miércoles, 8 de mayo de 2013


UN REPASO A LOS MURALISTAS MEXICANOS (1)

"Erupción del Paricutín" (1943) por el Doctor Atl

 

El muralismo mexicano es uno de los fenómenos artísticos más originales de la pasada centuria, una síntesis curiosa entre la tradición pictórica precolombina (los murales mayas y los más escasos aztecas que han sobrevivido al paso del tiempo) y la influencia, casi nunca reconocida, del arte europeo (en concreto de la pintura al fresco del Renacimiento italiano) ya que la exaltación del indigenismo llevaba al repudio, al menos oficial, de la herencia  del Viejo continente . Fue además un arte nacido con fuerte vocación social, al calor de la revolución de los campesinos mexicanos, la primera revolución del siglo XX. Un arte con una función precisa: contribuir a la construcción de una identidad nacional y como medio de adoctrinamiento de la población mexicana (en su mayoría analfabeta) en los principios de la revolución, sobre todo cuando esta se consolidó y acabó por "institucionalizarse", con la presidencia de Lázaro Cárdenas en 1934.



"El maizal", ejemplo del muralismo del Doctor Atl


El fenómeno del muralismo nace entre 1910-1920 con la revolución de Madero contra el latifundista Porfirio Díaz (en cuyo periodo el arte mexicano había tratado de imitar a los modelos franceses), y se extiende pujante hasta mediados de la década de los 50, reconociéndose en su desarrollo varias etapas. Además de en México, va a influir en otros países donde se intenta impulsar un "arte social": por ejemplo  en el Estado nacionalfascista de los años treinta con las propuestas de Sironi, que incorporaban también la escultura, o el Proyecto de  Arte Federal para ayuda a los artistas norteamericanos en la época de Roosevelt (los Pollock y compañía, que más tarde perpetrarían esa cosa llamada Action Painting). Las revoluciones tercermundistas y el mayo del 68 después se encargaron de difundir el uso de los murales con clara intencionalidad política y de adoctrinamiento, pero con mucho menos talento que el desplegado por los artistas mexicanos.
Hablar de todos ellos daría para un blog entero (Orozco, Siqueiros, O'Higgins, O'Gorman, Rufino Tamayo) pero voy a centrarme en tres figuras destacadas del muralismo que considero especialmente interesantes: el "Doctor Atl", Diego Rivera y Desiderio Hernández.


El pintor de los volcanes



Este personaje quijotesco, que parece extraído de la crónica de Bernal Díaz del Castillo, fue el doctor Atl

A Gerardo Murillo, alias "el Doctor Atl" (1875-1964) le corresponde el mérito de haber creado el primer mural mexicano moderno en 1910. Fue un personaje polifacético y singular, que vivió intensamente los avatares de su tiempo. Empezó estudiando pintura en la Academia de San Carlos, y consigue una beca en 1897 para completar sus estudios en Europa. Estudia filosofía y leyes en la Universidad de Roma, viaja a París para escuchar a Henri Bergson. Colabora con "Avanti", el periódico de los socialistas italianos, y en esta época el escritor Leopoldo Lugones le bautiza como "Atl" (que significa "agua" en náhuatl). Al mismo tiempo, se entusiasma con la pintura renacentista, el postimpresionismo y el fauvismo.


Al regresar a la Academia de San Carlos, arremete contra los métodos de enseñanza en artes (por lo que también se le conocerá por "el agitador") infuyendo en los jóvenes artistas que allí se formaban a los que aleccionó para que se interesaran por la artesanía popular y crearan un arte genuinamente mexicano.En este contexto surge la idea de fundar el Centro Artístico y el proyecto de pintar murales públicos, que se frustra momentáneamente cuando estalla la revolución de 1910.
Vista del Popocatéptl, 1934

Marcha de nuevo a Europa, y esta vez se establece en París donde funda el periódico "Action dÁrt" y la Liga Internacional de escritores y artistas. Cuando vuelve a México en 1913, apoya al general Carranza contra el dictador Huerta, y consigue convencer a  Emiliano Zapata para que se les una. En este período le nombran director de la Academia de San Carlos y allí le conocerán Orozco, Rivera y Siqueiros. También sigue en la política, logrando atraer al "constitucionalismo" a la anarcosindicalista Casa del Obrero Mundial, pero, al ser traicionados sus miembros por Carranza, protesta y es encarcelado por breve tiempo, exiliándose después a Los Ángeles hasta 1920. Seguirá defendiendo apasionadamente opiniones extremas durante el resto de su vida, apoyando a los anticlericales contra los "cristeros", y llegando a simpatizar con Hitler y el nacional-socialismo antes y durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que fue nuevamente encarcelado.

"Nahui Olin", la volcánica musa del doctor Atl

También vivió en su madurez un tormentoso romance de "culebrón" con  una bellísima pintora de ojos verdes a la que él bautizó como "Nahui Olin" (en náhuatl "la Mujer del Sol"), pero que en realidad se llamaba Carmen Mondragón y pertenecía a una acomodada familia criolla, y era casi veinte años más joven que él. Sorprende el gusto de estos descendientes de europeos por ponerse nombres aztecas , pero esa moda "exótica" empezaría  en aquel preciso momento, a la par que se iban descubriendo los restos arqueológicos de los monumentos precolombinos (el doctor Atl fue un decidido defensor de su conservación) y se estaba forjando la identidad mexicana en torno a la "leyenda rosa" azteca y la "leyenda negra" antiespañola.

"Paricutín" (1943)

Ciñéndonos al aspecto artístico, el doctor Atl fue también bastante original, ya que investigó con nuevos materiales, inventando los "atl colors", una especie de óleo sólido a partir de la mezcla de resina de copal, cera y petróleo, con una  consistencia única que permitía pintar incluso sobre la roca. Con este procedimiento pintó el primer mural moderno mexicano en 1910. Sus temas favoritos fueron el desnudo femenino (disponía de la mejor de las modelos) y el  fabuloso paisaje mexicano, que él conocía bien porque fue un incansable caminante. Sentía una especial atracción por los volcanes (era también vulcanólogo), y como un Diego de Ordáx del siglo XX escaló hasta las cumbres del Popocatéptl y del Itztaccihuatl. En 1943 asistió in situ al nacimiento del volcán Paricutín en el estado de Michoacán, que registró en varios de sus dibujos y pinturas con un sentido del color casi fauvista, y en base a sus observaciones escribió un libro: "Como nace y crece un volcán". Pero por desgracia en aquella ocasión inhaló gases tóxicos que le produjeron una gangrena, y hubieron de amputarle la pierna derecha en 1949.
Sin embargo, no por ello cesó en su actividad artística y andariega. Para continuar con sus observaciones paisajísticas se sirvió de helicópteros prestados por la PEMEX, y así inventó una nueva escuela de pintura, el aeropaisaje, que no debe confundirse con la aeropintura de los futuristas italianos aunque tenga algunas cosas en común.

El Popocatéptl desde un avión, 1948


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