lunes, 7 de abril de 2014

A VUELTAS CON EL FEÍSMO ENDÉMICO (2): EL EJEMPLO DE VIGÓPOLIS

 
El tejido urbano se extiende como la lepra a ambos lados de la ría, sin orden ni concierto


Como complemento a la entrada anterior, donde ofrecimos nuestra opinión sobre este controvertido tema, vamos a centrarnos en esta ocasión en algunos ejemplos destacados del feísmo gallego, viendo de qué forma afecta a algunas de nuestras más pobladas urbes. Veremos en concreto el caso de Vigo, para muchos una prueba palpable de cómo la modernidad mal entendida puede malograr lo que hubiera podido ser una bonita ciudad costera. En cierto modo, ese es el tema central del conocido libro de Jaime Garrido "Vigo, la ciudad que se perdió".


Vigo: capital gallega del feísmo

Como ya vimos anteriormente, en el asunto del feísmo gallego interviene mucho la dejadez, la ignorancia,  el mal gusto, cuando no la corrupción de las autoridades que han regido (y rigen) nuestro territorio. Qué más quisieramos en un blog como este, consagrado al arte y la cultura, que dejar de hablar del sórdido mundo de la política, pero el caso es que nos guste o no, los políticos siempre están presentes en cuestiones de urbanismo, las más de las veces para ocasionar desastres irremediables. Otras veces, como ocurre en los últimos tiempos, presentándose  como remediadores de entuertos, si tal cosa fuese posible a estas alturas (¡casi mejor que dejaran las cosas como están, porque puede ser peor el remedio que la enfermedad!), y emprendiendo campañas como las famosas "humanizaciones", que de paso les dejan también un dinerito en sus bolsillos, entre contratas y comisiones. También estos lavados de imagen de la clase política actual sirven para poner de manifiesto la hipocresía y la doblez ética que caracteriza a muchos de sus miembros y miembras. Por ejemplo, la campaña institucional informativa de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta del PP, que pretendía concienciar a la población para que aprendiese a valorar el paisaje. Finalmente fue tumbada por la Junta Electoral, ya que el BNG interpuso una denuncia acusándola de electoralista. Al mismo tiempo, la Xunta estaba introduciendo modificaciones en la ley de costas, que permitían seguir causando estragos urbanísticos en nuestro litoral.


Las obras de nunca acabar: la flamante estación del AVE


 Las casas del barrio del Berbés, muestra de arquitectura tradicional gallega, en estado de ruina. Las intervenciones recientes realizadas allí también son muy discutibles


Lamentable estado del barrio pesquero donde nació Vigo



Desastroso aspecto actual de las casas del Berbés


¿Alguien me puede explicar este adefesio en la rotonda del Berbés?

Otro ejemplo es la campaña emprendida por la alcaldía de Vigo del PSOE : "Vivimos nunha cidade fermosa" (una mentira repetida mil veces acaba por parecer verdad, que decía Lenin). El caso de Vigo es especial, porque es una urbe-aluvión que creció desmesuradamente desde finales de los años 60, debido a la actividad portuaria y a la industria pesquera y automovilística, y donde los sucesivos equipos municipales permitieron toda clase de desmanes. En este caso en concreto nos vamos a centrar a continuación, y que conste que no nos mueve de ningún modo el deseo de denigrar una ciudad que conocemos bien; y que tampoco estamos vendidos al oro de la Xunta, la alcaldía de la P. Coruña o la Diputación de Pontevedra.
Ciertamente, podríamos hablar de otras localidades de Galicia que acumulan gran cantidad de bodrios y  disparates urbanísticos. A Coruña, sin ir más lejos, cuya climatología no  están favorable como la de Vigo, y cuyo emplazamiento natural, aún siendo bonito, no se puede comparar con la belleza de la ría de Vigo. Tampoco la arquitectura civil coruñesa tuvo nunca el nivel alcanzado por la de Vigo a comienzos del siglo XX. Y sin embargo, es una ciudad que se deja querer bastante más que la capital del Celtiña, y eso que no carece de edificios horribles y monumentos execrables, como ese del reloj de pulsera.

Pontevedra, permanenetemente castigada por los fétidos olores de la fábrica de celulosa de Lourizán, al menos cuenta con un casco antiguo bastante respetable, y unas calles con vidilla que ya las quisiera Vigo, con una población que multiplica varias veces la de la capital de la provincia.
A Santiago no la han conseguido echar a perder ni las ostentosas construcciones para los organismos oficiales, centros de arte contemporáneo, "cidades da cultura" (herencia negra del fraguismo), la horrorosa y onerosa sede de la SGAE, etc. Su incomparable conjunto histórico-artístico, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2001, habla por sí solo.
Los pueblos ya son otra cosa. Los hay  espantosos muy cerca de las "grandes urbes" (A Coruña, Santiago, Vigo). Los hay castigados por la industria turística (Sanxenxo, Baiona) o por la industria a secas (O Porriño). Pero Vigo tiene algo especial,que lo convierte en un compendio de lo peor de cada sitio, condensando en sí mismo todo el cúmulo de sensaciones desagradables  que evoca la palabra "feísmo".

El MARCO. Meritoria rehabilitación de un edificio destinado a albergar  horrores: antaño cárcel del franquismo, hoy museo de arte contemporáneo


Colosalismo feísta, el estilo de la arquitectura viguesa

En primer lugar, tenemos el emplazamiento de la villa, sobre un terreno asaz accidentado, lleno de montes muy aptos para la dispersión demográfica que caracteriza a la población agrícola gallega, repartida entre aldeas y parroquias, pero muy poco adecuado para dar cohesión a una ciudad con la extensión que tiene Vigo a día de hoy. De hecho se dice que el Vigo actual no es propiamente una ciudad, sino una macroaldea, que carece de centro o alguna clase de orden o jerarquía en su  trazado, siendo un conjunto anárquico de barrios y calles aglutinados a la buena de Dios, con un crecimiento incontrolado propio de las poblaciones del tercer mundo.
En la mayor parte de Vigo vemos un conjunto  de edificios desparramados de cualquier manera, que no armonizan ni en las alturas, ni en los materiales ni en los estilos de construcción, fruto de la especulación salvaje que hace que la superficie de la urbe se extienda sin cesar día tras día, a costa de sus zonas limítrofes a lo largo del litoral y el interior campesino. De hecho, han quedado atrapados dentro de los cinturones de expansión innumnerables islotes, últimos reductos del hábitat rural que resisten contra viento y marea, rodeados por el frenesí del tráfico y la actividad de la gran metrópolis olívica.


Todo ello salpimentado con  una gran cantidad de obras de nunca acabar (tanto de viviendas como toda clase de infraestructuras) de antes y después de la crisis: y una sucesión de cuestas y pendientes, que ponen a prueba a cualquier viandante que no esté experimentado en la práctica del alpinismo. Y la trepidante circulación de vehículos de todo tipo a la que nos referíamos antes, un tráfico enloquecido, ruidoso y caótico, pese a los planes de ordenamiento urbano, que hace imposible coger el coche a los residentes, e imposibilita indicar con claridad una dirección cualquiera a los automovilistas foráneos.
 Luego está la gente, y no es nuestra intención ofender a los vigueses, ni mucho menos;  pero buena parte de ellos tienen una merecida reputación, por andar continuamente estresados, por su característico talante desagradable y falta de educación (sobre todo en temas de tráfico), y por hacer uso de cierta chulería y prepotencia, en absoluto justificada, hacia el resto de los gallegos. Los pobres no tienen la culpa, son sólo un producto genuino del entorno en el que habitan. Aconsejo leer "El Zoo Humano" de Desmond Morris para hacerse una idea.


Este conjunto feo y caótico es el Vigo de hoy, algo que no se corresponde con la imagen que quiere ofrecernos la costosa propaganda institucional. Vigo pudo haber sido algo muy distinto, si hubiese sabido armonizar su vocación de ciudad moderna, dedicada a la industria y al comercio, con su pasado marinero y la fisonomía original que mantuvo hasta el llamado "desarrollismo". Hasta bien entrada la década de los sesenta, Vigo era una pequeña ciudad costera con encanto, como ponen de manifiesto los cuadros de sus antiguas calles pintados por San Luís (cronista pictórico de la ciudad). Después de Barcelona, era la ciudad española que mejor representaba el modernismo, y fue llamada la "ciudad de los palacios" por las magníficas construcciones realizadas por los arquitectos Jenaro de la Fuente y Pacewicz  a finales del siglo XIX y principios del XX. Y además estaban los bellos paisajes de la ría de Vigo, fuente de  inspiración de nuestro admirado Urbano Lugrís, otro desdichado testigo  de la horrible metamorfosis que se produciría poco después.
Pero todo este sueño se malogró por culpa de tres agentes principales: una ciudadanía indiferente y abúlica que ha permitido en muchos casos que los peces gordos se salieran con la suya, una casta empresarial rapaz y depredadora y una sucesión de políticos en la alcaldía (algunos ignorantes, otros de honradez dudosa y casi todos unos ególatras en grado sumo) a los que reprochamos, sobre todo,  que no fueran capaces de hacer cumplir la regla de oro: anteponer el bien común a los intereses privados de unos pocos.

La megalomanía viguesa empieza con exagerar el número de habitantes de la ciudad más poblada de Galicia, para justificar la eterna disputa por la capitalidad  con Pontevedra, y para que se amplíen ad infinitum las zonas urbanizadas y las franjas periurbanas, mientras en el centro proliferan las viviendas vacías y los solares abandonados. Así parece estar asegurada la continuidad de la "burbuja" inmobiliaria.

 Y continúa con un rosario de edificaciones "colosales" y pretenciosas, fruto de esos aires de grandeza a los que antes nos referíamos, y que forman el característico skyline vigués.Y, como resultado de la burrimia de los que mandan, debemos añadir el desprecio por toda arquitectura que tenga más de medio siglo de antigüedad, lo que ha permitido que desaparecieran muchas y muy meritorias muestras de arquitectura tradicional, modernista o religiosa, sustituidas en muchos casos por adefesios más actualizados. De haberse conservado este patrimonio arquitectónico, es seguro que Vigo tendría hoy, como ciudad, un aspecto y una categoría muy  distintos al actual zurcido de retales urbanísticos que conocemos, a la altura de los palurdos que  han contribuido a darle forma.

Galería histórica de los horrores
Haremos un repaso histórico a las principales desmanes urbanísticos que han ido confiriendo a Vigo su feo aspecto actual. Nos remontaremos a finales de los años 50 del pasado siglo, la época de los "polos de desarrollo" del tecno-franquismo, que dieron como resultado la instalación de la factoría CITRÖEN en Balaídos. Aquello supuso un importante empuje para la industria viguesa, orientada hasta entonces exclusivamente hacia el sector pesquero y el naval. Como consecuencia, se produjo un éxodo de la población rural al nuevo foco de atracción, que fue engrosando la franja periurbana con asentamientos más o menos improvisados. Al poco tiempo se inició la urbanización del barrio de Coia, con el objeto de ofrecer viviendas baratas y de protección oficial a los que trabajaban en la Citröen o en sus industrias auxiliares. Coia se convirtió con los años en un modelo de desastre urbanístico y especulativo, con sus feas torres de estilo supuestamente funcional, a lo Le Corbusier, que a lo largo del tiempo han originado gran número de cuadros depresivos, desórdenes psíquicos y hasta suicidios entre sus habitantes, además de haber sido, sin duda, un factor favorecedor del elevado índice de delincuencia del barrio, durante los años del felipismo uno de los más altos de todo el Estado.

Y así llegamos, a mediados de los 60, a la para algunos época dorada de Rafael Portanet, "el alcalde que modernizó Vigo".
Muchos le tienen por el demiurgo que puso las bases de la gran metrópolis, celebrando entre sus grandes logros la ampliación del estadio de Balaídos (también encargó la reconstrucción del Pazo de Castrelos, pero eso se recuerda menos). La inclinación por el colosalismo de este edil alcanzó cotas increíbles, como veremos, pues parecía estar empeñado de hacer de Vigo un nuevo Chicago. Pero todo este desarrollismo produjo también una cantidad ingente de daños colaterales, que supusieron la desaparición de bellos edificios de estilo tradicional, modernista o ecléctico, con total desprecio por el patrimonio histórico-artístico de la ciudad, siendo sustituidos en muchos casos por feos rascacielos que nada tenían que ver con su entorno.

El desaparecido Edificio Rubira y debajo el actual BBVA



Por ejemplo, el edificio Rubira, un bello ejemplo del estilo ecléctico de fines del XIX  construido por Pacewicz, fue desmantelado en 1967 por la inmobiliaria bilbaína Arenal S.A., en una turbia maniobra especulativa que dio como resultado el actual bodrio del BBVA que se levanta en su lugar, en dramático contraste con los edificios que lo circundan. Este crimen se realizó con el beneplácito del poder político, y vendrían muchos más.

El  Hotel Bahía, en el puerto de Vigo


Otro hermoso edificio que desapareció fue el Hotel Continental, proyectado por Jenaro de la Fuente hacia 1870, que armonizaba a la perfección con su entorno y con el también desaparecido Mercado de A laxe (el antiguo, no el de ahora). En su lugar se levantó, en terreno municipal,  el monstruoso Hotel Bahía, una barrera arquitectónica en primera línea de la costa que rompía con la arquitectura escalonada existente ey que impide la vista del casco histórico desde el puerto.

El atentado de la isla de Toralla: Herencia de lo peor del franquismo, con la torre de 70 metros de altura y los 30 chalets a su alrededor

En 1965 el islote de Toralla, con una superficie de 10,6 hectáreas, fue comprado por la empresa "Toralla S.A.", que inicia la urbanización salvaje de ese espacio natural. Los "isleños" querían acceder en coche a sus chalets, y para sufragar la construcción de un puente cedieron una parte de la propiedad para que se levantara esa torre de 70 metros de altura y más de 600 apartamentos, que tanto impacto visual y testicular tiene en aquellos que contemplan la ría. Los propietarios consiguieron una concesión por 99 años, así que si no se expropia antes al modo bolivariano, seguirá siendo privada ¡hasta 2064! y hasta entonces tendremos que soportar la  visión de ese horrible mamotreto estropeando el paisaje de nuestra costa.


Otro "paradisíaco" rincón de nuestras playas

También durante esta época se llevan a cabo los primeros atentados contra Samil, que dejó de ser una hermosa playa salvaje para que los omnipresentes coches pudieran acceder más cómodamente a ella, y se levantó un muro alto de contención que destrozó el ecosistema dunar  y los más de100 metros útiles de ancho en alta mar que allí existían.

El Hospital Xeral , el edificio más alto de la ciudad,", con su extraña cubierta verdosa


Y también debemos a Portanet que diera luz verde al proyecto de ampliar hasta proporciones mastodónticas el Hospital Xeral (entonces Residencia del Almirante Vierna) que en 1971 aumentaría su volumen inferior y su altura , hasta alcanzar los 75 metros de altura, lo que le convirtió en el segundo edificio más alto de España (¡qué orgullo para los vigueses de pro!, aunque desde entonces lo bautizaron algo despectivamente como el "pirulí"). El monstruo seguiría creciendo en 1982 con el anexo para urgencias, y se remataría la faena en 2003 con el revestimiento actual de tonalidad verde-vómito, por si no fuese el engendro lo suficientemente cantoso.

El terrorífico Scalextric de Lepanto

La guinda del portanetismo fue la aprobación en 1965 por la corporación municipal del proyecto del MOPU, a todas luces psycho killer, del paso elevado de la calle Lepanto, conocido como el Scalextric, aunque este no se construiría hasta 1976. Se trataba un viaducto para tráfico de vehículos en doble sentido con una anchura de 9,60 m., que iba del centro a la autopista, y que pasaba a 2,4 m. de las casas colindantes, en un tramo curvo, además. No hace falta explicar cómo se lo tomaron los vecinos, ni por qué se vio obligado Picher, el sucesor de Portanet en el cargo, a intentar por todos los medios que se parara aquella salvajada. Al final fue el alcalde socialista Soto el que se apuntó el tanto de desmantelarlo en 1986 (tardó siete años, porque los del grupo popular insistían en que una obra tan cara había que "aprovecharla para algo"¿?). Por esta época la pesadilla viguesa había alcanzado sus cotas más siniestras.

A partir de entonces parece que hubo una competencia entre los sucesores de Portanet por dejar "su huella" en la ciudad. Picher, el primer alcalde la democracia, pese a ser ingeniero no se quedó atrás permitiendo que se cometieran barbaridades. La más notoria fue sin duda la nueva Casa do Concello (ayuntamiento), uno de los  consistorios más feos de España, un proyecto del Colegio de Arquitectos que inauguraron los reyes en 1976. Para realizarlo se tuvo que derribar una parte de la fortaleza de San Sebastián, creando un espacio caótico de pasos elevados, aparcamientos y zonas impracticables para ancianos o discapacitados, y sobre todo un edificio espantoso , con una torre desproporcionada como la de un aeropuerto, pero eso sí, muy alta, para que se notara bien el poderío de los prebostes olívicos.

Uno de los más horrendos engendros de la ciudad es el Edificio do Concello, un pegote que se yergue con arrogancia en medio de un entorno degradado

Uno de los muchos excrementos de Mazinger Z que adornan las rotondas de nuestro país. Al fondo, la horrorosa silueta del Ayuntamiento de Vigo



La mole del Ayuntamiento


La torre del Ayuntamiento asomando tras lo poco que queda de la muralla de San Sebastián


Los degradados alrededores del Ayuntamiento, con la Panificadora

A su alrededor se extiende uno de los conjuntos más degradados de la ciudad, con una calle especializada en la prostitución (Herrería), una parte del casco viejo que amenaza ruina, trozos de la antigua muralla por aquí y por allá, y una Panificadora abandonada, que no se sabe qué hacer con ella. En los últimos tiempos, es justo reconocerlo, se ha intentado mejorar la zona notablemente, reformando algunas casas, abriendo algunos comercios y, sobre todo, con la apertura de la Pinacoteca municipal en un antiguo edificio  rehabilitado (como si el arte pudiera vencer a la prostitución, cuando lo cierto es que es frecuente la complicidad y hasta el maridaje entre ambos oficios, sobre todo desde el pasado siglo). Ahora se ve transitar otra clase de público, pero de todos modos las cosas no cambian de la noche a la mañana y, a día de hoy, continúa siendo un foco de marginación, frecuentado por yonkis y puteros.
 
El feísmo eclesiástico también cuenta con notables aportaciones a la ciudad

La satánica" iglesia de los Picos" de O Calvario ¿se la encargaron al doctor Caligari?


¿Templo del Señor o after-hour?

Otros estropicios llevados a efecto en esos años tienen como responsable a la iglesia católica, que atravesaba una etapa de crisis y zozobra espiritual tras el Concilio Vaticano II, y quería dar una imagen más moderna para atraer a las masas proletarias a sus lugares de culto. La llamada "iglesia de los Picos" del barrio de O Calvario (!968) es un ejemplo de esta nueva tendencia hard core y hormigonera, con su estilo entre lecorbusiano y expresionista , y un poco psicodélico también.
Mucho peor incluso es la iglesia de San José Obrero, que suplantó a mediados de los 70 a una antigua capilla barroca de comienzos del XVIII (la de Santa Rita) a la que acompañaban un cruceiro y un olivo. Como la ampliación del "pirulí" exigía su derribo, se levantó en su lugar este templo "vanguardista", con una fachada de lo más pop, a lo Jesuchrist Superstar.

Y siguieron los desmanes. La alcaldesa Emma González permitió en 1979 que se desmantelara la Casa del Conde de Torrecedeira, situada cerca de la esquina entre las calles Colón y Marqués de Valladares. Se trataba de un bonito edificio modernista de tres plantas y de influencia vienesa, construido por José Francoo Montes en 1910. En su lugar se levantó después un bloque de 10 plantas. Y la piqueta continuó arrasando otros muchos edificios hermosos y con historia.



Y llegamos por fin al "compañeiro" Soto, que llegó con las listas del PSOE por primera vez a la alcaldía en 1979, y permaneció en ella durante doce años. Otra edad de oro, al decir de sus incondicionales. Su triunfo, rodeado de promesas de renovación,  auguraba lo que sería poco después el felipismo. Soto fue ante todo el alcalde de la "movida viguesa". Es decir, el patrocinador de un montaje repetido en varios municipios gobernados por el PSOE de la época, que intentaban hacer política cultural (o más bien politizar sibilinamente algunos sectores de la llamada "cultura del ocio") disfrazando todo ello de un pretendido renacimiento de las artes, para lo que no faltaron intelectuales posmodernos de pacotilla que ofrecían su particular cobertura filosófica. De esta forma se favoreció el "pelotazo artístico", subvencionando el alcalde-mecenas de turno a una buena cantidad de estrafalarios personajes que iban de vanguardistas e incluso de revolucionarios, como un Julián H. o Antón R. en el caso que nos ocupa , pero que muy bien supieron arrimarse a la sombra del poder para trincar todo lo que pudieron. El ideólogo de la marca "movida" fue el profesor Tierno Galván, quien se dio cuenta que era más rentable electoralmente abandonar el viejo discurso pedestre y  maoísta de la "revolución cultural", y sustituirlo por el "buen rollito", dándole a la juventud  decadente y burguesa todo lo que pidieran: macroconciertos, diversión, alcohol drogas, botellones,etc.(con tal de que apareciese por algún sitio el logo del puño y la rosa, todo iba O.K.)


 Actualmente, algunos lugares señeros de la antigua "movida de los 80" constituyen entornos semi-marginales, auténticos barbechos urbanos en el centro de la ciudad, abandonados por los vecinos hartos de tener que soportar ruidos y escenas de violencia callejera.


Los aledaños de Churruca, donde sobreviven los cochambrosos restos de la "movida"



El callejón entre Lepanto e Irmandiños. Donde el feísmo de ayer y de hoy se dan la mano


Digamos que con su discípulo Soto el "feísmo" terminó por implantarse en los usos y costumbres de la juventud viguesa, y en la vida cotidiana. De la noche a la mañana una urbe cuya única vocación parecía haber sido en los últimos años la industrialización pura y dura, se convirtió en un laboratorio de tendencias creativas (aunque mucho de lo que se hiciera no era más que quincalla cultural). Y en un vivero de tribus urbanas, sobre todo de punks y heavies, que eran los que más daban la nota, y otros que iban de más sofisticados . La "movida" sirvió para afianzar entre algunos vigueses su  megalomanía y sentimiento de superioridad (compensación de un complejo de inferioridad) permitiéndoles pensar que "como en Madrid, aquí sucedían cosas, etc". El mundo de la "noche", y la lucrativa industria que se fue creando a su alrededor, se iría instalando de forma permanente en determinadas zonas de la ciudad, para desgracia de los vecinos que en ellas habitaban, que a partir de entonces hubieron de soportar toda clase de ruidos, broncas, destrozos, y delincuencia en general. Esta época coincide además con una escalada en la criminalidad y el tráfico y consumo de drogas como nunca se había conocido antes en nuestro país.
Una célebre ocurrencia del Sr. Soto fue aquel esperpento pagado con dinero público titulado "Madrid se escribe con V de Vigo", que consistió en traerse en un tren (con barra libre) desde la capital de Tierno a lo más granado de la "cultura sociata" oficial del momento , representando una especie de hermanamiento entre ambas "movidas". La cosa acabó en escándalo, ya que ponía de manifiesto el derroche de dinero público y el "amiguismo" del que hacía gala la alcaldía, y afortunadamente no volvió a repetirse.

De feísmo político podemos calificar la decisión de nombrar como concejal de cultura a un personaje del calado de Antonio Nieto Figueroa @Leri, el alma mater del "fubul" de playas. Ahí el amigo Soto nos demostró una vez más el sentido que tenía para él la palabra cultura.

Edificio "rehabilitado" de Jenaro de la Fuente. De nuevo la banca haciendo de las suyas


En cuanto al urbanismo hay que reconocer que a Vigo no le fue tan mal en la década de los ochenta si la comparamos con las anteriores, porque la nueva mentalidad que se abría paso entre los arquitectos era la de la rehabilitación, frente a la de renovación urbana que tan nefastas consecuencias tuvo para la ciudad. De todas formas, y aunque hubo aciertos notables como la intervención de Desiderio Pernas en el Teatro García Barbón, según el proyecto de Antonio Palacios, la verdad es que hubo que lamentar también bastantes chapuzas. Algunas entidades bancarias y empresas que se instalaron en edificios con solera de las calles del Príncipe o Policarpo Sanz, optaron por respetar las fachadas antiguas, eso sí, pero ampliando  las alturas con feos añadidos, para hacerlas más "funcionales", siguiendo unos criterios estéticos que hoy nos parecen muy  discutibles.


Los polémicos monumentos de la "era Soto" (1991) ¿hermosos o feos? Cuestión de gustos El alcalde de la movida se decantó por varios artistas cultivadores del feísmo estético (y que de hecho representaban el panorama artístico del momento) para que inmortalizaran su memoria. En particular, el Sireno de Leiro protagonizó una polémica en su día, inspirando un cuadro de protesta de San Luis, el pintor-cronista de la ciudad y defensor del Vigo antiguo.


El Sireno: Una gárgola de 13 metros de altura y 14 toneladas de acero inoxidable



Monumento al trabajo (Los "mister Proper" de Ramón Conde)


Parecido razonable con una obra de Thorak (época nazi)

Lo más lamentable del período de Soto, en cuanto a intervenciones urbanísticas se refiere, fue el destrozo definitivo de la playa de Samil, coronando el cúmulo de fechorías perpetradas desde la época de Portanet. Con un presupuesto millonario se procedió a aniquilar lo que quedaba de los pinares y los jardines originales para crear en su lugar aparcamientos para coches y el actual paseo, con sus piscinitas, toboganes y bares estilo Malibú.



 En nuestras playas se han ido perpetrado toda clase de salvajadas a lo largo del tiempo. En Samil poco a poco fueron desapareciendo las dunas y los pinares para dejar paso a losetas, césped, piscinitas, aparcamientos para coches y bares. El agua mejor ni probarla, de lo contaminada que está.


El apoteósico paseo de Samil,  legado del "compañeiro" Soto


Vista típica de la playa de Samil


Pero, por desgracia, los dislates urbanísticos y demás no acabarían con la era Soto, ni mucho menos. En una próxima entrega analizaremos lo que ha venido después con más profundidad.







1 comentario:

  1. De los políticos en èste país no podemos esperar nada nuevo mientras el refrán por el que rigen sus vidas y las nuestras sea "A tuerto y a derecho, mi casa hasta el techo"

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