lunes, 14 de abril de 2014

UNA PIRÁMIDE MEXICANA EN LA CATEDRAL DE SANTIAGO


"Ya questábamos retraídos cerca de nuestros aposentos, tornó a sonar el atambor muy doloroso de Huichilobos, y otros muchos caracoles y cornetas, y otras como trompetas, y todo el sonido dellas espantable, y mirábamos al alto cu en donde las tañían, y vimos que llevaban por fuerza las gradas arriba a nuestros compañeros que habían tomado en la derrota que dieron a Cortés, que los llevaban a sacrificar. Y desque estuvieron arriba en una plazeta que se hacía en el adoratorio, donde estaban sus malditos ídolos, vimos que a muchos dellos les ponían plumajes en las cabezas y con unos como aventadores les hacían bailar delante del Huichilobos. Y desque habían bailado, luego les ponían despaldas, encima de algunas piedras algo delgadas que tenían hechas para sacrificar, y con unos navajones de pedernal los aserraban por los pechos y les sacaban los corazones bullendo y se los ofrecían a sus ídolos que allí presentes tenían; y los cuerpos dábanles con los pies por las gradas abajo."
 "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España"

Este relato vívido del uso que los antiguos  aztecas reservaban a sus pirámides corresponde a un testigo ocular de la conquista de México, un soldado vallisoletano que sirvió a las órdenes de Hernán Cortés llamado Bernal Díaz del Castillo. Su crónica, la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, es un libro de texto que en México se estudia en las escuelas, donde se considera la obra fundacional de la literatura de aquel país, y desde el siglo XVIII es un clásico de referencia para historiadores y novelistas de habla inglesa, como Oscar Wilde, Prescott, etc. Sin embargo aquí, en el país de los amnésicos, resulta raro encontrar algún estudiante de la ESO, o incluso algún profesor de historia o literatura, a los que les suene de algo estos nombres.



Los cués, teocallis o "adoratorios", como eran llamados por los españoles, eran una forma arquitectónica muy común entre las diversas culturas de Mesoamérica, y no eran exclusivas de los aztecas, ya que estos las habían heredado de otros pueblos que los precedieron, como los olmecas, los mayas o los toltecas. En cualquier caso, tenían todas una finalidad religiosa que, en la mentalidad de los antiguos pobladores del México precolombino, implicaba el ofrecimiento de sacrificios humanos a las divinidades, llegando a extremos increíbles en el caso de los aztecas. La similitud de estas pirámides escalonadas con las del viejo Egipto es algo que sorprendió ya a los primeros viajeros y cronistas españoles, que alguna noticia  debían tener de su existencia, porque bautizaron la costa del Yucatán como El Gran Cairo. Lo más probable es que su peculiar forma triangular estuviese inspirada en la silueta de los grandes volcanes, como el Orizaba o el Popocatépetl, considerados como lugares sagrados por los antiguos habitantes de México





Curiosamente, en la catedral de Santiago de Compostela encontramos una torre rematada en forma de pirámide escalonada, muy parecida  a las construcciones que pudieron ver los conquistadores en Mesoamérica. La realizó muy  poco después de la caída de Tenochtitlán, a mediados del siglo XVI, uno de los arquitectos de la catedral, el segoviano Rodrigo Gil de Hontañón para rematar su fachada del Tesoro,  una de las obras maestras del renacimiento español, que mira hacia la Plaza de Platerías. Este arquitecto, al que debemos también la finalización del actual claustro de la catedral,  influiría decisivamente siglos más tarde en la obra de Antonio Palacios.





Algunos expertos, como Martín González, sugieren que esta torre puede estar inspirada en las pirámides mexicanas, en concreto en la llamada "pirámide de los nichos" de El Tajín de la cultura totonaca, al norte de Veracruz, el lugar  donde desembarcaron los conquistadores españoles comandados por Hernán Cortés. Los totonacas fueron los primeros pobladores de México que brindaron su apoyo a los recién llegados en su campaña contra los aztecas.  De todos modos, continúa resultando un enigma por qué se escogió esta forma de pirámide escalonada para rematar una de las torres de la catedral de Santiago. Este asunto podría servir de argumento para una novela de misterio, mejor que  las de Dan Brown, lo que tampoco resultaría muy  difícil. En cualquier caso, estaríamos ante una prueba fabulosa de que las influencias artísticas entre ambas orillas de la Mar Océana fueron recíprocas, y se remontan a bastante atrás en el tiempo.




Pirámide de los nichos de El Tajín ( Estado de Veracruz)




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