viernes, 30 de mayo de 2014

CON LA "FEMALE IMAGERY" HEMOS TOPADO

 

 El arte contemporáneo tiene a gala haber impuesto por vez primera en la historia un tipo de "arte" específicamente "de género", algo que han promovido con particular ardor las amazonas del feminismo y los jenízaros de los derechos de los LGBT. En el caso de estos últimos, contamos con innumerables ejemplos entre los "artistas emergentes" que siguen con entusiasmo los pasos de un Warhol. Haring, Gilbert and George y otros ilustres pioneros, y cuyo principal (y a veces único) mérito parece ser el de hacer pública su condición de homosexuales ("salir del armario" como dicen ellos). Un ejemplo es ese alumno de la Academia Central Saint Martins de Londres, que anunció una performance en cuyo transcurso perdería su virginidad anal en una galería, ante la  atenta mirada del público, unos 100 espectadores, para que luego comentaran entre ellos la función. Sin llegar habitualmente a tales extremos, está claro que para esta clase de gente la problemática vinculada con su sexualidad ( las secuelas del VIH, el matrimonio gay, la represión iraní, etc.) son el sustento de su actividad "artística", que tiene mucho de panfleto y de terapia y absolutamente nada de auténtico arte. El universo al que se refieren es tan cerrado y enclaustrado como  el del "arte feminista" que lo precedió, una corriente que sin embargo ha llegado a proyectar su sombra sobre buena parte de lo que actualmente se conoce como "arte femenino". De tal manera que hoy en día pocas escapan a la tentación de señalarse a sí mismas como "artistas mujeres" antes que como pintoras o escultoras (más bien habría que hablar aquí de videoartistas y performanceras), tal vez porque piensan que así  se abrirán camino más fácilmente en la jungla del arte V.I.P. de nuestros días (Video, Instalación, Performance)

 Cuando delante de una obra, de la que desconocemos el autor o autora, podemos decir aquello de "fijo que esto lo ha hecho una tía", es señal inequívoca de que no se trata de arte de calidad. Esto no sucede habitualmente con las obras de aquellas pintoras o escultoras que, con justicia,  la historia ha consagrado. Aunque no sean tan numerosas como sus colegas varones, nos merecen el mayor de los respetos (Tamara de Lempicka, Artemisa Gentileschi, Camille Claudel, etc.) porque fueron capaces de ir más allá de sus traumas y preocupaciones de género, para crear obras de arte que conmueven, entre otras cosas porque están realizadas con maestría.
"Dos víctimas del capitalismo" (1923) por Otto Dix
Pero ¿qué decir de muchas de esas "artistas emergentes" que, equipadas con la licenciatura en bellas artes, pululan a espuertas en las ferias y museos de arte contemporánea? Los temas que tratan, ya lo dijo Avelina Lésper, son "su cuerpo, la maternidad, su sexualidad (de ellas solas), su casa y lo que heredaron de las mujeres que las antecedieron: las abuelas, las madres, etc. Un universo extremadamente pequeño, limitado y simplista."
Y, como apunta la misma autora, no pueden faltar en la obra de la artista-mujer contemporánea los materiales que las identifican: el macramé, las colchas de parches bordados, los cacharros de cocina, los artículos de la limpieza, cabellos y sangre menstrual...
Curiosamente han sido las feministas las que más han impulsado esta tendencia desde mediados del siglo pasado, siendo Frida Kahlo la principal precursora. Aunque se expresaba através de la pintura (no estaban todavía de moda las instalaciones), en sus lienzos no se encuentra otra cosa que ese "universo femenino" al que nos referíamos antes, hecho de sufrimientos y traumas varios y los inevitables estragos causados por la edad.
Poco después llegarían, con el magma del expresionismo abstracto,  Miriam Schapiro y Judy Chicago, que se empeñaron en formular  una especie de iconología vaginal (la Female Imagery) ajena por completo a cualquier rastro del secular machismo opresor. Su propósito era crear un arte nuevo cuyo núcleo central fuese la vagina. La principal contribución de estas luchadoras contra la falocracia cultural y el patriarcado fue la fundación  de la "pattern and decoration", una corriente que pretendía combinar las técnicas de la pintura con las del ganchillo y punto de cruz (los llamados femmages).
Pero fue con la irrupción del tsunami conceptual cuando empiezan a proliferar las "artistas mujeres", como Marina Abramovic, la "abuela de todas  las performanceras" (incluidas las chicas de Femen). Una de sus famosas performances consistió en dejar que el público hiciera con ella lo que quisiera durante seis horas seguidas. Sobre una mesa había dispuesto 72 objetos de naturaleza diversa para que los emplearan con ella (tijeras, un cuchillo, un látigo, una pistola...) A punto estuvo de acabar descuartizada esta cuasi-mártir del arte contemporáneo, pero allá cada cual con sus fantasías morbosas...

Cindy Sherman



Otra famosa "artista mujer" que empezó a darse a conocer en los ochenta es Cindy Sherman, que como tantas otras ha hecho de su cuerpo el objeto de su "arte" (el narcisismo abunda bastante entre esta clase de féminas). Siendo una fotógrafa más bien mediocre decidió convertirse en su propia modelo, caracterizándose de mil maneras distintas, cual si sufriese una especie de "síndrome de Mortadelo", para reivindicar no se qué de la reestructuración feminista del cuerpo. Lo cierto es que esta "pedazo de artista"se ha forrado a base de vender sus retratos, algunos de los cuales han llegado a cotizarse en el mercado en unos 120.000 dólares (¡no está mal por una foto de carnaval). Muchas imitadoras tiene Mortadela Sherman entre las "artistas emergentes", pero ninguna ha conseguido venderse tan cara.


Orlan



Otra "artista body-art" francesa ha ido aun más lejos, convirtiendo su propio cuerpo en el soporte de su obra. Nos referimos a Orlan, la cual va esculpiendo su rostro, hasta llegar a  adquirir un semblante monstruoso, mediante sucesivas operaciones de cirugía estética, que graba y después exhibe como un proceso de creación de la obra absoluta (aquí cabría hablar del "síndrome de la novia de Frankenstein").
También cabe citar entre lo más avanzado del Female Imagery a la "adorable" Tracy Emin, componente de ese atajo de energúmenos que responde al nombre de Young British Artists, con Damien Hirst a la cabeza, quien se hizo famosa por haber llevado en 1999 a la terna final del premio Turner su instalación My Bed. Se expuso en la galería de la Tate Gallery, y sus responsables la compararon con Goya y con Picasso. La pieza consistía en una cama sin hacer, supuestamente la misma en la que la "artista" había sufrido un aborto, con las sábanas sucias, además de muchos otros objetos, a saber: bragas manchadas de sangre, compresas, támpax,botellas vacías de vodka, paquetes de tabaco, colillas,condones usados, etc.
¿Hace falta que comentemos más casos? El arte contemporáneo se está convirtiendo en refugio y justificación para tarados de toda índole, y entre las "artistas mujeres" abundan los bichos raros, como aquella que pinta con sangre menstrual o la otra que  fabrica bolsos con su gato disecado...
Pero vamos a ser caballerosos, y no seguiremos abochornanado al bello sexo, hablando de esta clase de elementas. No queremos mortificar más a aquellas artistas de verdad, pintoras o escultoras, que sí tienene talento y merecen nuestra admiración.

Las chicas de Femen en acción
Sólo dedicaremos algunas palabras, a modo de conclusión, al fenómeno Femen, fronterizo como tantas otras manifestaciones del arte contemporáneo con la política y el espectáculo mediático, y que tanto está dando que hablar últimamente por sus escandalosas performances. Ya se sabe que hoy el "arte" lo justifica todo, en este caso una presunta lucha por los derechos de la mujer, aunque casi siempre esconde oscuros intereses. En este caso, este circo mediático que es Femen (no muy distinto, si se piensa bien, al que brindaban en su día las "mama chicho") puede considerarse la culminación de todas las performances habidas y por haber y de todas las experiencias que han intentado mezclar arte y política feminista. En occidente se han celebrado mucho las "gracias" de estas mozas ucranianas por parte de la progresía (esa misma que está perdiendo cada día más y más votos) y han llegado a inspirarse en una activista de esas para estampar un sello con la efigie de la Marianne, el símbolo de la República Francesa (que ya pintara Delacroix en su célebre cuadro "La libertad guiando al pueblo").
Pero resulta que ahora están saliendo a la luz sórdidos detalles sobre lo que se esconde detrás de estas nuevas aprendices de Cicciolina, sobre todo desde la presentación en el Festival de Venecia del documental "Ucrania no es un burdel" de Kitty Green. La autora, infiltrada entre las Femen, desvela que una especie de proxeneta ucraniano, Viktor Sviatski, es el encargado de reclutarlas en base a su aspecto físico, entre actrices porno y prostitutas semiamateur (ya me parecía que mucha pinta de "feministas" no tenían estas tías, al menos no se parecen en nada a las que conozco). Las trata peor que a basura y las paga unos míseros 1000 dólares al mes por montar estos numeritos circenses. La financiación del "movimiento" procede principalmente de magnates alemanes y americanos (Helmut Geier, Beat Schober, Jed Sunden, George Soros) y su propósito no es otro que el de enrarecer el clima social, distraer a la opinión pública de otras cuestiones y calentar el ambiente pre-bélico en Ucrania. Gracias a estos poderosos mecenas consiguen infiltrarse en reuniones políticas, donde es necesario estar acreditado por alguna de las grandes agencias de prensa internacionales.¿Defensa de los derechos o manipulación y degradación de las mujeres? Que cada cual saque sus propias conclusiones.


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