jueves, 20 de junio de 2013


POLÉMICO Y DESCONOCIDO OTTO DIX  


"El artista trágico no es un pesimista, él es precisamente quien afirma todo lo que es incierto y terrible en la existencia, él es Dionysos"

              (Friedrich Nietzsche, "El crepúsculo de los ídolos")



Otto Dix, "El Triunfo de la Muerte" (1934)




Como vimos en una entrada anterior, Arno Breker en su juventud quiso tender puentes entre la tradición artística y la vanguardia rupturista de su tiempo. Conocía al artista más rebelde de todos, Otto Dix, del que llegó a hacer un retrato. Sin embargo, las vidas de estos dos genios siguieron derroteros muy distintos, Breker, el último gran artista que celebró la belleza al modo antiguo llegó  a convertirse en el escultor favorito de Hitler, mientras que a Dix, el artista-trágico dionisíaco, el pintor de la fealdad, los nazis le hicieron la vida imposible. La obra de Dix tiene múltiples matices, pero es recordada especialmente por su retrato descarnado, cruel en ocasiones, pero siempre veraz de la guerra que él conoció muy bien por haber combatido como voluntario en la Primera Guerra Mundial (de la que pronto "celebraremos" su primer centenario), en primera línea y en todos los frentes.




¿Qué cuadro puede ser más anti-nazi que éste? Un artista que ha asimilado la más genuina tradición pictórica alemana (la de Durero, Hans Baldung, Grünewald, Altdorfer y otros maestros del Renacimiento) se atreve a pintar una alegoría sobre lo que está  a punto de ocurrirle a Alemania tras el triunfo de Adolf Hitler. Y para ello recurre a un tema muy propio del medievalismo germano: el Triunfo de la Muerte. Un personaje descarnado, ataviado con los ornamentos del poder (una corona y una túnica) avanza inexorable, portando una guadaña y dispuesto a segar todo lo que halle a su paso. La disposición de la figura nos sugiere una esvástica. Y las víctimas que caerán bajo su filo son de lo más variado: un soldado, una anciana, un tullido, pero también una pareja de jóvenes saludables (como le gustaban al régimen) y un bebé rubio que representa la esperanza en el mañana.Esta clase de arte visionario, como es de suponer, no podía complacer a las autoridades del Tercer Reich.



"Suleika, el prodigio tatuado" (1920)

 Ya en la época de la República de Weimar, antes de que se le llamase "artista degenerado", Dix había sido el blanco del ataque de los sectores más puritanos de la sociedad que tacharon su obra de pornográfica, por representar con una crudeza sin concesiones los aspectos más sórdidos de la crisis del sistema capitalista (mendicidad, prostitución, crimen, explotación, neurosis y otras patologías sociales). He aquí un ejemplo de "obra escandalosa" (escogido a propósito entre las más amables de este autor), de complacencia en lo grotesco, una coqueta hembra tatuada de pies a cabeza (un fenómeno de feria como los que aparecen en "Freaks", la película de Tod Browning), pero que hoy no nos sorprendería encontrar en cualquier playa de veraneo.





Busto de Nietzsche de Otto Dix (1912)
 



 Una faceta bastante ignorada de Dix son sus escasas incursiones en el campo de la escultura, siendo su única pieza conocida este busto en yeso policromado que realizó, a muy temprana edad, del filósofo Friedrich Nietzsche. Adquirido en 1923 por el Museo de Dresde, desapareció durante la Segunda Guerra Mundial. En los últimos años de la vida del artista soñó con hacer una segunda versión, pero no pudo realizarla por culpa de una lesión que le impidió seguir trabajando. Yo compararía este retrato con el que hizo Joseph Thorak, bastante bueno pero también demasiado clásico, y saldría ganando el de Dix, por la energía y la tensión que transmite. Destaca por su intrépido modelado y el empuje hacia adelante que imprime al rostro, que transmiten muy bien la desafiante filosofía del "viejo Fritz".
Recordemos que Dix se alistó en la Primera Guerra Mundial portando en el macuto dos libros fundamentales y que marcaron toda su vida: la Biblia y el "Así habló Zaratustra". Él contrajo una deuda  con el filósofo, al igual que muchos artistas de su generación (Picasso, de Chirico, Modigliani, Klee,etc.) pero al contrario que la mayoría de ellos, siguió reconociendo su influencia aún después de 1945, cuando hablar de Nietzsche estaba mal visto por el uso justificativo que hicieron de su pensamiento los nazis.



Nietzsche por J.Thorak

¿Era Dix un pacifista? Algunos colectivos ácratas y del no-a-la-guerra así lo creen y lo comparan con otros artistas izquierdistas del momento, como George Grosz, y reproducen sus grabados considerándolo como uno de los suyos. Pero lo cierto es que Dix se jactaba de ser todo lo contrario, y llegaron a decir de él que era "un reaccionario que pintaba temas de izquierdas". Las ideologías políticas no le interesaban  demasiado porque tienen el convencimiento de poder cambiar el mundo, y a Dix sólo le interesaba el mundo tal como es en realidad. "Los artistas no deben intentar mejorar las cosas ni convencer. Son demasiado insignificantes para eso. Sólo deben perseverar en su trabajo para dar testimonio". 


Tropas de asalto avanzan bajo el gas (1924)

Muchas veces sus amigos artistas, como el comunista y antibelicista alemán Conrad Felixmüller, le invitaron a asistir a los mítines e incluso a ingresar en el partido, pero él contestaba siempre con una negativa: "Déjeme en paz con su estúpida política, prefiero ir al burdel." Diría más tarde: "No, no quise afiliarme a ningún programa político, tal vez no aguantaba aquellas frases. Cuando venían a contarme algo, me mantenía al margen: no quería dejarme uncir." Una vez, posiblemente harto de la cháchara de Felixmüller, le contestó en tono bastante cortante y zumbón: "No puedes imaginar lo que se siente al clavarle la bayoneta a alguien en el vientre y retorcérsela." Esta era la clase de cosas que le interesaba describir visualmente.
La serie de dibujos que realizó en las trincheras (muchos de aquellos apuntes sirvieron para los aguafuertes de los años 20) constituyen un documento único, una observación de la guerra como un fenómeno natural, y una de las cimas del llamado arte "expresionista".
El propio Dix declararía años después las razones por las cuales se alistó como voluntario (al igual que Marinetti, Apollinaire, Boccioni y tantos otros) en la Primera Guerra Mundial: "Experiencia a cualquier precio... por esto tuve que ir a la guerra. también tenía que pasar por la experiencia de que, ami lado, alguien cayera de repente, muerto, alcanzado de lleno por una bala. Tenía que experimentar todo esto con la mayor exactitud. Quería hacerlo. Al fin y al cabo yo no soy un pacifista ¿no? Tal vez era un hombre curioso. Tenía que verlo todo por mí mismo. Sépase que éste es mi tipo de realismo: he de verlo todo con mis propios ojos a fin de  confirmar que realmente es así... Estoy supeditado a la realidad...He de experimentar por mi cuenta las insondables profundidades de la vida, y por eso fui a la guerra de voluntario."


 
Avance de la compañía de ametralladoras  en Somme, noviembre de 1916 (1924)


 Por último, veamos la curiosa evolución de la firma del artista. En los cuadros de su etapa "expresionista" firmaba sólo con su apellido en mayúsculas (DIX) con trazos agresivos y angulosos, como si hubiese acuchillado el lienzo.

Detalle de "Autorretrato como soldado"

Luego, a medida que su estilo fue pareciéndose más al de los antiguos maestros del Renacimiento alemán, adaptó anagramas que recordaban a los empleados por Durero, Lucas Cranach y otros. Hacia 1924 empieza a usar sólo sus iniciales O y D, para más tarde transformar la O en una especie de serpiente uróboros que se muerde la cola (el símbolo del eterno esfuerzo de los alquimistas por alcanzar la "piedra filosofal", pero tal vez en el caso de Dix haya que pensar en el concepto nietzscheano del "Eterno Retorno"). Y la D se ha convertido en un arco en tensión, lo que también nos remite a las ideas del autor del Zaratustra.


Detalle de "Autorretrato con caballete

Entre 1929 y 1935 llegó a firmar con una variante de su anagrama que recordaba mucho a una "odal", una runa de los antiguos germanos y wikingos que se utilizaba como talismán para la buena suerte, y para protegerse de los trolls y otros seres maléficos. Curiosamente, esta clase de símbolos paganos también fueron usados por las SS, pero no únicamente por ellos. Otros grupos ajenos al nazismo, e incluso opuestos a él, como la Konservative Revolution de Moeller van den Bruck o los  "nacional-bolcheviques" de Ernst Niekisch (con quienes trabajó  ese gran dibujante que fue A. Paul Weber) utilizaron con profusión una simbología parecida. Sería aventurado atribuir a Dix una simpatía o afinidad con cualquiera de estas corrientes, sobre todo teniendo en cuenta su declarada desafección por la política. El caso es que este anagrama lo siguió utilizando el resto de su vida, aunque mucho más simplificado e irreconocible.


Detalle de "La Embarazada"



Autorretrato con cigarrillo (1922)
Autorretrato sonriendo (1917)










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