lunes, 5 de mayo de 2014

¿QUÉ PASARÁ EL DÍA EN QUE LAS MÁQUINAS LO HAGAN TODO?

 Esta posibilidad se ha sugerido muchas veces, pero sigue pendiendo sobre nuestras cabezas, como una espada de Damocles. El día en el que las máquinas lo hagan todo, y no sólo trabajen por nosotros, sino que piensen, sientan y hasta amen y vivan por todos nosotros está llegando, acaso ya estamos en él. A algunos les parecerá un panorama atractivo y deseable, pero a otros (entre los que se incluye el que suscribe) se nos antoja una perspectiva aterradora.



 El pensamiento utópico aseguraba en el siglo XIX que las máquinas harían todos los trabajos mecánicos, que tanto incordiaban y deshumanizaban al hombre, liberándolo de sus cadenas para que pudiera dedicarse al ocio y a actividades más artísticas y formativas. Pero descubrimos que el auge de la informática, la telemática, la robótica, etc. ha servido en primer lugar para desplazar al paro a millones de personas. 

En la actualidad, no hay actividad humana en el que los ordenadores y las máquinas no superen con ventaja a los humanos, a los que irremediablemente irán sustituyendo. En las tareas pesadas y repetitivas que mencionábamos antes, pero también en otros campos que antaño se consideraban exclusivos de las mentes superiores. Pronto serán los cirujanos-robot los que se hagan cargo de la mayoría de las operaciones en los hospitales, los maestros serán sustituidos por las pizarras digitales, los ajedrecistas como Kaspárov nada tendrán qué hacer contra programas como el X3D Fritz, etc. Y ya la industria del cine está dando pasos de gigante hacia la sustitución definitiva de los actores de carne y hueso por los actores virtuales. 

La degradación del cine, la literatura, la música y el arte en general de los últimos tiempos permitirá que esta sustitución se haga sin traumas, ya que apenas se notará la diferencia (los actores son cada vez más inexpresivos, los argumentos del cine y las novelas cada vez más repetitivos), e incluso las máquinas lo harán mejor que los artistas de ahora, debido a su superior habilidad combinatoria. Pondrán el listón tan alto que los artistas humanos renunciarán a competir con ellas, y desaparecerá para siempre ese espíritu de superación que nos ha legado las mejores obras de arte de la humanidad. Si para entonces alguien se dedica a la pintura, la escultura,etc. lo hará por puro hedonismo (o masoquismo más bien) y probablemente esta actividad se vea perseguida por antisocial. 

Nos vendieron que las nuevas tecnologías ampliarían hasta el infinito nuestras posibilidades creativas y de ocio -más bien nos envuelven con un espejismo de realidad virtual al estilo de Matrix- , pero luego descubrimos que los "inocentes aparatitos" son en realidad reversibles y cumplen funciones de vigilancia sobre sus usuarios. La telefonía móvil sirve para tener localizada a la gente en todo momento (por parte de las empresas, de la policía, etc) y a través de los ordenadores se espía a los estados y a los individuos particulares. Pronto habrá más drones made in China revoloteando a nuestro alrededor que moscas zumbando. Y poco a poco van haciendo de nosotros unos cyborgs ambulantes, llenándonos el cuerpo de prótesis, microchips y extraños complementos (lo último, las famosas gafas digitales... no, si al final acabaremos todos gilipuertas perdidos).

A esto nos está llevando la tecnociencia, a un futuro de pesadilla cyberpunk en el que gran parte de la humanidad será prescindible, porque todo se hará por las máquinas y para las máquinas. Se cierne una amenaza tan mayúscula, que los totalitarismos del siglo XX en comparación habrán sido tan sólo un juego de niños. Como en aquella magnífica película de 1960 basada en una novela de H.G.Wells,"The Time Machine" (La Máquina del Tiempo) que tanto me ha dado qué pensar desde que la ví en mi infancia por primera vez. Una parte de la humanidad (la mayoría, la carne de cañón) servirá de materia prima  a una minoría (los que manejen el tinglado tecnológico), que se valdrá de ellos para obtener alimento, grasa, células, órganos, tejidos y otros productos de casquería. Triste destino para los que compongan el rebaño, que en la citada película aparecen como unos jóvenes bobalicones (los Eloi), con aspecto de escandinavos domesticados por décadas y décadas de socialdemocracia y ecopacifismo. Curiosamente, sus consumidores (los Morloks) recuerdan por sus pintas  a los actuales frikis de los videojuegos o algún que otro ingeniero informático de los que están a nuestro alrededor. ¿Se trata solo de una ficción o es una profecía?


Los Morlocks,al igual que sus primos los Orcos, se esconden con sus máquinas infernales en las profundidades de la tierra

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