerra como esa "loca bestialidad" (la frase no era suya, sino del Dante)... pero él gustaba de representarla con gran precisión descriptiva, como hacía con cualquier cataclismo o desastre natural. Una de sus obras más famosas, y hoy trístemente desaparecida debido al empeño que tenía el artista de probar nuevas técnicas, era el fresco que pintó en competencia con Miguel Ángel entre 1503 y 1505 para la Sala del Gran Consejo del Palazzo Vecchio de Florencia sobre la Batalla del estandarte o de Anghiari, en la que hombres y bestias se ven envueltos en la vorágine, expresando un furor incontrolado. Este asunto sirvió al maestro para ofrecer una composición de desbordante dinamismo y expresividad, que dejó asombrados a todos sus contemporáneos y fue copiada e imitada más tarde por otros artistas. Los caballos se atacan entre sí a dentelladas y los gestos y ademanes de los guerreros revelan la bestialidad que subyace a la naturaleza del hombre.


La desaparecida Batalla de Anghiari, según una copia de Rubens




A Leonardo ya le colgaron en vida el sambenito de homosexual (tuvo que sufrir un proceso por sodomía siendo joven, del que resultó absuelto) pero en aquel tiempo en Italia era habitual esta clase de acusaciones, casi siempre debidas a la rivalidad entre artistas. A Botticelli le llamaron pederasta y a Antonio Bazzi lo apodaron "il Sodoma", a pesar de que por lo visto cohabitaba con tres mujeres en su casa y mantenía a una treintena de hijos.
 En la actualidad no son pocos los que lo consideran el primer "artista conceptual", y apelan a la autoridad de Leonardo para justificar sus tropelías. Y eso que Marcel Duchamp se había burlado despiadadamente de la Monna Lisa. Un artista que dejó tan poca obra acabada como él, que trabajaba con extrema lentitud hasta el extremo de que tardó veinte años en realizar el encargo de la Vírgen de las Rocas (en su expurgada segunda versión) y al que se le estropeaban los murales por probar técnicas poco fiables (como a un Miquel Barceló cualquiera) parece responder al prototipo del artista que pone por delante la "idea" sobre cualquier plasmación material de la misma. El interés de Leonardo por dignificar el oficio del artista, por luchar para que se le considerase más un pensador contemplativo y creativo que un simple artesano  a sueldo, ha sido rentabilizado por muchos engañabobos contemporáneos que no le llegan ni a la suela de los zapatos. Qué más quisieran ellos que ser capaces de realizar un solo boceto con el trazo magistral del toscano, cuando en general son incapaces de hacer la "o" con un canuto... pero éste es el signo de los tiempos que vivimos ¿Cuándo habrá otro genio como él?



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